Sito en calle en San Martin 364 de Rosario fue instalado en 1892 por el escocés Duncan Cameron, emprendedor de notables habilidades culinarias. Hoy, quizá su vida peligre pero antes de caer en el olvido, gozó del esplendor de sus años dorados.
Inaugurado en 1900, reunió lo más destacado de la sociedad inglesa vernácula, fue construido para albergar a los hombres de negocios de la corona inglesa, que, a partir del desarrollo del primer ferrocarril que uniera Rosario con Córdoba, descubrieron una ciudad fértil para invertir.
Entre sus huéspedes se contaron los ejecutivos de la Compañía Británica del Ferrocarril Central Argentino y encumbrados comerciantes reunidos alrededor del comercio doméstico y de ultramar, el negocio inmobiliario y las finanzas.
El hotel fue proyectado por Fausto Galacchi y el escocés Duncan y su construcción estuvo a cargo de Alejandro Maspoli. Se intentó recrear, al menos en su aspecto externo, un hotel de características similares al que aún subsiste en el centro de Londres.
Estos profesionales fueron los mismos hacedores del Hotel Savoy, entonces llamado Palacio Chiesa, ubicado a dos cuadras del mismo, en San Lorenzo y San Martín. El hotel ofrecía 40 habitaciones con luz eléctrica, y baños en cada piso, lo que significaba un verdadero adelanto para la época.
La cúpula del Savoy se destaca por sus mayólicas verdes, mientras que la mansarda y el mirador del Britannia destacan por su color rojo. Su fachada es una construcción simétrica, resuelta en tres plantas. Una mansarda y lucarnas en el remate y un pequeño mirador con cúpula. En su lobby se fundó Newell's Old Boys y se firmó el estatuto constitutivo del Colegio San Bartolomé. Sus cuartos sirvieron de vivienda a Isaac Newells, su primer director.
Pero el esplendor del Britannia no se agotó en esos tiempos. Hacia 1950 sirvió de albergue a gran parte de la farándula nocturna rosarina. Rita La Salvaje se alojó allí durante diez años.
"Mi abuelo lo compró hace 60 años -aclara su propietario, Guillermo Serpellini-, por los movimientos económicos que vivió el país en muchas épocas se le dejó de prestar atención y no se pudo mantener el lujo que tuvo en sus comienzos", recordó el descendiente de Eliodoro, el comerciante rosarino que en 1940 se hizo cargo del Britannia.
No obstante, el inmueble siguió albergando pasajeros, atraídos por su historia, sus bajas tarifas y su ubicación.
"Si fuéramos especuladores, nos convendría dejar que se venga abajo y vender el terreno -confesó Serpellini- pero es, justamente, por esta memoria, que queremos preservarlo".
Con esta intención, los propietarios se acercaron hasta el Programa Municipal de Preservación, y se prestaron a conseguir empresas que pudieran sponsorear los trabajos de refacción de la fachada del edificio.
"Entre las tareas que pensamos emprender se encuentra la rehabilitación del restaurante del hotel, la remodelación de las habitaciones y un nuevo mobiliario. No obstante, la escasa trayectoria que tienen en la ciudad estos emprendimientos nos juega en contra. Hace meses que estamos paseando el proyecto por distintas empresas, pero hasta ahora no pudimos concretar nada", lamentó el heredero del Britannia.
"Las empresas no valoran el tipo de publicidad que podría lograr alguien que participe de estos proyectos. Seguiríamos manteniendo el rubro de hotel y nos haríamos cargo de las reformas interiores, pero como no somos grandes capitalistas y nos cuesta un esfuerzo enorme, pensamos que alguna empresa o una institución podría ayudarnos con la fachada", comentado, ilusionado, Guillermo Serpellini.
De eso pasaron seis años.
Actualmente, el edificio, vallado, presenta un cartel de demolición, y espera su suerte, aparentemente, ya echada, mudo testigo de una ciudad pujante que se construyó gracias a los pionners venidos de todo el mundo.
El último permiso de reformas que entró a la Oficina Municipal de Patrimonio data de 2021. No hubo otra entrada.
En estos días, nos encontramos con un fatídico cartel que anuncia la pérdida de un gigante que aúna historia y belleza.
300 años para Rosario...
Esta maravilla de la arquitectura data de 1902. ¿No hay una oportunidad para ella en ese lapso de tiempo?