El Pueblo y la Nación argentina asisten a una trágica parodia política. Un presidente que oficia de marioneta de los magnates norteamericanos, a su vez liderados por un fanático quien en su derrota organizó un asalto al Capitolio. Un poder judicial mayormente colonizado por los núcleos económicos y mediáticos que lo extorsionan y someten, modelando los fallos según sus negocios y campañas política