“Ustedes son artesanos de la vida, porque inventaron su propio trabajo”, le dijo el Papa Francisco a Mónica Crespo, la referente rosarina del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE) de Rosario. Fue en 2016, cuando la dirigente cartonera de Rosario viajó a Roma para participar del Encuentro Mundial de Movimientos Populares, donde expuso en el panel Territorio y Naturaleza, como parte de la delegación de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular (CTEP).

Este domingo de Pascuas, casi diez años después de aquel encuentro, Mónica sintió que el Papa le volvía a hablar a ella. El llamamiento de Francisco a usar los recursos disponibles para ayudar a los necesitados, combatir el hambre y promover iniciativas que impulsen el desarrollo, la interpela. “Estas son las armas de la paz: las que construyen el futuro, en lugar de sembrar muerte”, reza el mensaje que acompañó la bendición desde la plaza San Pedro, en lo que sería la última aparición pública del primer Papa argentino.

“Francisco fue un Papa que siempre llamó a cuidar la naturaleza. Los cartoneros somos los primeros en seguir ese mensaje, pero también somos los primeros en ser juzgados por la tarea que hacemos todos los días”, reflexiona Mónica en diálogo con Rosario/12, sobre el legado que deja Francisco. 

“Él tenía claro nuestra procedencia. Somos gente que nos inventamos nuestro trabajo en 2001 cuando estalló el país, y nadie nos contrataba porque éramos supuestamente viejos para el mercado laboral. Desde el último peldaño de la sociedad nos reinventamos como recicladores, aprendiendo a vivir de los que otros tiraban y haciéndolo de una forma sustentable. Hoy nos reconocemos, en esas palabras del Papa Francisco, como trabajadores”, agrega.

Mónica Crespo estuvo con Francisco en dos oportunidades. La primera fue en Bolivia, en 2015, cuando viajó como parte de una comitiva al II Encuentro Mundial de Movimientos Populares. Un año después, el mismo evento la tuvo como oradora en Roma, en un panel donde contó la experiencia de reciclaje con inclusión social realizada en la ciudad. 

De aquel encuentro se trajo un rosario bendecido, que atesora como una reliquia. Pero más valor le da a esa frase que motoriza el día a día de la organización: la que los vuelve artesanos de la vida, la que los llega a seguir reinventando su propio trabajo. 

La dirigente rosarina cuenta que nació en un hogar católico, pero que los años la alejaron de la Iglesia. Sus encuentros con Francisco fueron, también, un reencuentro con su propia fe católica: “Estaba descreída. Sentía que la Iglesia no hablaba de nuestra realidad, de lo que pasaba con los que menos tenemos. Para mí eso cambia con la llegada de Francisco, porque es un Papa que empieza a hablar de los barrios y de la gente que sufre. Creo que fue una apertura de la Iglesia hacia el pueblo. Y terminé de comprobarlo en ese encuentro con él”.

Por todo eso, Crespo dice que es un día de luto y sostiene que la mejor manera de atravesar ese duelo es seguir trabajando en su prédica. “A mí me marcó mucho cuando dijo que teníamos que tener la capacidad de organizarnos para luchar pacíficamente por nuestros derechos. Eso es lo que tratamos de hacer desde el MTE: organizarnos pacíficamente para poder seguir trabajando en la adversidad. A eso le sumamos un merendero donde le damos de comer a las familias del barrio. Sabemos que no vamos a cambiar el mundo, pero aportamos nuestro granito de arena para que eso pase”, sostuvo.

Mensaje de paz

El año pasado, el Papa Francisco envió un mensaje a los rosarinos, en medio de la ola de violencia que marcó a la ciudad que nunca antes. Fueron cuatro asesinatos a trabajadores de la ciudad en solo cinco días, que tenían como único objetivo demostrar el poder de fuego de las bandas narcocriminales. En ese marco, el sumo pontífice grabó un mensaje desde el Vaticano donde llamó a “fortalecer la comunidad” para abordar la situación y pidió “respuestas complejas e integrales” de todas las fuerzas vivas de la ciudad para afrontar el fenómeno. Una respuesta que debía exceder la mera presencia de las fuerzas de seguridad en los terrenos calientes de Rosario. 

En ese video, Francisco también denunció las complicidades de distintos sectores que llevaron a esta situación y habló de la importancia de generar “consensos y diálogos” que trasciendan gobiernos y que ayuden a recuperar el tejido social. “Sin complicidades de un sector del poder político, policial, judicial, económico y financiero no sería posible llegar a la situación en la que se encuentra la ciudad de Rosario. Es necesario rehabilitar la política, que es una altísima vocación, es una de las formas más preciosas de la caridad, porque busca el bien común”, sostuvo. “La alternancia de las gestiones deben sostener la continuidad de los procesos de cambio”, añadió.

La preocupación del Papa por la crisis de seguridad en Rosario fue recordado este lunes, en una rueda de prensa brindada por el arzobispo de Rosario, Eduardo Martín (ver aparte). “Siempre se acordaba de Rosario. Teniendo la preocupación de todas las iglesias del mundo, él se tomó el tiempo de enviarnos un mensaje, de pensar en nosotros, pidiendo que crezcamos en comunidad y que dialoguemos, que busquemos la paz, que trabajemos juntos. Él reconocía que es el mejor modo de combatir la violencia”, sostuvo y agregó: “El Papa ha marcado una huella en la cual la Iglesia ha de seguir caminando. El mejor homenaje que podemos hacer es que vivamos como verdaderos hermanos en justicia y en paz”.

El Papa de las periferias

El padre Jorge Aloi, también se refirió a aquel recordado mensaje de Francisco para la ciudad. “La violencia de Rosario es parte de la realidad de una ciudad en donde convive gente que se hizo inmensamente rica, al lado de gente que vive en una situación de mucha pobreza y marginalidad”, expresó en diálogo con Rosario/12

“La primera violencia que encontramos es esa gran diferencia: que en una zona donde se produce la mayor riqueza del país y de gran parte del mundo, tengamos gente que no sabe cómo sobrevivir, gente pasando hambre. El mensaje de Francisco apunta a eso y es un tema que se repite en su papado”, añadió.

Para el cura de la Parroquia Santa Agripina, el papado de Francisco se caracterizó por una idea aperturista y de oxigenación del evangelio. Para ejemplificarlo, recordó cuando Francisco visitó una cárcel femenina de Roma, para celebrar la misa del Jueves Santo. Allí, desde su silla de ruedas, lavó los pies de doce reclusas, en una tradición que imita la última cena de Jesús. Un gesto similar recordó también el monseñor Martín al evocar la visita de Francisco a la isla de Lampedusa, donde hizo un llamado a la solidaridad para aquellos refugiados que ponen en riesgo su vida para llegar hasta Europa.

“Francisco salió al encuentro de los pobres y llegó a las periferias. La figura de Francisco generó una gran esperanza para algunas personas dentro de la Iglesia, pero también tendió puentes de diálogo hacia muchos sectores que no se sentían contenidos por la Iglesia. Intentó que el mundo se acerque un poco más al camino del evangelio”, evaluó Aloi. 

“Me parece que hay que seguir abriendo caminos, renovando la liturgia y los modos de ampliar la fe. El legado de Francisco es volver al aroma del evangelio. Ojalá que el próximo Papa pueda continuar por ese camino”, finalizó.