El 26 de julio, en el acto de inauguración de la 137° Exposición Rural de Palermo, el presidente Javier Milei volvió a hablarle al “motor productivo” del país. Rodeado por dirigentes del campo y funcionarios nacionales, anunció una baja permanente de las retenciones para distintos productos de las cadenas agroindustriales: carne vacuna y aviar, del 6,75% al 5%; maíz y sorgo, del 12% al 9,5%; girasol, del 7,5% al 5,5%; soja, del 33% al 26%, y subproductos como harina de soja, del 31% al 24,5%.

Para el Gobierno nacional, se trata de una señal clara de “apoyo al campo” a pocos meses de las elecciones legislativas de octubre. Para referentes del sector agropecuario y de la gestión provincial salteña, si bien es un paso importante, la medida llega tarde y no alcanza dado que no contempla el calendario productivo del norte argentino, tampoco elimina la totalidad de las retenciones, y no resuelve las condiciones estructurales de desigualdad que arrastra la región.

“La baja de retenciones va en el sentido correcto, pero no resuelve la inequidad que padecemos quienes estamos lejos de los puertos”, sostuvo Martín de los Ríos, ministro de Producción y Desarrollo Sustentable de Salta. “Es un impuesto injusto, distorsivo, regresivo, que se paga en el puerto pero lo asumimos acá, con nuestros fletes, nuestras rutas destruidas, sin trenes, sin infraestructura. Eso nos quita competitividad”, expresó en diálogo con Radio Nacional Salta.

De los Ríos no fue el único que valoró el gesto, pero insistió en que se trata de un alivio parcial. “Reconocemos que va en la dirección que venimos pidiendo desde hace años, pero todavía falta. Ojalá las eliminen totalmente y pronto", manifestó, anhelando también que se resuelvan "el resto de los factores que impiden que nuestras producciones sean competitivas, porque producir bien producimos”.

Entre la esperanza y la cautela

El presidente de la Sociedad Rural Salteña, José Alfredo Figueroa, coincidió con esa lectura. Dijo a Salta/12 que la noticia fue recibida “con una mirada esperanzadora”, aunque es solo un primer paso. “Lo que venimos pidiendo es que las retenciones desaparezcan, que se eliminen completamente. Son un impuesto que desalienta la inversión, que desincentiva la producción y nos resta competitividad”, apuntó.

En tal sentido, detalló que los productores del norte cargan con toda la logística de traslado hasta los puertos, lo que significa "un costo adicional que no está en el radar de quienes toman decisiones desde Buenos Aires". "Eso también habla de la falta de federalismo”, agregó. Según Figueroa, la medida genera cierto alivio en el corto plazo, pero aseguró que lo más importante es que el Estado trace un camino hacia una reforma impositiva más racional. “Tenemos una matriz tributaria completamente ilógica. Pagamos múltiples tasas, requerimientos imposibles, y ninguna de esas recaudaciones vuelve a nuestros pueblos”, sostuvo.

Desde su perspectiva, la eliminación de las retenciones no sólo mejorará los márgenes de los productores, sino que tendrá un efecto multiplicador sobre toda la economía regional, ya que "cuando al campo le va bien, hay más empleo, más consumo, más movimiento en las economías locales. Y además, al crecer la producción, se recauda más por Ganancias, que sí es un impuesto coparticipable". 

Calendario productivo del norte

Uno de los aspectos más cuestionados del anuncio presidencial fue la falta de contemplación del ciclo productivo del norte argentino. En Salta, el maíz -uno de los principales cultivos de exportación- comienza su cosecha el 1° de julio. Pero la baja de retenciones, prevista originalmente hasta fines de junio, no alcanza a los productores del NOA.

Así lo viene marcando discursivamente el gobernador Gustavo Sáenz. “Esto es lo que vengo diciendo desde hace tiempo: hay realidades distintas en cada provincia”, señaló en su visita a Tucumán la semana pasada. Y enfatizó que “la producción más importante de Salta, que es el maíz, no podrá acceder a este beneficio, porque el ciclo productivo comienza justo después de la fecha límite”.

Sáenz reclamó mayor equidad por parte del Gobierno nacional. "Tienen que ser más justos. Ya bastante tenemos con los costos del flete y con lo que cuesta hacer competitivos nuestros productos", sostuvo. Insistió en que no se está pidiendo privilegios, sino que se reconozca la realidad del norte argentino, sobre todo porque "el campo es el motor de nuestras provincias y no puede seguir siendo castigado con medidas centralistas”.

Según datos del propio gobernador, Salta aportó el año pasado 174 millones de dólares en concepto de retenciones. “Ese dinero no vuelve a la provincia. No es coparticipable. Lo recaudan en Buenos Aires y se administra allá, lejos de donde se genera la riqueza”, reclamó.

Infraestructura, logística y desigualdad estructural

Para el ministro De los Ríos, el problema excede lo tributario y alcanza dimensiones estructurales que requieren un rediseño profundo del modelo federal. “Sin caminos, sin rutas, sin trenes, sin conectividad, no hay desarrollo posible. Producimos con excelencia, pero cuando le cargamos el costo del transporte a nuestras cadenas productivas, dejamos de ser competitivos”, advirtió.

Destacó que la producción salteña compite en un mercado global, pero no tiene las mismas condiciones que sus competidores, por lo que señaló que es preciso que el federalismo se construya reconociendo y reparando esas asimetrías. "Hay una deuda histórica con el norte argentino que ningún gobierno ha saldado”, agregó.

De los Ríos señaló además que la baja de retenciones debe entenderse como una medida en favor del trabajo, no solo del capital agrario. “El campo no es solo el productor, es el gomero del pueblo, el playero de la estación, el contratista, el peón rural, el almacenero, el que arregla la maquinaria. Es toda una cadena de valor que genera empleo y arraigo. Y eso es lo que hay que fortalecer”.

Mencionó especialmente el peso de las producciones intensivas como el tabaco, la horticultura o el pimiento, con alto valor agregado en mano de obra y un impacto directo en la economía de regiones como el Valle de Lerma o el Chaco salteño. “Si se sigue sacando recursos del interior y no se reinvierte en infraestructura, no hay futuro posible”, sostuvo.

Figueroa, por su parte, insistió en la necesidad de planificar políticas de largo plazo que permitan al campo salteño expandir su potencial. “Hoy tenemos un millón de cabezas de ganado, pero podríamos duplicar ese número si se trabaja en conjunto entre las instituciones y el gobierno provincial", afirmó, subrayando esta posibilidad porque existe el recurso y se tiene al sector organizado. "Solo necesitamos reglas claras, condiciones justas y que se reconozca nuestra diversidad territorial”, expresó.

A pesar de la incertidumbre climática y económica que atraviesa el sector, tanto De los Ríos como Figueroa coincidieron en que esta baja de retenciones puede abrir una nueva etapa. “No es la solución definitiva, pero si se mantiene el rumbo y se acompaña con medidas concretas, podemos cambiar la matriz de desarrollo del norte argentino”, concluyeron, mientras la cosecha comenzó, los caminos siguen siendo de tierra, y el peso del flete todavía lo cargan sobre sus espaldas.