Desde Montevideo

A las cinco de la tarde, una multitud cantó "Don José", himno popular de los uruguayos, frente al ataúd con los restos de José "Pepe" Mujica. "Oriental en la vida y en la muerte también", corearon. Fue el epílogo de dos días de funerales del expresidente en el Palacio Legislativo. La figura de Mujica trascendió su país: lo despidieron el mandatario brasileño, Luiz Inácio Lula da Silva, y su par chileno, Gabriel Boric, quienes habían viajado 25 horas desde China. 

Unas decenas de miles de personas desfilaron durante las dos jornadas para un último adiós al veterano dirigente de izquierda y referente en América latina. El velatorio transcurrió adentro del Parlamento, en el Salón de los Pasos Perdidos, donde cada persona lo homenajeó a su manera. Gestos como un puño cerrado hacia arriba, entrega de banderas, flores y cartas. Algunos se persignaban. Una mujer cantó un fragmento de "Gracias a la vida".

Uno de los amigos entrañables del Pepe, el presidente Lula da Silva, llegó a las tres de la tarde, visiblemente conmovido. Se abrazó con Boric y con su par uruguayo, Yamandú Orsi. Lula se mantuvo de pie largos minutos frente al ataúd envuelto con la bandera uruguaya. Luego se sentó al lado de Lucía Topolansky y conversó con la esposa de Mujica en un espacio habilitado para las personalidades políticas y familiares. El líder chileno despidió al exmandatario en silencio.

Sin odio 

"Una persona como Pepe no muere. Pasó 14 años en la cárcel y salió en libertad sin odio hacia las personas que lo apresaron y torturaron. Hay seres humanos superiores y Pepe fue un ser humano superior”, diría Lula luego en una breve declaración a los periodistas, entre ellos Página12, pero sin posibilidad de hacer preguntas. 

Con los ojos humedecidos, el mandatario brasileño continuó elogiando la estatura política de Mujica.  “Conocí a mucha gente en mi vida, pero Pepe era una figura especial, cariñosa, de quien aprendí a respetar y seguir cada paso que daba cuando asumió la presidencia. No podía dejar de despedirme de él y de su esposa”, dijo, quien había visitado a su amigo en diciembre pasado, en la chacra de Rincón del Cerro.

Mujica murió el martes a los 89 años en su casa en las afueras de Montevideo, que compartía con su compañera de vida de los últimos 40 años. La misma casa donde vivieron durante la presidencia del exguerrillero tupamaro (2010-2015).

Rehén

Lucía Topolansky, exvicepresidenta, estuvo acompañada todo el tiempo de amigos. correligionarios y funcionarios del actual gobierno del Frente Amplio. A su turno se sentó junto a ella Mauricio Rosencof, uno de los nueve rehenes de la dictadura. Fue quien escribió, junto a Eleutorio Fernández Huidobro el libro Memorias del Calabozo, en donde narraron la tortuosa experiencia que vivieron junto a Mujica, Raúl Sendic, Jorge Manera, Henry Engler, Adolfo Wasem, Jorge Zabalza y Julio Marenales, a quienes tuvieron rotando entre cuarteles de todo Uruguay. “Ese largo viaje de nueve rehenes de la tiranía duró, exactamente, 11 años, seis meses y siete días”.

Entre los más cercanos a Mujica se encontraba el músico Mario Carrero, quien le dijo a esta cronista que el Pepe le encargó una canción. "Me pidió que escriba sobre los primeros desaparecidos que tuvo esta tierra: los soldados de Artigas, que murieron sin nombre". Carrero lo visitó el jueves pasado y tocó 15 temas con la guitarra. Se reconoce como la generación de artistas que continuó el legado de Los Olimareños y Alfredo Zitarrosa. 

Afuera del Parlamento, la peregrinación era una constante. "Me aguanté  de venir, porque yo lo siento en el corazón, pero al final, vine. Para mí, el Pepe es lo mejor de nosotros, es nuestra esencia. Nos enseñó a vivir plenamente, estoy muy emocionada, no sé que más decir", dijo Marta Bazzano, psicóloga de vocación. 

"Yo nunca voté a Mujica", interrumpió a modo de presentación Estrella García, que hace prendas de vestir. "Tenía algunas controversias políticas, porque abría la boca más de la cuenta. Pero fue el único político que yo conozco que vivió como predicó. Se va un pedazo grande de la política uruguaya. Era del pueblo y para el pueblo. Le tengo mucho respeto. Cuando él salió de la cárcel, fui a una charla en una cooperativa de vivienda y le pregunté a Mujica qué significaba para él su mamá. Y él me dijo ´cuando uno entra en la lucha armada las madres son todas, no es una sola´". 

"Estoy llegando"

"No me voy, estoy llegando", se podía leer la frase memorable de Mujica escrita en una bandera gigante del Movimiento de Participación Popular (MPP), su partido, colgada en la explanada del Parlamento. El MPP forma parte de la coalición gobernante. 

El expresidente es considerado por muchos como un padre. Con su partida, se despide a una forma de hacer política. Mujica, junto a Tabaré Vázquez y Danilo Astori, formaban una suerte de trilogía del Frente Amplio. Esa ausencia de pesos pesados interpelará a las nuevas generaciones de políticos. Pero también deja al ciudadano de a pie con la sensación de orfandad. 

"Es el padre de muchos", dijo Valeria Ribero, trabajadora social, de 46 años. "En la crisis económica ayudó con techo y comida. Por ejemplo, impulsó el Plan Juntos, para que las jefas de hogar pudieran tener su propia vivienda. Aparte, donó su sueldo".

 Mujica fue un político que hizo de la austeridad su sello y tuvo una presidencia que algunos llaman "la revolución tranquila", con reformas clave como la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la liberación de la producción y comercialización del cannabis. 

 Su forma de vivir tranquilo en la chacra, cultivando flores y andando en tractor, despertó la curiosidad en los medios del mundo. Amante de la naturaleza, cultivó flores desde niño, para ayudar a su madre, Lucy Cordano. Su padre, Demetrio Mujica, murió cuando él tenía 16 años. El apego a la tierra y su hablar campechano han sido sus marcas distintivas. No es casual que Mujica decidiera que sus restos fueran incinerados y esparcidos bajo un árbol donde están las cenizas de su perra Manuela. 

"Pepe es como Gandhi. Con su profundo arraigo por su gente, lo puedo comparar con él, quien también hizo tanto por su pueblo. Pepe vivió en su chacra con limitaciones hasta edilicias, pero tenía una compañera guerrera, también, en todo sentido", dijo Alberto Torterollo, jubilado de la asociación de carniceros.

"Pepe, querido, el pueblo está contigo", gritó la multitud en los minutos finales de la despedida. Y luego, un aplauso colectivo.