Rusia y China pusieron Ayer un freno a las exigencias de Estados Unidos de aumentar las sanciones contra Corea del Norte para que abandone su programa armamentista tras el lanzamiento de un nuevo misil intercontinental esta semana, y reiteraron su postura de resolver la crisis norcoreana “a través del diálogo y la negociación”. El Consejo de Seguridad de la ONU se reunió ayer de urgencia a instancias del    presidente estadounidense, Donald Trump, quien busca aplicar nuevas sanciones a Pyongyang luego del ensayo misilístico norcoreano del martes pasado. 

Los llamados previos de Trump a sus pares de China, Xi Jinping, y Corea del Sur, Moon Jae-in, y al primer ministro de Japón, Shinzo Abe, alcanzaron para concretar el encuentro en la ONU pero no, por ahora, para renovar la presión con nuevas medidas. La oposición de Rusia y China, que tienen poder de veto en el Consejo de Seguridad, vuelve más improbable que Estados Unidos concrete sus amenazas y deseos de sacar adelante nuevas penalidades contra Pyongyang.

“Siempre hemos dicho que las resoluciones (del Consejo de Seguridad con sanciones a Corea del Norte) deben ser implementadas”, se limitó a responder el vocero de la Cancillería china, Geng Shuang, al ser consultado por periodistas sobre la posibilidad de que Beijing deje de suministrar petróleo a Pyongyang, como exige Washington. China redujo sus envíos de petróleo a Corea del Norte en octubre en virtud de sanciones impuestas al país un mes antes por el Consejo de Seguridad pero, dispuesta a no dar un paso más allá, no las canceló por completo. Hay que encontrar una solución al conflicto mediante “la negociación y el diálogo”. Una intervención militar tampoco es una opción, agregó.

En tanto, el canciller ruso, Serguei Lavrov, fue más explícito a la hora de marcar las diferencias con la posición de Estados Unidos y afirmó que el proceso de sanciones está agotado. “Tenemos una actitud negativa. Ya hemos dicho más de una vez que la presión de las sanciones se agotó por sí sola”, señaló Lavrov durante una visita a Minsk, Bielorrusia, en declaraciones citadas por la agencia de noticias rusa TASS. El funcionario ruso puso el foco en las resoluciones de la ONU con sanciones a Corea del Norte al señalar que contienen la demanda de reanudar el proceso negociador, “exigencia de la que hace caso omiso la parte estadounidense”.

Abiertamente crítico de la postura norteamericana, Lavrov también dio a entender que la dura posición de Estados Unidos fue funcional a los ensayos nucleares y con misiles de Pyongyang. “Parece que hubiesen hecho todo a propósito para que (el líder norcoreano) Kim Jong-un pierda el control y haga otro movimiento desesperado”, dijo el jefe de la diplomacia del Kremlin. Y advirtió que si los norteamericanos “quieren destruir Corea del Norte, deberían decirlo abiertamente y la cúpula estadounidense debería confirmarlo. Entonces nosotros decidiríamos cómo responder”. 

Ayer, después de que Corea del Norte lanzara un nuevo misil con alcance intercontinental, la embajadora de Estados Unidos ante de la ONU, Nikki Haley, dijo que su país nunca buscó entrar en conflicto con Pyongyang y que Washington sigue buscando una solución diplomática a la crisis, pero consideró que Kim Jong-un tomó “una decisión que acerca al mundo a una guerra, no lo aleja”. La diplomática advirtió: “el dictador norcoreano tomó una decisión que acerca el mundo más a una guerra, y si llega la guerra, no se equivoquen, el régimen norcoreano será totalmente destruido”. 

El Consejo de Seguridad aprobó ya numerosas sanciones contra Corea del Norte después de sus pruebas de misiles y nucleares, sin que mostraran hasta ahora ningún efecto. La última vez fue el 11 de septiembre, luego de un ensayo nuclear realizado, según Pyongyang, con “una bomba de hidrógeno”. 

Cuatro días después, Corea del Norte lanzó un nuevo misil balístico hacia el Mar de Japón.

Ayer Corea del Norte mostró al mundo el nuevo misil intercontinental que lanzó esta semana y que, según afirmó, puede alcanzar cualquier punto de Estados Unidos, un modelo más grande y mejor diseñado que refleja los avances armamentísticos del régimen, pero que aún arroja dudas sobre la verdadera viabilidad de su arsenal. Además de un breve video de su lanzamiento, los medios norcoreanos publicaron ayer 42 fotografías del nuevo misil balístico intercontinental (ICBM), el Hwasong-15, disparado el miércoles bajo la supervisión del líder norcoreano, Kim Jong-un, al que se ve sonriente antes y después del exitoso test. Las imágenes muestran un proyectil de punta más redondeada y mayores dimensiones con respecto al primer ICBM que Pyongyang probó con éxito en dos ocasiones el pasado julio, el Hwasong-14, por lo que se cree que es un modelo nuevo.

El Estado Mayor Conjunto de Corea del Sur, un país que comparte con Corea del Norte la frontera más militarizada del mundo, dijo que apoya esta tesis basándose en “claras diferencias, como la forma de la carga útil (la punta), el ensamblado entre la dos fases del misil o el tamaño”, dijo un portavoz del Ministerio de Defensa de Corea del Sur. El nuevo diseño de la punta podría responder al desarrollo de un nuevo vehículo de reentrada con una unidad de impulso adicional e incluso orientado a transportar en el futuro más de una cabeza nuclear, agregó el vocero.

La mayor longitud del Hwasong-15 hizo necesario emplear para su transporte una plataforma autopropulsada (TE) de 18 ruedas (el Hwasong-14 usaba una de 16), que según medios norcoreanos ha sido manufacturada en el país.

Sin embargo, se cree que es una versión modificada del WS-51200, una plataforma del fabricante chino Wanshan Special Vehicle del que Pyongyang adquirió en 2011 varias unidades especialmente modificadas para que no pudieran destinarse a uso militar. El régimen las compró supuestamente para usarlas en la industria maderera, pero las ha empleado profusamente desde 2012 para su programa de misiles tras añadirles sistemas hidráulicos.

El gran diámetro del Hwasong-15 también ha llamado la atención de la comunidad de analistas, que creen que vendría dado por un cambio de motores y por una serie de inyectores añadidos con respecto al Hwasong-14. Todo ello habría hecho posible el mayor impulso del misil, que voló 950 kilómetros y alcanzó un apogeo de 4.475 kilómetros –la máxima altura jamás alcanzada por un proyectil norcoreano– antes de caer al mar de Japón, entre Corea del Norte y Japón, 300 kilómetros al oeste de la costa japonesa.

Corea del Norte dijo ayer que el misil puede portar una cabeza atómica grande y alcanzar todo Estados Unidos, y muchos creen que de haberse disparado con un ángulo más cerrado podría en efecto haber recorrido más de 13.000 kilómetros, suficiente para llegar a la costa este.

Aún así, los analistas dudan que el Hwasong-15 logre alcanzar esa distancia si el régimen lo equipa con un arma nuclear, ya que se cree que Pyongyang aún no desarrolla cabezas lo suficientemente ligeras. También se duda de que el vehículo que porta las cargas explosivas sobreviva a la reentrada atmosférica sin desintegrarse y estallar en el aire, como establece un análisis publicado ayer por la web especializada 38North. La misma web advierte sin embargo de que los progresos mostrados por el Hwasong-15 refrendan la tesis de sus especialistas: a Pyongyang le falta en torno de un año para tener un ICBM viable para atacar la costa oeste de Estados Unidos.

El lanzamiento del miércoles ha desatado la condena de varios países, con Estados Unidos, Corea del Sur y Japón presionando para la aplicación de nuevas sanciones sobre el régimen, algo que encontró la resistencia de China y Rusia. Pyongyang rompió una pausa de 10 semanas en sus pruebas armamentísticas con este último lanzamiento, el vigésimo en lo que va de 2017, un año marcado por las respuestas beligerantes del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que han contribuido a disparar la tensión hasta niveles inéditos desde la Guerra de Corea (1950-1953).