A la memoria de nuestra memoria.
No sé si lo sabrá usted, querido lector, pero probablemente lo intuya, que dentro de ocho días los habitantes de CABA vamos a sufragar. No elegiremos en esta ocasión "el destino de la patria" ni "liberación o dependencia"; mucho menos "apresurados o retardatarios", "fritas o al horno", "fresco y batata o mar del plata y membrillo", "presidente", "gobernador" o "con quién pasamos las fiestas". Nononononó.
Lo que vamos a elegir quienes votemos en esta ciudad es la mitad de los legisladores del parlamento porteño. La trascendencia de este acto queda librada a su juicio, lector, porque podrá usted decir que "hay dos modelos en pugna" (personalmente, yo veo uno en auge y ninguno que se le oponga, pero, en todo caso, no sé si esta elección dirime eso); o que está en juego del futuro de la patria (a veces me parece que ya se lo jugaron y lo perdimos porque, teniendo el As de Espadas, nos fuimos al mazo) o "Patria o colonia", o "Colonia de estos o colonia de aquellos" o "Libertad (de mentir) o kirchnerismo" (que solo es kirchnerismo en la boca de quienes no lo quieren) o "izquierda unida o dividida (la izquierda suele jugar su propio clásico de los clásicos), o "fachos cool" versus "fachos con ganas" versus "fachos pero que se note"... Perdón por tantas opciones, aunque son solo una parte de la enorme cantidad de ofertas para todos los gustos de este Black Sunday Top Sale.
Como quizás perciba el lector, estas elecciones no me provocan gran entusiasmo, y no siento que sea porque yo haya cambiado de camino, sino porque vino una empresa y se llevó el camino y lo puso en otro lado. O le cambió la dirección y el sentido. O alguna otra cosa.
De hecho, no parece estar presente el debate que durante estos últimos 40 años acompañaba nuestras elecciones: los vecinos y vecinas discutiendo amable o vehementemente los planes, los proyectos, los candidatos, las historias, los futuros.
Ahora discutimos cómo hacer un asado para cinco con dos patamuslos y la foto de un chorizo, o si es más correcto llevar el fin de mes al día 15 o al 10 para que todos lleguen, o si "el salvador" vendrá de la política, de la economía, de la religión, de la ciencia ficción, o (mi opción) "no vendrá un joraca".
También se redefinen términos como "libertario", "progresista", "derecho", "trabajo" "pensamiento", y la mayoría de estas nuevas definiciones son mucho más pobres que las que antes correspondían a los respectivos significantes. Otras palabras, como "salario", directamente se fueron del diccionario rumbo a algún dialecto o al lenguaje de las fábulas.
No pude dejar de recordar una reunión antes de las PASO del 23, con asado, empanadas y buena bebida (a quien desconozca estos términos: eran de uso corriente hasta hace un par de años, puede consultar), donde escuché a gente "progre" decir cosas como estas:
· "Yo lo votaría a Grabois pero tengo miedo de que gane". "Pero cómo, ¿no tenés ganas de que gane?". "Bueno, sí, pero no, pero sí, digamos no, pero en verdad sí, pero mejor no, porque mirá si…, y mirá si no…".
· "Yo en el 2015 me morfé el sapo y lo voté a Scioli; en el 2019 me morfé el sapo y lo voté a Alberto… y, la verdad… ¡le estoy tomando el gustito!".
· "Yo la voto a Bullrich para que le gane a Larreta y después pierda contra Massa, que tendría que ganarle a Grabois para que ambos clasifiquen a la final".
· Uno con cara de "yo debería hablar de esto en la tele pero nadie me invita" sostuvo: "Grabois le aporta votos a Massa por izquierda, pero eso lo debilita frente a la postura moderada de Larreta, quien a su vez lo puso de vice a Morales para mostrarle a Bullrich que tiene el machete más grande que ella, que coquetea con Milei para conseguir el voto desaforado. ¡Un ansiolítico, acá!".
· ¡Otro propuso "votar a la derecha para que no gane la derecha"!
Sí, esto escuché en 2023. Hoy, sin fiestas y por las calles de mi barrio, escuché otras cosas:
· "La derecha esta peleada entre sí, la izquierda está peleada entre sí, el peronismo está peleado entre sí, los progres están peleados entre sí, así que yo el 18, en vez de votar, me voy a pelear con mi mujer".
· "Yo voy a votar al candidato que prometa más despidos, porque sé que los políticos nunca cumplen sus promesas".
· "En casa, la que decide a quién votamos es la tele".
· "Mi hijo me preguntó si se puede votar con QR por Mercadopago".
· "Yo siempre fui peronista, así que voy a votar a…, a…, ¡¿a quién voto?!".
· Yo siempre voté a los radicales, así que ahora voy a votar a..., a..., ¡¿a quién voto?!
· "Yo siempre voté a la izquierda, así que ahora... ¿¡a quién voto!?".
· "¿Te acordás que antes te daban una zapatilla antes de las elecciones y la otra después? ¡Bueno, los de ahora te sacan una zapatilla antes y la otra después!".
· "Yo soy opositor, así que voto al PRO, para poder seguir siendo opositor".
· "Yo quiero ejercer el 'voto castigo', pero todavía no decidí a quiénes voy a castigar".
· "Yo soy capaz de votar al vocero para que deje de ser vocero".
· "Yo no sé si voy a votar. Porque ahora la boleta es electrónica, y tengo miedo que me lo sumen en la tarifa de la "electronicidad".
· "Estoy entre Marra y Adorni…, ¡a esta ciudad le falta circo!".
· "Yo todavía no decidí a quién votar… ¡Es que a ningún candidato le tengo taaanta bronca!".
· "Al oficialismo le dicen 'bondi 42', porque nos está llevando a la Chacarita".
Seguramente, querido lector, usted habrá escuchado cosas de esta y otras calañas. Puede sumarlas, si es su gusto, en la sección "comentarios".
¡Votemos, y que sea con salud!
Sugiero acompañar esta columna con el video estreno de Rudy-Sanz “la propia agenda”, episodio 6 de la serie “¿Cómo llegamos a esto”?: