¿Cuál es la fórmula para que una banda se mantenga unida durante más de quince años? Las historias de grupos que se separan son abundantes, pero Pérez parece haber encontrado la alquimia perfecta para seguir en movimiento: una combinación sutil entre el oficio, la pasión por la música y, como resaltan todos sus integrantes, una base muy sólida de amistad.
“Creo que lo que nos mantiene juntos después de tantos años, además de la música, es que somos amigos”, dice Diego Goldszein, bajista de la banda platense que se mueve en las fronteras entre el rock, el pop y el indie.
Ramiro Sagasti (voz y guitarra), Martín Lambert (batería) y Diego Goldszein formaron Pérez en 2008, cuando se juntaron a comer una pizza en el barrio porteño de Villa Crespo. Ensayaron unas seis veces y llegó la primera fecha en Ciudad Vieja, un bar de La Plata, que compartieron con otra banda platense llamada Villa Elisa. “Unos verdaderos amigos: nos invitaron a tocar sin conocernos como grupo”, recuerda con cariño Sagasti.
Desde ese momento lanzaron siete discos de estudio: Pérez (2010), 17 canciones para autopista (2012), La hora de los pájaros (2015), Caracas (2017), Danza (2019), Curiosa exhibición de habilidades de un corazón (2023) y Enero (2024). Su último lanzamiento fue Demos Vol. 1 (2025), una antología de material inédito.
Con el paso del tiempo, los intereses estéticos de la banda cambiaron, y con ellos, su sonido. Sagasti explica: “Los discos fueron cambiando a medida que fuimos cambiando nosotros, teniendo interés por otras cosas. El germen de la experimentación se mantuvo siempre, por suerte. Nos relacionamos con la música desde la curiosidad y buscamos escaparle a los paradigmas, a los discursos establecidos. Los últimos dos discos quizá se parezcan más a los primeros porque suenan menos cosas. Me parece que en esos trabajos hay un retorno al origen”.
A la hora de componer, cada integrante tiene sus propios jeites. Sagasti cuenta que él necesita trabajar la música y la inspiración todos los días. Goldszein, por su parte, opina que “la inspiración viene medio desordenada, no sé si hay un método”. Lambert puntualiza que no trabajan desde una idea o un concepto previo, sino que le dan lugar a la improvisación. Algo se deja librado al azar y, después de esa “primera mancha de inspiración” —un poco a la Francis Bacon, el pintor británico que construía sus imágenes a partir del azar y el accidente—, buscan edificar y delinear sobre eso la voz de Pérez.
Sagasti profundiza: “Nos vinculamos con lo que sucede a nuestro alrededor y permitimos que eso modifique la obra. Tanto para la música como para las letras, a veces aparecen sonidos que salen de la naturaleza, ritmos que podemos escuchar en los pájaros o en un auto que pasa por el otro lado de la ventana. Permitimos que eso inesperado ingrese a nuestra mesa de trabajo en vez de buscar un concepto previo, o querer decir algo específico de antemano. Muchas veces nos damos cuenta tiempo después de lo que quisimos decir”.
El público suele elogiar la poesía de Pérez, que se caracteriza por hablar desde un yo lírico sencillo, transparente y franco: “Tus manos tienen para mí/ palabras importantes”, “A la hora de los pájaros/ decidí quedarme quieto” o “Ya puedo imaginármelo/ en la ruta con vos/ la parte de atrás del camión/ se ve perfecto el resplandor/”, por dar algunos ejemplos. Sagasti reconoce que en la banda son todos “muy lectores”, y que cada tanto en sus letras aparece alguna referencia literaria. Para el próximo disco, por ejemplo, adelantan que va a haber una cita de Borges. Algunas de las lecturas que ahora recorren su imaginario son César Aira —con quien Sagasti cree que comparten cierta forma lúdica de encarar el trabajo—, la autobiografía del músico Daniel Melero (editada por Caja Negra) y el escritor francés Michel Houellebecq.
Con respecto al presente de la escena musical, Goldszein señala que hoy hay una efervescencia, una necesidad de ver música en vivo: “La gente tiene ganas de salir a escuchar música. Noto que eso está pasando, no sé bien a qué se debe. No creo que sea solo algo post pandémico; tal vez tenga que ver con la coyuntura, con todo lo que está pasando en la economía. Eso que falta ahí repercute en el deseo de pasarla bien rápido, de salir, de vivir algo más o menos real, algo que no sea virtual. En este contexto vuelve a aparecer, con más fuerza, esa gente a la que siempre le gustaron propuestas de nicho, y se suma otra: la que por ahí antes se quedaba viendo el video del concierto en casa, que ahora tal vez trata de ir a verlo en vivo”.
Esta necesidad afecta a lo artístico. Sagasti opina que “la masividad produce modas que, en realidad, son como una simplificación de lo que está ocurriendo a nivel estético. Pasó durante el movimiento hippie, pasó en los noventa y pasa ahora también. Entonces, en esa efervescencia, en ese estado del arte, uno encuentra cosas muy genuinas, pero también encuentra la simplificación de todo eso”.
La banda toca en vivo casi todos los fines de semana. Lambert dice que este gesto es “la columna vertebral” del proyecto. “¿Qué es lo que nos mantiene juntos más allá de la inspiración, el arte y la amistad? Que nos gusta realmente ir a tocar. Nos gusta como a quien le gusta ir a jugar al fútbol, nos gusta más allá del resultado. Conectamos mucho con nuestra audiencia, y eso repercute y retroalimenta las ganas de hacer canciones nuevas. Tomamos esa información que nos da el vivo y la transformamos en ideas nuevas. Es parte de la maquinaria que nos hace seguir tocando”, cuenta el baterista.
Con tanta energía puesta en el vivo, aparece la pregunta por las plataformas digitales. Lambert ríe y explica: “Somos poco plataformeros”. Si bien cumplen con tener al día su Spotify, la banda confiesa no seguir el ritmo de publicaciones que propone la app, aunque les sorprendió gratamente ver que acumulaban oyentes en todas partes del mundo.
Recuerdan con cariño Fotolog, red social por la que difundieron sus primeros shows, y MySpace, el primer sitio en el que subieron su música. Fue durante esa época que grabaron su primer disco en CDR (por las siglas en inglés de Compact Disc Recordable, Disco Compacto Grabable en español), que repartían por la ciudad de las diagonales como tarjeta de presentación. El disco venía en una cajita transparente reutilizada —que habían encontrado en la basura— y tenía la foto de un pequeño robot, que Sagasti todavía conserva.
Ahora están trabajando en su próximo disco, que retoma la paleta de colores de los últimos dos. “Va a ser una trilogía”, dicen, y esperan poder lanzarlo en primavera. Como capricho musical, siempre prima la idea de tocar con amigos. La banda está en el día a día; la mayor ambición es poder seguir haciendo música y “que no se apague la llama”, esa que los mantiene componiendo desde hace tantos años. “No queremos hacer música que sea un homenaje a Pérez”, dice Sagasti. “Queremos hacer siempre música nueva”.
“El éxito, para nosotros, es ese poder”, concluye Lambert. “Tener la capacidad de sostener esa llama que está desde el principio: a veces en piloto, a veces en máximo, pero mantenerla. Eso es lo que nos haría más felices”.