Los ecos del abrazo colectivo del fin de semana pasado se siguen sintiendo con fuerza en Jujuy, donde la asamblea de mujeres, lesbianas, trans y bisexuales para exigir la libertad de Milagro Sala y lxs presxs políticxs (abrumadora mayoría de presas) dejó efectos que siguen surcando los cuerpos. A Pachila Cabana, por ejemplo, que pasó 10 meses detenida y hoy espera un juicio en libertad, la impulsó a inscribirse en la carrera de locución. Durante años, Milagro –a quien llama su madre– le insistió para que estudiara. Fue al escuchar las barbaridades que decía el periodista Fernando Calvetti cuando se convenció de que tenía que tomar su propia voz. “Me di cuenta de lo importante que es. No nos van a venir a tirar todo lo que hicimos. No voy a permitir que a mis compañeras, a mi jefa, a mi amiga y madre, como siempre le dije a Milagro, las sigan ninguneando. Así que hablé con una periodista, una locutora muy conocida y me fui a inscribir a locución, porque voy a hacer radio. Esto es impresionante, hoy no podemos salir a decir a ningún lado, ni a hablar de lo que hicimos, porque nadie te escucha en Jujuy”, cuenta Pachila, todavía emocionada.

Además de su efecto político –en los medios hegemónicos de la provincia, se siente el desconcierto de lxs periodistas–, la asamblea Jallalla Mujeres y su movilización hasta el penal de Alto Comedero caló en el ánimo de las detenidas. “Milagro, después de sentir el apoyo y esa fuerza que trajeron las chicas de toda la Argentina, obviamente que está muchísimo mejor, sabe que tiene un apoyo muy fuerte afuera. Después de haber tenido la organización más grande del país, y que el gobernador (Gerardo Morales) llegue a detenernos, sabiendo todo lo que trabajamos, lo que hemos hecho…” , masculla su bronca Pachila, sentada en un banco del instituto terciario Tupac Amaru. “El terciario, el secundario, fue lo último que se entregó, porque la verdad que este gobierno juega con la necesidad de todos nosotros. El personal aguantó prácticamente dos años, y hasta ahora hay un grupo muy grande de porteras que no cobran”, cuenta.

En Jujuy no resulta fácil. Hay que tener coraje para acompañar a la Tupac, una adhesión que es bastardeada cada día. “A la asamblea la vivimos emocionadamente, y es fantástico, porque lo que se vive acá, en la provincia de Jujuy, es estar sometidos a atropellamiento de la policía, de investigaciones, de policías de civil que nos sacan fotos, están filmando, poniendo drones”, cuenta Victoria Laura, militante de la Tupac. “Aparte, las personas son amedrentadas. Por ejemplo, el mismo día que una compañera fue a movilizarse, entraron a su casa a sacarle la computadora. Mirá hasta donde llegan”, denuncia.

La persecución que se vive hace difícil magnificar el valor de la Asamblea, diciéndole a Morales que su dinero y su poder no frenarán la fuerza de las mujeres organizadas. “En esas cosas te ponés a pensar, y decís, el mismo día que las Madres de Plaza de Mayo instituyeron como el día de la resistencia, las tupaqueras se reúnen a gritar por la libertad de su líder. La posibilidad de salir con otras, multiplicar las voces, hacerse oír en todo el país, las saca del aislamiento que impone Morales. Y Victoria también festeja que “esta asamblea multitudinaria de mujeres, que vinieron de distintas provincias, fue un boom para Jujuy, porque creían que estábamos marginadas. Ahora, muchos periodistas, informativos locales, que no son pagados, están informando de lo que se vivió entre el 8 y 9”.

Para Carla Nieto, de Calilegua, lo ocurrido el fin de semana “sienta un precedente político y marca un camino”. “Nosotros ya lo venimos teniendo, pero con más fuerza ahora, sabiendo que el país nos apoya y repudia al gobernador Morales”, considera esta mujer, candidata a concejala por Unidad Ciudadana en las últimas elecciones. “Fue muy emocionante, nosotros íbamos adelante, las compañeras de todo el país emocionadas por ver a Milagro, desde afuera, pero verla al fin. Sabemos que la Flaca ha tenido una alegría inmensa, sabiendo que muy pronto va a ser trasladada”, afirma en relación al fallo de la Corte Suprema de Justicia que ordena la prisión domiciliaria. “El mensaje que dejó Milagro es que agradece a todas las mujeres, de distintas provincias, por haber venido a apoyarnos en esto que estamos atravesando, porque cualquiera puede tener persecución política”. 

Si Milagro es la bruja del siglo 21, como definió su abogada Elizabeth Gómez Alcorta en este suplemento, si la cárcel es hoy la forma de disciplinarla para que ninguna otra mujer se atreva a desafiar los preceptos del patriarcado, hay que decir que el enfrentamiento con el patriarca mayor de la provincia fue determinante. “Quien pagó la candidatura de Morales fue Pedro Carlos Blaquier, propietario del ingenio Ledesma, responsable por cientos de desapariciones. Por eso, nosotros salimos todos los 24 de marzo, lo denunciamos por genocida. El tendría que estar condenado. Qué injusto, ¿no?, que él pueda salir del país como quiera y Milagro, que es la luchadora, la defensora del pueblo jujeño, que es diputada del Parlasur, esté detenida”. Carlos Pedro Blaquier fue procesado en 2012 y 2013 por privación ilegal de la libertad. Sin embargo, la Cámara de Casación Penal le dictó la falta de mérito. Son los mismos magistrados que confirmaron, años después, el procesamiento de Milagro Sala. “Cuando Blaquier fue acusado (por la Noche del Apagón, en 1977, en general San Martín), le dijo a Milagro: vos vas a estar en el banquillo. No me voy a olvidar de esas cosas”,  rememora Laura, que tiene marcada en el cuerpo la enseñanza de “la Flaca”, la mujer que se plantó frente al poder de su provincia. “Milagro nos enseñó que podemos estudiar a la vez que trabajar, para que el día de mañana defendamos nuestros derechos, para que podamos discutir con la cabeza alta con un empresario, un gobernador o un diputado. Milagro nos decía que con la gente trajeada es con quienes menos teníamos que agachar la cabeza. Nuestra ideología es educación, salud y trabajo. Por eso, nosotras tenemos que discutir y pelear con el gobierno”. Así, la asamblea del 8 y 9 de diciembre entrelaza las fuerzas del movimiento de mujeres de todo el país con esa experiencia profundamente revolucionaria nacida en lo más alto de la Argentina, allí donde los pueblos originarios tenían un solo destino prefijado, y se organizaron para torcerlo.