Durante la presentación de Claude Sautet: El lúcido desencanto del mundo (CGeditorial), en Alianza Francesa el miércoles pasado, Sergio Luis Fuster -director de la colección Estación Cine- introdujo al diálogo desde la persistencia de un proyecto que suma títulos todos los años, y ya tiene preparado otro volumen, dedicado al cine de Leonardo Favio y de pronta presentación. “La idea es no morir antes de llegar a los 50 títulos; el libro número 50 va a ser especial, y ya estamos trabajando en ese libro dorado de la colección Estación Cine”, señaló Fuster. El libro dedicado a Claude Sautet es el número 45, y ofrece, tal vez, el único trabajo en idioma español dedicado a la obra del director de Las cosas de la vida y Un corazón en invierno. “Un director al que algunos recuerdan, pero otros no tanto; y los que lo recuerdan, por lo general lo hacen por algunas de sus últimas películas, como El placer de estar contigo. El cine de Sautet es exquisito, así como la relación que tuvo con algunos de los mejores actores y actrices, como Lino Ventura, Romy Schneider, Michel Piccoli y Emmanuelle Béart”, comentó Fuster.

Con prólogo y apéndice de Alberto Tricarico, el libro ofrece el análisis detallado de cada una de las películas de Sautet, junto a un análisis introductorio, que sitúa la obra del cineasta en el contexto histórico y cinematográfico de su tiempo. Un director a todas luces “desajustado”, cuyas primeras películas nacían de manera coincidente con la iracundia cinéfila de la Nouvelle Vague, con la cual no tuvo relación alguna. En este y otros aspectos, Marcelo Vieguer se explayó durante la presentación: “Sautet es un director lamentablemente poco conocido, tal es así que creemos que no ha tenido, al menos en países de habla hispana, un libro dedicado a su obra. El único libro publicado es de 2022, y consiste en una traducción de entrevistas realizadas desde la década de 1970 hasta sus últimos días. Sautet ha sido uno de los más grandes directores que tuvo Francia, y cuando decimos Francia, a muchos le vendrán varios nombres a la cabeza, pero sin embargo, no suele aparecer el suyo”.

 

 

En cuanto a su poca divulgación o rememoración, Vieguer comentó que “su cine tuvo una fuerte impronta en la narrativa clásica, y ese tipo de narrativa, desde la década del ’60 en adelante, fue infravalorada en su consideración; cuando, en verdad, la narrativa clásica es un modo de expresión que contempla un segundo plano simbólico en relación a aquello que se está contando. Por otro lado, prácticamente todas las películas de Sautet pagaron el costo de producción y tuvieron muchos beneficios. El público siempre vio en Francia sus películas, y muchas de ellas llegaron a Argentina, a veces de manera salteada, sin el orden cronológico de su producción. Y muy pocas tuvieron edición en VHS. Con lo cual, sus películas quedaron reducidas a un público determinado”.

El título del libro –“El lúcido desencanto del mundo”- ofrece una suerte de hipótesis que el análisis devela: “Sautet tiene, como autor, una determinada visión del mundo, y es una visión desencantada: en este mundo moderno, resulta prácticamente imposible consumar los afectos. En general, en sus películas, cuando las relaciones de pareja se nos muestran, en un determinado momento una de las personas quedará confinada, como si su expresividad emocional quedara reducida. Y eso hace que la resultante de esa relación sea, generalmente, el fracaso o el final. Lo podemos ver en casi todas sus películas, en Las cosas de la vida, de 1970; hasta su última película, El placer de estar contigo, de 1995”.

Finalmente, el panel reparó en tras rasgos sustanciales en la obra de Sautet. “Son tres ejes o tópicos fundamentales para pensar su cine: el automóvil, los parajes periféricos, y los viajes. El automóvil es un signo claro de la modernidad, y en las películas de Sautet, los personajes suelen desplazarse y tener sus conversaciones en automóvil. Los modos con los que se relacionan, qué hablan, los silencios, lo que no se dice, las miradas; en esos espacios reducidos, son definitorios en cuanto a los sentimientos y la trama de la película. El estar en un automóvil, además, trae una serie de desencadenantes; tal como sucede en Las cosas de la vida. El segundo eje tiene que ver con los parajes periféricos, los lugares marginales de la ciudad, como los desarmadores de autos o los lugares nocturnos; en Sautet, los personajes se desplazan hacia los márgenes para encontrar la respuesta a una determinada situación, algo que no pueden hacer en la ciudad. El tercer eje es el viaje; pero Sautet no filma road movies, en sus películas, el viaje encarna una decisión que se refracta en los personajes, sean principales o secundarios”.

“En general, sus películas ofrecen una mirada muy aguda sobre las emociones humanas”, concluyen Vieguer y Fuster, a la manera de una invitación que lleva a la lectura del libro y al (re)descubrimiento de un realizador sólido, autoral, nada estridente, amante del jazz y del film noir; en este campo, filmó dos transposiciones fílmicas, junto a las plumas de sus autores originales: A todo riesgo (1960), versión de la novela de José Giovanni; y Armas para el Caribe (1964), basada en la novela Aground, de Charles Williams.