En su editorial, el periodista y conductor de La Mañana, Víctor Hugo Morales, analizó lo que dejó el anuncio de Javier Milei y su equipo sobre un nuevo acuerdo con el Fondo Monetario Internacional y la llegada de un esquema de bandas de flotación cambiaria. Con un especial énfasis en la reacción del círculo rojo, analizó por qué esta medida terminará, una vez más, afectando a los ciudadanos.
El editorial de Víctor Hugo Morales
El Círculo Rojo salió de inmediato a felicitar a Milei. No les importa quitarse la careta. La gente a la que Milei estafó, a nombre del Círculo Rojo, no se da cuenta de nada. Le venden pajaritos de colores a los que miran desde adentro de su propia jaula. Millones de argentinos han sido robados, pero la obscenidad es tal que los capangas del Círculo Rojo dieron la cara de inmediato. “Esto fue bárbaro”, dijeron, “por fin”, “viva la patria”.
Porque se dieron cuenta de que la gilada es tal, que si el presidente de la Sociedad Rural dice que eso fue fantástico, que es negocio tirarse del cuatro piso, el que viaja en colectivo, el laburante, piensa: “Entonces debe estar bien”. “Si ese señor tan poderoso aplaude, hago como en el concierto que no entendí… y también aplaudo”.
Escribió Cristina Kirchner: “La otra banda es la del Fondo Monetario, que le pone los dólares a los gobiernos gorilas y se terminan pagando con la miseria y el hambre del pueblo argentino”. ¿Es así o no?
El horror y la fascinación que provoca Milei es la de un robot armado con miles de pantallitas de televisión, un prende y paga manejado por los monarcas locales y extranjeros. Ellos ganaron otra vez.
El 26 de septiembre del 2018, busquen, tituló Clarín: “El FMI adelanta 18.800 millones de dólares a Macri y el dólar flotará entre bandas” (las mismas bandas, la local y la internacional, de 34 a 44 pesos). Las bandas a las que refiere el diario de Magnetto no son precisamente las de adentro y afuera a las que pertenece, como el principal ganador del sistema. Son las que ahora promocionan para explicar el dólar a 1.400.
Bueno, no nos precipitemos. Por ahí la gente de La Rural y otros se entusiasman con dejarlo en 1.200, pudiendo marcar la cancha en 1.400. Pero son tan buenos tipos que lo van a dejar a 1.200. Lo vamos a ver por la tarde.
Aquel día de septiembre del 2018, Dujovne se quedó solo porque Lagarde estaba apurada y solo permaneció 10 minutos en el Consulado de Nueva York. Ponía en tapa la mafia: “Esta vez son los grandes países del mundo los que han decidido apoyar a la Argentina”. Lagarde estaría ocupada en asuntos mayores, y era una pérdida de tiempo ocuparse del galpón de los peones donde guardan lo que les sobra, por si hace falta.
Desde una de las pantallitas de su cuerpo, el androide que defienden ahora hizo el anuncio entre abrazos de los que participaban de la cadena nacional. CFK los definió como caras de momias que representaban algún ritual esotérico desconocido por los argentinos. Caras de piedra en la entrada, como en los templos, pero en la Casa Rosada.
El viernes, los vivos, los amos, compraron 400 millones de dólares a mil pesos. Hoy, esta semana, le sacarán las ganancias del 30 por ciento de la devaluación a la que el diario de marras llama “aumento”. Mirá vos. Hubo un aumento, che.
Si usted no compró ninguno de esos dólares, usted está afuera. Es el que paga la garufa. Pero la queja se la puede ofrecer al carnicero, al verdulero, al que le deja la factura en un prolijo sobre que usted leerá con gesto de impotencia. Es la única que puede plantar.
Tómelo con calma. La mano viene así. Sus enojos terminarán con el retorno del peronismo. Entonces le dirán que son corruptos y usted, en nombre de sus principios, volverá a Sturzenegger, Caputo, Macri. Que son así de divinos. Por eso, como decía Dujovne, los apoyan los grandes países del mundo.