¿Qué puede entrar en una cajita de madera? ¿Qué posibilidades de crecimiento tiene una historia que, en lugar de proyectarse por lo prístino de una pared blanca, se filtra por sus vetas? La calidez material no condiciona las obras que engendra Casa Teatro Estudio: hay fuego sí, pero también hay dolor y sueños tenebrosos. Bailes y sacrificios. Ese contraste es tan sólo uno de los encantos que ofrece este espacio creado por Martín Flores Cárdenas junto a su pareja, el escenógrafo brasieño Ruslan Alastair Silva.

En Guardia Vieja 4257, Almagro, hay una ventana de persiana americana y un fluorescente rosa colgante que no anticipa nada de lo que se encuentra al entrar. Su programación reúne a notables orfebres de la dramaturgia, juntos en este encuentro. Son Bernardita Epelbaum, directora de Maldito desierto; Nicolás Goldschmidt, de Primalión; Valentino Grizzuti por Casual de Noche; el propio Martín (Tato) con No hay banda y La fuerza de la gravedad; y Laura Nevole, actriz de Las cargas, dirigida por Christian García. Seis obras particularísimas, inespoileables y –algo no menos clave– con una complejidad tal para su traslado que al imaginarlas en otro recinto la composición se disloca. Un trabajo de cirugía molecular para estos artistas que no se amedrentan.

No hay banda, los viernes a las 20.30 | Foto: Michelle LeBrun


La habitación que oficia de espera es una cocina. Un Darth Vader sobre la heladera y las reliquias siguen: una bota texana, un perro collie de porcelana, un astronauta, playmobils sobre los cuadros. Se respira un respeto por las dimensiones y esa interacción es la que vuelve a cada puesta en escena un dispositivo único, donde lo que las iguala es ser formalmente complejas. La regla es no tener reglas, al menos no dentro de los parámetros que existen en el teatro convencional. Los tiempos de ensayo los determina el cuerpo al igual que la fecha de estreno. Los objetos que interactúan en escena estarán a merced de lo que aquella caja de resonancia disponga y, ante la asfixia que puede sentirse por la realidad, la contención de este espacio es reconfortante.

Otro desafío: la escala de esa habitación de los mil encantos. Una con espacio para 26 localidades. Entre sillas y puffs, los espectadores se ven obligados a amontonarse. El amuche es físico y auditivo: las risas, las toses o los susurros no tienen en Casa Teatro Estudio ningún modo de atenuarse. La reacción del público será una improvisación con la que los actores deben afrontarse, crear desde esa intimidad maximizada. Mientras tanto, hablan. Nico llegó acá por las clases que daba con Berni. Laura estaba dentro de la versión teatral de Lucía Seles (en la que Tato intervino) y Valentino apareció como espectador y quedó sorprendido a tal punto que volvió con banda: la de su colectivo de dramaturgia, Compañía Labrusca.

  • ¿Qué sienten que caracteriza este lugar?
  • Nicolás Goldschmidt: Acá hay una libertad muy grande pero también muy contenida. El reto de pensar algo en pequeño. Que el trabajo se estrene cuando esté buenísimo, no tener una orden que te lo esté marcando, eso le sirve a la exploración. De lo más hermoso de trabajar acá es que como primera ley se respeta al humano, eso en este momento me llama la atención.
  • Valentino Grizzuti: Pensamos que sería un buen plan hacer esto un sábado a la noche: venís de otro lado, actúas y te vas. Hay algo de ese impulso que quedó en la obra, esa especie de plan para el actor. También es importante la lógica de producción que habilita este espacio y que no funciona en otros lugares.
  • Bernardita Epelbaum: Se siente como una lupa, igual que cuando eras chiquito y te hacían ver una cáscara de cebolla por el filtro de un microscopio y veías un mundo increíble.

La fuerza de la gravedad, los sábados a las 18 | Foto: Nora Lezano


Luego de algunas experiencias en el teatro oficial, Tato Flores Cárdenas quiso replantearse su camino y, ante la disconformidad producto de la producción que obliga a tener el teatro comercial, entendió que había que construir lo propio desde el deseo. Y una vez más: con la obra en el cuerpo. Siempre indagó para su lógica propia y no hacer las cosas de tal modo "porque así se hacen". Su filosofía es "que no nos piensen, pensarnos" y actuar en consecuencia de eso, tomar decisiones ni nuevas ni tan locas: propias. Es allí, en esa dinámica que rompe la ortodoxia de agenda de los teatros tradicionales, donde se mantiene el erotismo, precisa. Tato vive acá, arriba. Así como quien da vueltas en la cama sin poder dormirse y repta en busca de algo dulce, si se desvela tiene la sala a mano. Puede construir en la ventaja de la noche. Puede probar sin que nadie lo mire. Puede actuar la mejor escena del mundo en secreto. Para crear cuando tiene ganas y no porque lo necesite.

  • El don que tiene este espacio es que a pesar de su aparente límite por su tamaño y sus características, cada propuesta es radicalmente diferente. ¿Encuentran a pesar de eso una identidad que las agrupe?
  • Laura Nevole: En todas hay algo muy genuino, la búsqueda honesta del lenguaje.
  • Valentino Grizzuti: Las convenciones de lo que se puede hacer en otros espacios acá no funcionan. Existe una gramática propia que te hace trabajar de otra forma, desde la construcción. Yo no lo podía creer, no podés imaginarlo hasta que no estás en la materialidad del espacio. Hay algo de eso que es común a todas las obras, que esquiva cierta convencionalidad del teatro porque su propio espacio propone otras.
  • Nicolás Goldschmidt: Las otras obras me hacen replantear cosas sobre la mía. Hay algo de pensar concretamente en un espacio. Para Primalión fue la base de empezar a pensar dónde estábamos, qué lugares podrían ser así, la idea de Casa, jugar con los sonidos. Cambió mi manera de ver las cosas, si pienso en una nueva obra pienso demasiado en la intervención de cada objeto que entre a escena.
  • Valentino Grizzuti: Hay otra cosa genial que tiene que ver con la relación con el espectador por fuera de la sala. Este momento pareciera que las obras deben poder explicarse en una línea para que se entienda. Y acá cada vez que se estrena algo uno quiere venir porque es un misterio, no sabés cómo te puede llegar a sorprender la sala, qué puede llegar a haber ahí, es como un ejercicio de estilo constante en esas cuatro paredes.
  • Bernardita Epelbaum: Hay algo en los modos de producción y su libertad, esa palabra que hoy es tan polémica y tiene mala prensa. Acá le das sentido a la libertad, le das entidad, podés laburar con eso. La libertad no es cualquier cosa. Maldito desierto se llama así por la sala: el color, la madera, el desierto aparece por eso.

Primalión, los viernes a las 23 | Foto: Prensa


  • ¿Qué peso tiene la fantasía?
  • Nicolás Goldschmidt: Hay una parte de lo fantástico que la conecto con lo monstruoso, que incluso habitan dentro de las personas. Cuando actúo también intento ser ese monstruo en el buen y el mal sentido, entre la fantasía y lo fantástico. Para mí tiene que ver con el hacer, mundos que podrían existir.
  • Laura Nevole: Es el tamiz que me permite sobrevivir al cotidaño (ante la sospecha del error, la actriz resalta: "no hay cotidianeidad sin daño"). Cada vez que eso se convierte en algo extraordinario, es decir que ese malestar sobrepasa por equis razones la media, entonces digo "Bueno, con esto hay que hacer algo".
  • Valentino Grizzuti: Está en mi relación con la ficción. Con Casual de noche me doy cuenta que mi tema es la relación de las personas con la actuación, con lo que no es lo real. Después le puedo encontrar un correlato menos feliz que es la neurosis, ése es el grado malo de la fantasía, esas ideas que después no suceden pero están en tu mente. Lo positivo pasa por el momento en el que el espectador se imagina una obra que no es la que va a ver, y de alguna manera la obra también es esa obra que te imaginaste mientras la estabas viendo.
  • Bernardita Epelbaum: Es un poco lo real, no se me separan. Tengo el privilegio de poder elegirlo como laburo y me parece espectacular. Es como una roca, una piedra preciosa que brilla, es hermosa, difícil de llegar a ella y te puede doler: cuidado si la pisás.
  • Tato Flores Cárdenas: Este espacio es producto de una fantasía y lo son también sus obras. Es el germen, pienso en lo vincular, en el habitar como ciudadano; uno transita la vida fantaseando con un mundo un poco mejor, tratando de acercar la realidad y la fantasía, ese camino. Hablando se me vuelve utopía: pienso en los movimientos políticos, en las obras. Cuando pienso una obra veo un yo utópico y después cuando la actúo o la dirijo se empieza a volver concreta, deja de ser fantasía y nunca es aquella obra: la obra utópica es ésa que nunca vamos a hacer. Supongo que ése es el motor de hacer una tras otra.
Las cargas, los sábados a las 20 | Foto: Prensa


  • ¿Qué pasa cuando la metodología se encuentra, se aplica y efectivamente funciona? ¿Qué pasa cuando deben volver a someterse a las convenciones?
  • Laura Nevole: Me cuesta muchísimo, pero entiendo y cambio el chip, aunque sienta que algo se pierde en esa transición.
  • Nicolás Goldschmidt: Es un entrenamiento. Uno se lleva algo de este aprendizaje e intenta aplicarlo en otros lugares. Y muchas ganas de hacer más.
  • Valentino Grizzuti: Nosotros veníamos con un ensimismamiento de los modos de producción de la escena independiente. En estos tiempos tan crueles, donde parece que sacan lo peor de cada uno, estos lugares son refugios. De pronto pareciera que hacer una obra en un teatro independiente es una odisea. Hay una cuestión de mercado muy corrida.

  • ¿Dónde encuentran la fuerza para seguir haciendo teatro en un país donde la cultura parece tener cada vez menos espacio?
  • Bernardita Epelbaum: Obstinación, terquedad absoluta. Es un trabajo y, a la vez, esto es lo que somos. No es un vehículo para algo más, se me juega algo muy identitario en relación a esta profesión, soy esto.
  • Laura Nevole: Hay algo de resignación que tiene que ver con lo económico. Es un trabajo del que no puedo vivir, tengo que hacer otras cosas que no están fuera del campo de la actuación y dirección quizás, pero sí del independiente. Por ahí para hacer una obra independiente contás con un grupo de personas que están investigando años gratis. Con el dinero de las funciones nunca vamos a recuperar el tiempo invertido y eso está naturalizado. Y después sí, sostenemos este contexto entre miles de cosas, la resistencia y la militancia.
  • Nicolás Goldschmidt: Justamente por esta realidad es que tenemos que redoblar la apuesta, en términos creativos y de expansión de ideas, en ese cruce entre la ficción y lo escénico con las personas. Hay algo de esto que sostiene a la gente, lo he visto en los ensayos como en las clases, muchas veces nos hemos juntado después de marchas, de represiones, después de perder. Y era hacer en el fracaso, mirarnos y decir: hagamos otra cosa que durante un rato se sostenga. Vengo pensando que el encuentro con el fracaso, si cada vez avanza más la violencia, la desidia, el abandono, la ignorancia hacia ciertas cuestiones culturales, que me agarre haciendo esto.
  • Valentino Grizzuti: El teatro es un lugar liminal, el punto en donde pueden encontrarse la realidad y la fantasía, algo ritual. Es el sentido de comunidad mediado por el vínculo entre algo mayor y algo tangible.
  • Tato Flores Cárdenas: Confío en la intuición. Este es un lugar de fantasía quizás, donde comés y no lavás los platos. Algo de la lógica de producción tarda en bajar al cuerpo, y por ahí está bueno ir a otros espacios y tratar de llevársela, tratar de imponerla como una condición no tan descabellada. Es difícil, pero es un trabajo de adaptación, mi idea es que sea una forma de habitar el mundo.
Maldito desierto, los lunes a las 20.30 | Foto: Prensa


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