La victoria del oficialismo nacional en las recientes elecciones porteñas admite varias lecturas. ¿Qué análisis se puede hacer desde la provincia de Buenos Aires, a cuatro meses de la elección provincial, sobre el cierre de listas y a las puertas de una nueva campaña? Sobre todo considerando que Buenos Aires, junto con La Pampa, Formosa y pocas provincias más, se encuentran en situación de resistencia, como la aldea de Asterix. En algún momento, se debe salir a la reconquista de los territorios perdidos, porque en esta condición sí o sí es transitoria.

La Libertad Avanza es una minoría intensa y por ahora le alcanza con eso. Parecen más porque son ruidosos, porque son expertos en amplificar su imagen para simular una mayoría que no tienen, pero son una minoría intensa. Minoría, porque fueron votados por el treinta por ciento de la mitad de los porteños. Intensa, porque están dispuestos a defender el aumento de muertes por accidentes viales y el blanqueo de dólares físicos a la medida del narcotráfico. Y es más que probable que esa minoría sobreviva al gobierno que la parió.

Mientras las distintas fuerzas de oposición permanezcan en estado de shock y/o dispersas, el gobierno mantendrá la centralidad, el manejo de la agenda y podrá seguir avanzando (cada vez más rápido) hacia el abismo, o hacia la Argentina Grafton. Es un dispositivo precario, que necesita del aislamiento y el letargo del resto del sistema político para prevalecer.

Otra conclusión es que la mayor parte de la sociedad ya se cansó de ellos. Las elecciones suelen ser, básicamente, plebiscitos sobre la realidad y la realidad es responsabilidad del gobierno de turno. En ese sentido, desde las sociedades primitivas en las que el jefe era el intermediario con los dioses, que debía garantizar buenas lluvias para abundantes cosechas, hasta los videos fake con IA, poco ha cambiado. Los que no fueron a votar, en CABA como en Salta, Jujuy, Chaco y San Luis, tienen un elemento común. Votaron a Mauricio Macri para terminar con el kirchnerismo, votaron a Alberto Fernández para terminar con Macri y a Javier Milei para terminar con todo. Se quedaron en su casa porque Milei no es lo que esperaban. El desgaste es inherente al oficialismo, pero este es llamativo y prematuro.

La mayoría de los electores, especialmente en países de tradición cristiana como la Argentina, está dispuesto a tolerar penurias presentes, si ve un horizonte de mejora a futuro, poco importa si este es real o imaginario. Básicamente, porque queremos que nuestros hijos vivan mejor que nosotros y la idea opuesta se nos hace intolerable. Desde el “hay que pasar el invierno” de Alsogaray al “estamos mal pero vamos bien” de Menem o el “segundo semestre” de Macri, la derecha es experta en correr el arco. También en esto, Milei fue una excepción: no fue votado con esperanza sino con enojo. Pero, a un año y medio de asumir, el mismo enojo que supo capitalizar comienza a volverse también hacia él, a incluirlo, en tnto responsable de esta epnosa realidad. Al responsable del presente le es muy difícil ofrecer futuro, como le ocurrió a Massa en 2023.

Más allá de cómo se ordene la oferta electoral de uno y otro lado del río Bravo, o con qué nivel de inflación y precio del dólar lleguemos a los meses clave de septiembre y octubre, el principal activo de Milei es la dificultad o la demora del peronismo para construir un relato de futuro primero e instalarlo después, especialmente en los sectores que históricamente le fueron favorables y hoy están sumidos en el desencanto.

Lo primero es el clivaje. ¿Es normal que salir a una ruta nacional sea jugar a la ruleta rusa, o es una locura? ¿Es normal que quien no tenga 30 o 40 mil dólares para pagar un tratamiento oncológico muera de cáncer, o es una locura? ¿Es normal abrir las puertas del país al narcotráfico a través de un blanqueo de dólares físicos, o es una locura?

Por ahora, hay un único futuro a la vista, el de la Argentina Grafton hacia la que nos lleva Milei. Desnaturalizar ese rumbo es necesario (y urgente) pero no suficiente. El siguiente paso es, más que proponer, mostrar, dibujar y pintar, un futuro distinto. ¿Cinturones verdes alrededor de las grandes ciudades para abaratar alimentos? ¿Política de vivienda más agresiva? ¿Acuerdo con los BRICS? Los que tienen hijos y no quieren dejarlos en un mundo Mad Max ya saben a quién no votar. Ahora hay que mostrarles otra opción.