El Índice de Precios al Consumidor interanual de Estados Unidos bajó una décima y se ubicó en el 2,3 por ciento, luego del retroceso de tres décimas registrado en marzo. En ese contexto, el dato toca mínimos en más de cuatro años. 

En términos mensuales, el IPC general subió un 0,2 por ciento, por debajo del 0,3 por ciento que esperaban los analistas, lo que sugiere que las presiones inflacionarias se mantuvieron contenidas a pesar del contexto incierto generado por las tensiones comerciales y la política arancelaria. 

Por su parte, la inflación núcleo —que excluye alimentos y energía— se mantuvo en 2,8 por ciento interanual, sin cambios respecto al mes anterior.

Aunque estos datos no ofrecen aún una base sólida para que la Reserva Federal comience a recortar las tasas de interés, sí confirman que el proceso de desinflación avanza.