“Para mí, la única ciencia verdadera, seria, a seguir, es la ciencia-ficción”.
Jacques Lacan
En 1957 apareció la célebre historieta de ciencia ficción "El Eternauta" de Héctor Oesterheld, que influyó notablemente en la formación de este género en la Argentina. En esa historieta de Oesterheld y Solano López, un grupo de sujetos resiste una invasión extraterrestre encerrados en sus casas. Afuera, la “nevada mortal” cae sin tregua. No se ve al enemigo, pero se lo siente. El héroe no es un individuo, sino un colectivo.
El Eternauta es también una lección de transmisión: alguien debe contar la historia para que no se pierda. Como en el análisis. A mediados de los 60, hubo un breve auge de la ciencia ficción cuando Minotauro editó una revista y libros de ciencia ficción de autores argentinos. En este momento es cuando se entrecruza el psicoanálisis y la ciencia ficción en la Argentina.
Este encuentro se puede sostener en la manera en que, a primera vista, ambos cobijan a la ficción como conjetura fantástica que actualiza temores o sentimientos. Ambos reconstruyen el pasado e indagan el futuro.
Los puntos en común más evidentes entre el psicoanálisis y la ciencia ficción son: el carácter de ficción, la particularidad, la singularidad, la diferencia, el futuro, el pasado, el inconsciente, la atemporalidad y la espacialidad del inconsciente, el aparato psíquico, los diferentes espacio-tiempos, lo siniestro, el terror a lo desconocido, la pasión por la ignorancia, etc.
En el presente escrito recorreremos la relación entre ambos y además nos acercaremos al debate, sobre si la ciencia ficción inscribe una letra futura, que no sería otra cosa que un don posible en donde habitar, o es una predicción de lo ya inscripto.
Para Arthur Clark, "una de las principales funciones de la ciencia ficción es preparar a la gente para aceptar el futuro sin dolor y a encararlo con una mente flexible".
Existe una asombrosa similitud entre cómo algunos autores de este género literario imaginaron o construyeron nuestro futuro. Tomemos a Julio Verne, que fue capaz de plasmar en sus obras con exactitud un futuro que él nunca vería y que fue capaz de plasmar en sus obras el hombre conquistando la luna, el mar, los submarinos atómicos.
En nuestro país, los precursores del psicoanálisis, autores que establecieron la cura por la palabra en la Argentina sugerían, para su formación, leer este género literario. Esto toma tal dimensión, que se escriben varios libros, uno llamado Ciencia ficción, realidad y psicoanálisis, de Eduardo Goligorky y Marie Langer, y el llamado Ecuación Fantástica, trece cuentos de ciencia ficción por nueve psicoanalistas. Con prólogo de Dalmiro Sáenz, son cuentos cortos sobre este tema.
En "Ciencia ficción - Realidad y Psicoanálisis", Marie Langer proporciona también algunas pistas que justifican el interés de psicoanalistas por leer y escribir ciencia-ficción.
Más allá de la declarada atracción que sobre los psicoanalistas ejercía el género, vale la pena desentrañar por qué la legitimidad de ese interés se apoya en algo más que la lectura aficionada, para poner de manifiesto una posibilidad de intervención desde lo cultural. La pretensión de presentar a la ciencia-ficción como ocasión de expresión en linguae psicoanalítica los sentimientos de una generación que se intuía a sí misma como puente entre dos abismos: un pasado abolido y un futuro incierto.
La ciencia-ficción ofrecía el lugar no sólo para una suerte de especulación precientífica sino, además, como posibilidad de elaboración, de puesta en palabras de los temores y fantasmas de la época.
En una entrevista poco conocida, el psicoanalista francés Jacques Lacan define al psicoanálisis "...como un síntoma, revelador de la enfermedad de la civilización en la que vivimos. Ciertamente, no es una filosofía. Aborrezco la filosofía, hace ya mucho tiempo que no dice nada interesante. El psicoanálisis tampoco es una fe y no me gusta llamarlo ciencia. Digamos que es una práctica y que se ocupa de lo que no anda bien..."
El lugar del psicoanálisis no puede ser el de la verdad, ya que no es filosofía, mucho menos metafísica, tampoco implica una cosmovisión, típica de la religión, que nos da repuestas morales de cómo vivir y qué hacer.
Nosotros lo pensamos desde el registro propio de lo que el psicoanálisis es para Freud, una herramienta, una ficción, pero una ficción en su sentido filológico más preciso, esto es, un invento. Obviamente, una ficción sujetada a determinadas reglas que el inventor del psicoanálisis nunca dudo en establecer.
Lacan nos dice: “Para mí, la única ciencia verdadera, seria, a seguir, es la ciencia-ficción. La otra, la oficial, la que tiene sus altares en los laboratorios, avanza a tientas, sin equilibrio... A las tres posiciones imposibles de Freud, gobierno, educación, psicoanálisis, yo le agregaría una cuarta, la ciencia. Salvo que los sabios no saben que su posición es insostenible...”
En esta reseña, Lacan elige como ciencia verdadera a la ciencia ficción. Además, remarca la posición de una ciencia sin ética, riesgosa para la misma especie humana y como un imposible.
La ciencia va de lo universal a lo particular, excluyendo al sujeto, a la singularidad. El psicoanálisis va de lo particular (de la mayor singularidad de cada uno) a lo universal. Dando lugar a la diferencia, a la particularidad, a la singularidad, en definitiva, al sujeto. Por lo cual podemos pensar al psicoanálisis como por fuera del discurso de la ciencia, porque da lugar al sujeto, y de la religión porque no se oferta como una cosmovisión. Pero algo de la ciencia se inscribe en el psicoanálisis, ya que, en rigor, pertenece como invento al registro propio de la ciencia ficción, esto es, el registro de la realidad psíquica, para Freud, y el fantasma, para Lacan. Por eso sostenemos que no le concierne ni lo verdadero, ni lo falso, ni el engaño, ni la mentira.
En una carta a Marie Bonaparte, Freud escribe: “Los espíritus mediocres reclaman una ciencia con un tipo de certeza que no podemos dar, una especie de satisfacción religiosa. Sólo las verdaderas mentes científicas, reales y raras pueden tolerar la duda, que está adherida a todo nuestro conocimiento. Siempre envidio a los físicos y matemáticos que se mantienen sobre una base firme. Yo me sostengo, por así decir, en el aire”.
Como hemos desarrollado, la influencia del psicoanálisis en la ciencia ficción es vasta y fructífera. En un reportaje del diario Página12, J. A. Miller dice: "Pensemos en algún autor no tocado por el psicoanálisis. Creo que Borges, en cierto modo, se presenta como alguien intocado. Pero a la vez no sé si esto es tan exacto, ya que él definía al psicoanálisis como una suerte de ciencia-ficción. Lo cual, en verdad, también se puede decir de su literatura.
La ficción como concepto autónomo fue empleada por algunos autores como instrumentos necesarios para alcanzar ciertas formas del saber. Se ha señalado que algunas hipótesis, en la investigación de cualquier campo de la realidad, son ficciones provisorias para la investigación de un campo determinado, conscientes de su carácter ficcional y de su utilidad provisoria.
Freud utiliza muchas metáforas como ficciones, especialmente cuando basa la explicación de sus observaciones clínicas en analogías tomadas de otras disciplinas.
Recorramos brevemente lo que es la ficción para Freud y Lacan.
En el recorrido del pensamiento psicoanalítico, la noción del fantaseo ha ido cambiando. Freud (1908) suponía que “el dichoso nunca fantasea, sólo lo hace el insatisfecho” porque pensaba que la función de la fantasía era corregir la realidad insatisfactoria. La capacidad de fantasear es el requisito para la plasmación de la ficción como producto, que tanto puede canalizarse hacia la creación artística, como hacia otras actividades especulativas incluida la construcción de hipótesis científicas. Cuando Freud investiga la función de los sueños, imagina un aparato psíquico para entenderlos, y nos habla de la realidad material y de la realidad psíquica como dos instancias con formas de existencia complementarias.
Lacan desarrolla su concepción de las ficciones en forma decidida desde el comienzo y hasta el final mismo de su producción teórica. Tiene como referencia en su elaboración "La Teoría de las ficciones" de Jeremy Bentham. Las ficciones no coinciden en absoluto con lo imaginario, ellas se caracterizan por ser reales. Lacan destaca hasta el cansancio, que “... Fictitious, no quiere decir ilusorio ni engañoso”. De acuerdo el aforismo de Lacan, y en esto radica el problema, “...toda verdad tiene una estructura de ficción. Con lo que admite de real esta ficción verídica...” Para Lacan, tanto como para Bentham, se trata de admitir la ficción real.
Se entiende que Lacan propone que toda verdad es una fantasía, pero él sostiene que opera como real. El eje de su concepción es que la verdad tiene estructura de ficción y, en esta perspectiva aclara que las ficciones revelan “...del lenguaje el valor de uso, o sea, el estatuto de útil”, lo que convierte al lenguaje en su teoría, en un objeto real. Carácter útil de las ficciones. Lo que aún resta por aceptar es que para Lacan: “...una estructura de ficción es propiamente la esencia misma del lenguaje...” y eso es lo real, quizá lo más real.
Hemos desarrollado el presente trabajo a modo de un caleidoscopio, permitiéndonos ir y volver sobre los temas planteados.
Para concluir, más que plantear que la ciencia ficción sea vista como una especie de don, que ayuda inscribir una letra de un futuro posible o una descripción entrevista de un futuro venidero, preferimos pensar que el mundo, que el espacio-tiempo, se construye, por lo tanto, el futuro también.
Hablar de ciencia ficción es una paradoja, debido a que la ciencia trata radicalmente de eliminar de su práctica la ficción y, en consecuencia, la singularidad propia del sujeto. Y, desde este mismo lugar, podemos pensar por qué el psicoanálisis no es una ciencia. Pero, sostengamos la paradoja, desde el lugar borgeano que las invierte, poniendo en primer término a la ficción, luego a la ciencia.
Desde este lugar, a la "ficción científica" podríamos pensarla como unos de los nombres del psicoanálisis.
Gustavo Fernando Bertran es psicoanalista y licenciado en Ciencias de la Psicología (UBA).