Con la muerte de Salvatore “Toto” Riina, Il capo di tutti capi, se cierra una era para la temida Cosa Nostra, y aunque la organización criminal siciliana ya no es la misma y perdió poder, la mafia sigue vive en Italia y el mundo. “Sí, se cierra una era, la de las matanzas, pero las organizaciones mafiosas siguen operando en todo el territorio por lo que hay que seguir luchando con atención y eficacia”, reconoció Federico Cafiero de Raho, recién designado procurador antimafia de Italia. La muerte, ayer, a los 87 años, en la cárcel, de uno de los mayores criminales de Italia –que desafió en los años 90 al Estado con métodos terroristas, ordenó la muerte de los jueces antimafia Giovanni Falcone y Paolo Borsellino, y sembró terror con atentados en Roma, Florencia y Milán– deja muchos interrogantes. “Se llevó muchos secretos. Se fue en silencio”, lamentó Giuseppe Costanza, el chofer de Falcone y la única persona que sobrevivió al atentado, quien junto con la hermana de Falcone, Maria, no quiere olvidar ni perdonar. Veinticinco años después de esos terribles episodios, que marcaron la historia reciente de Italia y de la Cosa Nostra, generando inclusive su declive, el país entero se pregunta sobre las complicidades y ramificaciones que aún hoy en día gozan las organizaciones criminales. “Esas sangrientas matanzas dejaron cientos, quizá miles de muertos, primero con Kalashnikovs, luego con bombas, por lo que la mafia dejó de ser lo que era”, explicó el estudioso de asuntos de mafia, Attilio Bolzoni. “Mi padre Pablo Escobar se inspiró en Riina, en sus métodos violentos y el deseo de suplantar al Estado”, reconoció Juan Pablo Escobar, el hijo del traficante colombiano, al presentar este año uno de sus libros en Roma. Capturado y encarcelado en enero de 1993 después de más de veinte años prófugo, Riina no logró detener el debilitamiento gradual de Cosa Nostra con la llegada de la Camorra, la mafia napolitana, y sobre todo la ‘Ndrangheta, la mafia calabresa, y sus conexiones con Colombia para el lucrativo tráfico de droga.

Salvatore “Toto” Riina era tan mafioso que inspiró a Mario Puzo para su novela El padrino, que luego Francis Ford Coppola transformó en una obra de arte. Toto es el apodo tradicional para los llamados Salvatore, pero luego tendría otros alias: U’Curtu (El Petiso en dialecto siciliano, medía 1,58 metro) y La Belva (La Bestia).

Nació el 16 de noviembre de 1930 en Corleone, Sicilia, en una familia de campesinos pobres y escaló todos los peldaños de la Cosa Nostra, sembrando el terror en Sicilia y en su propia organización durante más de veinte años. Justo un día después de cumplir 87 años, el ex jefe supremo de la mafia siciliana murió en la cárcel donde pasó más de dos décadas desde 1993, condenado a 26 penas perpetuas por los más de 150 asesinatos (cien los cometió directamente) que la Justicia italiana consideró probados (se sospecha que son muchos más).

Riina creció en circunstancias más que difíciles. Su padre y su hermano mayor murieron en 1943, cuando intentaron desactivar una bomba aliada y un obús alemán que encontraron en el campo (todo podía venderse en el mercado negro). El tenía 13 años y sobre su cabeza cayó la responsabilidad de encargarse de los tres hermanos menores y de su madre embarazada, que dio a luz apenas un mes después de enviudar. Con solo 18 años, en 1949, entró en la mafia. Luego de una primera estadía en la cárcel por asesinato en riña, Riina, soldado fiel de los capos Luciano Liggio y Gaetano Badalamenti desde los años cincuenta, fue ascendiendo en la organización hasta sustituir en 1974 a su jefe. En 1969 la Justicia emitió la primera orden de detención en su contra por actividades mafiosas, pero logró vivir en la clandestinidad durante casi 25 años, durante los cuales, probablemente, nunca salió de Sicilia. Riina, al frente del clan de los Corleonenses, se apoderó de todas las actividades rentables de la mafia, desde el tráfico de drogas hasta los secuestros, pasando por la extorsión, al cabo de una guerra que en los años ochenta causó centenas de muertos entre las “familias” palermitanas. Tras ganar la guerra, en 1982, Riina tomó todo el poder, se convirtió en el jefe de la “Cúpula” (el ejecutivo de la Cosa Nostra) y comenzó entonces una campaña de violencia contra los representantes del Estado. Bajo su mando, la Cosa Nostra mató a decenas de destacadas personalidades, entre ellas el ex gobernador de Sicilia Piersanti Mattarella (hermano del actual presidente italiano, Sergio Mattarella).

Tras sus múltiples condenas por asesinato y asociación mafiosa al cabo de interminables juicios, la Justicia le confiscó una fortuna de 125 millones de euros (147 millones de dólares) invertida en bienes diversos. Toto Riina purgó su pena en una cárcel de Parma, en el norte de Italia, siendo sometido al duro régimen carcelario previsto para los mafiosos, conocido como 41bis, que, entre otras disposiciones, prohíbe las visitas de familiares  y autoriza sólo las del abogado. En julio de 2017, Riina, aquejado de cáncer de riñón y corazón y problemas pulmonares, solicitó una suspensión de pena para ser hospitalizado, pero se lo rechazaron.

Toto Riina, casado desde 1974 con Antonietta Bagarella, una maestra perteneciente a una gran familia mafiosa, tuvo cuatro hijos, entre ellos dos varones que siguieron sus pasos. Giuseppe Salvatore, nacido en 1977, fue condenado a 8 años y 10 meses de cárcel por asociación mafiosa en 2009. Giovanni, nacido en 1976, cumple cadena perpetua por asesinato.