Ayer me tocó asumir como diputada del Parlasur. Cuando se piensa en organismos de este estilo suelen verse apartados de nuestras realidades más cotidianas, sin embargo, son todo lo contrario. Para empezar, voy a asumir en un Parlasur en donde Milagro Sala debiera estar sentada, pero no puede porque está detenida ilegal e ilegítimamente por ser mujer, coya y militante. 

La realidad de nuestro continente duele cada día más. Las nuevas derechas han avanzado en nuestros países impulsando la agenda del despojo, la individualidad y las grandes corporaciones económicas. Y no solo eso, sino que han puesto en cuestión el mismo estado de derecho. En esta nueva era nos volvemos a encontrar con golpes de Estado, como es el caso de Brasil, Paraguay u Honduras, y con persecución política. Esta semana eso quedó clarísimo en la Argentina a raíz del pedido de desafuero de Cristina Fernández de Kirchner y de otros ex funcionarios, sin ningún fundamento judicial serio. Se utiliza el tridente del poder ejecutivo –mediático– judicial para atacar a las oposiciones. Es que para aplicar el ajuste que quieren necesitan de la represión y el disciplinamiento.

Las mujeres somos las que nos llevamos la peor parte de este modelo. Tenemos los trabajos más precarios y peor remunerados, somos la primera variable de ajuste porque se recortan políticas públicas que nos tienen como principales destinatarias. El presupuesto para luchar contra la violencia machista es de los primeros que se quitan en el programa neoliberal. También crece la pobreza y con eso la feminización de esa pobreza. Las mujeres somos el 70% de las personas en situación de pobreza en el mundo, y los datos son similares en nuestra región.  

Por eso es que el Parlasur es fundamental, porque allí nos encontramos con otras hermanas y hermanos de la Patria Grande para enfrentar esta avanzada. Las mujeres no estamos dispuestas a ser víctimas, como nos proponen, sino que nos plantamos para defender la libertad y la justicia. Somos las primeras que le hicimos un paro a Macri, y somos las protagonistas de las marchas más masivas a lo largo y ancho del continente. Cuando las mujeres vamos conquistando nuevos espacios de representación esas instituciones u organismos se transforman. Nuestra llegada al Parlamento del Mercosur será para impulsar y fortalecer los lazos que venimos tejiendo entre las distintas organizaciones y entre los distintos países. Hemos logrado fortalecer un campo popular, nacional y regional, que no está dispuesto a retroceder, que crea nuevas alianzas, nuevos objetivos.

Pero no nos conformamos con resistir porque nos mueve el deseo y el feminismo popular quiere seguir avanzando. Tenemos que recuperar la experiencia de la organización social de los cuidados que impulsa Uruguay o la legalización del aborto que ese país logró evitando miles de muertes de mujeres, debemos recuperar la historia de lucha de las mujeres y el movimiento LGTBI en Argentina que logró leyes y derechos reconocidos internacionalmente, de las mujeres paraguayas que reconstruyeron un país –luego de la infame guerra de la Triple Alianza–  y aún hoy lo siguen sosteniendo. Entre otras luchas que debemos retomar. Es la historia de los desafíos; de crear lo nuevo cuando parece que todo es viejo; de soñar nuevos futuros, tejer y re-tejer los lazos sociales que el capitalismo va degradando y resquebrajando, pero que nunca logra romper.

Nuestra tarea será sumar un escalón más hacia la integración de nuestros pueblos, y aportar para que ese mar de mujeres que viene peleando por un mundo más justo se transforme en un océano imparable.

* Diputada del Parlasur.