Marcos Herrero, conocido como el "peritrucho" por sus informes y pruebas apócrifas en distintos crímenes y casos de desaparición de personas en distintas provincias, fue condenado a siete años de prisión por plantar y manipular pruebas y testimonios en la causa que investigaba la desaparición de Facundo Astudillo Castro, en 2020, en plena pandemia.
Herrero, que ya arrastra una condena a ocho meses de prisión por el mismo delito en Mendoza, permanecerá en libertad hasta que la sentencia quede firme. También se le dictó una prohibición para salir del país y una inhabilitación para ejercer sus peritajes por catorce años.
La pena es muy cercana al pedido de la acusación, que era de ocho años. El periodista Germán Sasso, autor de los libros "Operación Facundo" y "El coleccionista de huesos", descuenta que la defensa apelará la condena.
"Quienes lo apañaron y alentaron hasta acá no pueden dejarlo solo justo ahora, porque corren el riesgo de que se enoje y cuente quienes lo ayudaron. Nadie cree que Herrero haya hecho todo esto por sí mismo", aseguró Sasso.
A la vez, advierte que es un juego que puede resultar peligroso para el reo. "Últimamente los fallos de Bahía que van a Casación terminan con aumento de pena, no con disminución ni mucho menos absolución", subrayó.
El personaje
Herrero, un policía rionegrino residente en Viedma, que finalmente fue exonerado de esa fuerza, se presentaba ante los medios y familiares de víctimas de crímenes como adiestrador canino. Se hizo famoso en aquellos años por los "hallazgos" de sus perros en varios casos, antes de recalar en Bahía Blanca.
Su accionar siempre fue sospechoso para los expertos en odorología. Ningún rastro dura más de 48 o 72 horas. Aún así, Herrero llegaba a meses de cometido un crimen y siempre encontraba un nuevo rastro. Tiene además otras causas en trámite en los tribunales de Santa Cruz, Mendoza y San Martín, provincia de Buenos Aires.
Facundo Astudillo Castro era un joven de 22 años que partió de su pueblo hacia Bahía Blanca para encontrarse con su ex novia, sin dinero y violando todas las disposiciones de la cuarentena. La policía le labró un acta de infracción. Luego, Facundo siguió su camino y se ahogó, cuando caminaba de noche por una zona de rías, intentando evadir nuevos controles.
En su caso coincidieron una serie de factores, que contribuyeron a darle a Herrero una notoriedad que nunca había logrado hasta entonces. Por un lado, la cuarentena debida a la pandemia expandió el público de los canales de noticias.
Por otro, sectores de la oposición al gobernador, especialmente del radicalismo local utilizaron el caso para incriminar a la policía bonaerense e intentar, con ayuda de Herrero y sus perros, convertir a Astudillo Castro en "el Santiago Maldonado" de Kicillof y de su entonces ministro de Seguridad, Sergio Berni.
Durante el proceso judicial, Sasso aportó como evidencia la grabación de una reunión por la plataforma Zoom del radicalismo de Villarino en la que uno de ellos afirma que "gracias al esfuerzo del partido hemos logrado instalar el caso en la agenda de los medios nacionales".
La insistencia del radicalismo local no se agotó ahí. En el mismo Zoom destacan que Luciano Peretta, uno de los abogados de la madre de Astudillo Castro, es un histórico afiliado radical.
La semana anterior, entre los bahienses, se viralizó rápidamente una de las últimas intervenciones del defensor de Herrero, Leandro Aparicio, también vinculado a esa fuerza política, que causó mucho malestar.
Allí, Aparicio comparó a su cliente con el presidente, "Javier Milei cree que habla con su perro muerto. Eso puede ser una fantasía o un error de interpretación, pero no un delito. Marcos Herrero cree que sus perros le marcan cosas".