El sábado en Lobos un grupo de artistas, vecinas y militantes de la memoria se reunió para rendir homenaje a Osvaldo Bayer con una jornada cultural cargada de emoción, denuncia y belleza. La actividad, que incluyó música en vivo, poesía, pintura y la colocación de una gran placa conmemorativa, fue una respuesta directa y visceral al derribo del monumento a Bayer en la entrada de Río Gallegos, Santa Cruz, ordenado por el gobierno nacional con la excusa de “problemas de visibilidad” en la ruta 3.

La jornada fue impulsada por Marcos Adandía, fotógrafo, editor y activista cultural, quien desde Lobos decidió no dejar pasar el ataque simbólico. “Sentí que estaban derribando mucho más que una escultura. Están buscando herirnos emocionalmente, borrar la memoria de lo que amamos, descartar a la gente buena, a los símbolos de dignidad. No lo podíamos permitir. Entonces, desde este pueblo, decidimos alzar una señal: estamos despiertos, estamos de pie”, dice.

La jornada se realizó en el espacio Portón 641 Cultural, que generosamente ofreció su frente para emplazar una gran placa de metal de un metro y medio por uno con una frase de Bayer que se volvió consigna: “No hay que dejar de denunciar que hay niños con hambre en el país de las espigas de oro”. Durante el acto, el historiador y escritor Marcelo Valko, quien compartió investigaciones y caminó junto a Bayer, ofreció una charla conmovedora sobre historia, memoria, y los peligros de las narrativas oficiales. También participó la cantante mapuche Beatriz Pichi Malen, que supo compartir escenarios y luchas con Osvaldo. La poeta lobense Ana Pedernera leyó dos textos de Bayer, mientras el grupo “Tango en la glorieta de Lobos” puso la música en vivo, acompañando con milongas, chacareras y tangos populares.

Durante toda la jornada se pintó en vivo: un artista visual de Lobos realizó una obra frente al público, y una joven diseñadora intervino remeras de forma artesanal. Fue una celebración del arte como forma de resistencia, y de la memoria como ejercicio activo y colectivo.

“Quisimos hacerlo rápido, antes de que el recuerdo se enfríe. Para mostrar que estamos acá, que no nos pasan por encima tan fácil. Que el pensamiento de Osvaldo Bayer sigue vivo en cada gesto de dignidad, en cada acto de justicia. También fue un modo de mostrar nuestra preocupación frente al rumbo del gobierno de Milei: los despidos masivos, la represión, el vaciamiento cultural y educativo, el aumento del hambre, el cinismo estructural. Hacía falta hacer algo que abrace”, relata Adandía.

La actividad fue financiada de manera autogestiva, a través de una rifa de ejemplares de Dulce Equis Negra, la revista de fotografía y cultura que dirige Adandía desde 2005, y con aportes solidarios de compañeras y compañeros.

Al final, se leyó un documento. Un texto profundamente poético y político, que repasa la historia argentina desde los fusilamientos de la Patagonia hasta los días actuales, con un llamado urgente a la unidad, la acción y la memoria viva.

“Hoy el querido Osvaldo se para en su eterna humildad, se ofrenda, y generosamente nos llama, nos avisa, oficia de ángel despertador, abre una ventana en el sentimiento y nos reúne para recordarnos que existe el honor y la dignidad.Cuando la torpe máquina más retuerce el hierro, más de frente nos mira el hombre real, el hombre justo, aquel que supo siempre estar del lado simple, y verdadero de la vida.Agradecidos estamos a Osvaldo por permitirnos hoy recorrer la historia completa, ir hasta los orígenes de nuestro país, hasta la fundación del estado y sus fuerzas para entender este presente”, afirmaba un fragmento del documento que se compartió esa tarde.

Así, en un sábado de otoño, entre canciones, palabras y abrazos, en un pueblo atravesado por la historia y por la disputa simbólica de estos tiempos, se alzó una placa y una verdad simple: Osvaldo Bayer sigue presente en quienes se animan a honrar la dignidad con actos concretos de amor y justicia.