Las presiones devaluatorias de las últimas semanas generaron una importante venta de reservas y la amenaza de que el programa económico oficial colapse. Sin embargo, en lugar de una brusca devaluación que pusiera en jaque el programa, el oficialismo dio un salto hacia adelante, eliminando el cepo la compra de dólares y logrando que el dólar fijado por el mercado, en lugar de dispararse, descienda permitiendo converger su valor financiero con la cotización del oficial.

Semejante domada del mercado cambiario se explica por el apoyo explícito del gobierno de Trump, que movilizó su influencia en los organismos internacionales de créditos para que el FMI aprobara un crédito extra por 20.000 millones de dólares, con muy laxas condiciones para su utilización, de los ya ingresaron 12.000 millones. 

Con semejante billetera, el oficialismo se dio el gusto de disciplinar a quienes presionaban por una devaluación, dejando que el dólar se aprecie, convergiendo hacia la banda inferior de la nueva política cambiaria.

Las causas del apoyo norteamericano al gobierno de Milei hay que entenderlas en el marco de una fuerte disputa geopolítica con China. En ese contexto, el alineamiento total del presidente libertario con la política exterior de EE.UU. fue premiado para asegurar la estabilidad de un aliado en una región donde la mayor parte de los países son gobernados por partidos populares que mantienen distancia de los mandatos de Washington. 

Al respescto, son aleccionadoras las palabras del Secretario del Tesoro de EE.UU. tras su misteriosa visita a nuestro país: “Lo que queremos evitar en todo caso es lo que ocurre con el continente africano, donde China firmó acuerdos disfrazados de ayuda. Así tomaron derechos sobre minerales, cargaron de deuda los balances de esos países. Tienen acuerdos de peaje, lo que garantiza que las futuras generaciones sean más pobres y sin recursos”.

En psicología, es habitual que las personas vean en los demás sus propios patrones de comportamiento y en la política exterior de las potencias parece suceder algo similar. La política norteamericana hacia Argentina en tiempos de Macri ha sido endeudarnos hasta saturar nuestro balance externo de cargas financieras, para poder financiar una masiva fuga de divisas que hizo retornar esos fondos hacia el sistema financiero occidental. 

Ese juego financiero nos dejó una impagable carga financiera que nos obliga a buscar permanente refinanciamiento y en cada negociación, nuestros acreedores occidentales nos chantajean logrando concesiones en términos de nuestra alineación internacional, la administración de nuestra política económica y de nuestros recursos naturales. 

El desarrollo de nuestros hidrocarburos no convencionales y de nuestras riquezas minerales, puestas a disposición del gran capital trasnacional mediante el RIGI libertario, no permitirá el desarrollo económico nacional. Las divisas generadas por el sector serán utilizadas para pagar los intereses de una deuda externa que acaba de ser incrementada en 20.000 millones de dólares por el FMI, para seguir domando a la Argentina por generaciones.