Estacionar en los barrios va a ser costoso porque la Legislatura de la Ciudad votó –“casi desesperadamente”– los pliegos de licitación para parquímetro y acarreo que afectarán a los barrios. Cuando el sistema entre en vigencia, el 45 por ciento de las calles porteñas tendrán estacionamiento medido y muchos vecinos deberán pagar por dejar su auto en la puerta de casa. Inexplicablemente, los legisladores votaron a favor luego de haber mantenido a las empresas de grúas a pesar de la legislación vigente, evitando la licitación y sin cumplir la ley de 2012, que obligaba a estatizar el sistema en caso de que la licitación no fuera efectiva.

Está claro que esta decisión favorece el negocio de las empresas de siempre y a la fuerte avidez recaudadora, avanzando sobre el espacio público, allí donde el estacionamiento no genera ningún conflicto de tránsito. Por otro lado, en los barrios escasean los garages o cocheras por la explosión inmobiliaria de la última década, que usó esos terrenos pero construyó pocas cocheras. Conclusión: pocos espacios de estacionamiento y muy caros.

El problema es el de siempre: nos traen el ejemplo de grandes ciudades que cobran estacionamiento en los barrios, pero omiten traer a cuenta que la extensión de nuestra red de subtes es de 60 kilómetros, mientras que las de esas ciudades es de 300 o 400. La línea H lleva 18 años desde que se hiciera la audiencia pública, 16 de obra, y aún no se termina. A este ritmo, en el 2050 llegaremos a duplicar la red. Hasta que no se resuelva el transporte público por debajo de la ciudad, soterrando trenes y ampliando la red de subte, el transporte de superficie va a seguir siendo alternativa obligada, y el auto es parte de ella.

Desde la intendencia de Carlos Grosso en adelante, la Ciudad fue estafada por las dos empresas de acarreo (STO y SEC) cuyo objetivo es recaudar lo más posible sin pagar a la Ciudad. El nuevo sistema es sólo otro negocio que, a diferencia de lo que plantean quienes están a favor, no tiene por objeto ordenar la circulación y el estacionamiento, sino que otorga a las empresas la posibilidad de hacer más negocios y seguir recaudando, ampliando su negocio a dos zonas cada una (de las cinco en que se dividirá a la Ciudad).

En los barrios las grúas deben emplearse sólo cuando un vehículo interrumpa u obstaculice el tránsito (lo dice el código). El estacionamiento, según la ley 3530, es a la izquierda en los barrios –desde hace unos años indicado con el cartel azul de permitido en cada cuadra–. También por las leyes 3057 y 3058 de estacionamiento subterráneo vecinal y estacionamiento subterráneo disuasorio, leyes que preveían 40 playas bajo el pavimento que no fueron construidos. Todas estas leyes son de mi autoría.

Lo que los legisladores votaron viola además el artículo 82 inciso 5 de la Constitución porteña, que ordena que la aprobación debe darse con 40 votos, que en esta ocasión fueron sólo 33. Mientras tanto, se le regala a las empresas de grúas y parquímetros la posibilidad de llenarse de dinero a costas del ciudadano común que no tiene dónde estacionar.