En su reciente adaptación de El Eternauta, Bruno Stagnaro asumió el desafío de llevar uno de los relatos más emblemáticos de la cultura argentina a un lenguaje visual contemporáneo. Desde abordar la complejidad de un cómic considerado inadaptable hasta capturar la esencia de un Buenos Aires distópico, el director compartido en entrevistas los retos técnicos y narrativos de este proyecto ambicioso que acaba de llegar a Netflix.
La visión creativa de la serie
Bruno Stagnaro, reconocido por su trabajo en obras como Pizza, birra, faso y Okupas, combina lo familiar con lo innovador al situar la historia de El Eternauta en un futuro cercano. Mientras los seguidores del cómic original identifican referencias a su infancia, la versión de Stagnaro propone una mirada actualizada. Sin abandonar el misterio ni la tensión de la obra fuente, logra preservar el tono de ciencia ficción característico, al tiempo que representa una Buenos Aires devastada por un apocalipsis.
En su conversación con la Revista Ñ, Stagnaro resaltó cómo el cómic revive una memoria cultural: "En este universo reconocemos nuestra Buenos Aires, nuestras calles, pero bajo una capa de catástrofe universal. Es un reflejo de nuestro contexto actual, una invitación a reflexionar sobre nuestras realidades". No obstante, las complejidades de adaptar una historieta de publicación semanal exigieron cambios estructurales. "Cada tres páginas había un giro impactante", explicó el cineasta. La transición al formato serie requirió ajustes significativos para mantener la atención del público.
Construyendo un mundo apocalíptico creíble
La adaptación no solo implicó trasladar elementos visuales del cómic, sino también resolver desafíos logísticos. Patricia Conta, diseñadora de vestuario, junto a los directores de arte María Battaglia y Julián Romera, enfrentaron la tarea de representar un Buenos Aires cubierto por una nevada letal. Cada escena refleja un caos meticulosamente planeado, desde el uso de sombras hasta las texturas y la paleta de colores que retratan una ciudad sumida en condiciones climáticas extremas.
Conta recordó: "El reto era respetar la estética y el simbolismo original, pero adaptarlos al lenguaje actual. Desde cada detalle del vestuario hasta las sombras en los escenarios, el trabajo en equipo fue minucioso para garantizar que la historia conservara su autenticidad". Esta dedicación no solo traslada el clasicismo visual a la modernidad, sino que convierte a la ciudad en un personaje central de la trama.
Un viaje marcado por la colaboración creativa
Durante el rodaje y la producción, El Eternauta representó un esfuerzo colectivo excepcional. Mantener la identidad de la obra original no fue sencillo: "El dilema constante entre creatividad y fidelidad fue parte de cada día", señaló Conta. "Fue la complicidad dentro del equipo lo que permitió capturar la esencia de la historia sin caer en enfoques simplistas".
Las expectativas alrededor de El Eternauta alcanzan niveles históricos, y los involucrados confían en que renovará el interés por la obra original en nuevas generaciones. La serie no solo explorará nuevas interpretaciones del universo apocalíptico, sino que podría motivar un redescubrimiento literario para quienes se adentren en el gélido invierno ideado por Oesterheld.