A mediados de 1988, el cine de acción recibió un nuevo integrante que cambiaría el rumbo del género: Duro de matar. Protagonizada por un entonces poco conocido Bruce Willis, la película se basó en la novela Nothing Lasts Forever de Roderick Thorp. Esta obra, reconocida por su enfoque innovador y dramático, introdujo a un héroe de acción más humano y vulnerable. Al entender que la conexión emocional con la audiencia era clave, el guionista Jeb Stuart reestructuró la narrativa inicial para centrarla en John McClane, un hombre común con conflictos personales, que enfrenta a un grupo de terroristas en un rascacielos de Los Ángeles.
La odisea detrás de la producción
El camino hacia la pantalla de Duro de matar no fue fácil. Los estudios 20th Century Fox dudaban de la capacidad de Bruce Willis, conocido principalmente por la serie Moonlighting, para asumir un papel tan demandante. Sin embargo, una pausa no planeada en las grabaciones de la serie permitió al actor aceptar el rol que definiría su carrera. Los retos continuaron: desde el rechazo inicial de directores experimentados hasta ajustes creativos en el guion. La visión única del director John McTiernan, quien insistió en darle un tono más ágil y humorístico a la trama original, fue un factor crucial para su éxito.
Impacto y trascendencia en el cine
Duro de matar no solo estableció a Bruce Willis como estrella de Hollywood, sino que redefinió el arquetipo del héroe de acción. Con un enfoque íntimo, demostró que un protagonista podía ser vulnerable, gracioso y cercano. Su fórmula revolucionó la concepción de las películas del género, influyendo en generaciones de cineastas. Desde su estreno, ha inspirado numerosas imitaciones y se ha arraigado en la cultura pop, probando que un héroe que combate el peligro con ingenio puede ser tan válido como los superhéroes dominantes del cine de los 80.
La construcción de un legado
Hoy, 37 años después, Duro de matar sigue siendo considerada un pilar fundamental del cine de acción, y Bruce Willis, ahora reconocido como un ícono, continúa siendo homenajeado por su papel como John McClane. Con su reciente retiro debido a problemas de salud, su legado adquiere mayor relevancia. La película no solo refleja su talento y carisma, sino también cómo una narrativa bien construida y el compromiso del equipo pueden convertir una obra en un clásico inmediato.