¿Cuánto impactó la adaptación de El Eternauta en las ventas de la historieta argentina? La respuesta varía según a quién se le pregunte. En la reciente Feria del Libro de Buenos Aires, se agotó hasta el último ejemplar disponible. En parte porque estaba exclusivamente en el stand del Grupo Planeta, pero también por el furor que causó la serie. Pero, ¿En los otros stands? ¿Y fuera de los pabellones de La Rural? ¿Hubo derrame (de tinta) hacia otros títulos y autores nacionales? ¿Hubo algún tipo de impulso desde el sector local para intentar colgarse un poco del éxito (y la potencia marketinera) de Netflix?

“Es una industria que sigue viva y tiene un libro para cada persona. Vayan a las librerías, pregunten, hojeen: el legado artístico de Oesterheld y Solano es espectacular”, arengó en X Bruno Percivale, especialista en historietas, responsable del sitio Hablemos de historietas y notable twittero. La arenga, que también alentaron algunos autores en distintas redes sociales, no caló tanto en el circuito editorial especializado. Curiosamente, los editores consultados sí reportaron un creciente interés general y más consultas. Concentradas en la obra de Héctor Germán Oesterheld y Francisco Solano López, claro, pero con un moderado impacto positivo en otros títulos. ¿Cuánto más podría haberse capitalizado el fenómeno con una acción del sector? Difícil saberlo.

En la Feria del Libro, el impacto fue claro. Diego Rey, de El Hotel de las Ideas, reflexiona al respecto. “Es difícil mensurar el impacto del Eternauta en nuestras ventas, pero sí puedo decir que consultaron mucho en el stand y alguno se quedó y compró”, cuenta a Página/12. “Nosotros solo vendemos lo nuestro y alguna distribución en el stand. Creo, igualmente, que el impacto es positivo y que puede acercar público que quizás estaba alejado de la historieta”, continúa.

“Yo sobre todo lo noté en la Feria, en la cantidad de gente que se acercaba a ver la parte de historieta del stand”, detalla Silvia Peralta, de Quiosquito de libros. “Llegaba la gente, preguntaba por El Eternauta, le decíamos que no teníamos pero le decíamos ‘mirá, acá tenés más historieta nacional’ y más de uno se quedaba”, relata. Tanto Rey como Peralta reconocen mejores ventas que el año pasado, aunque no se animan a atribuir todo el mérito a la adaptación de Stagnaro.


“Nosotros no tenemos El Eternauta de Planeta, que es la edición oficial, porque no la han distribuido todavía. La reimpresión que hicieron fue para la Feria y no llegó a librerías, con lo cual se está vendiendo todo lo demás que tiene que ver con El Eternauta: ejemplares de las viejas ediciones de Doeyo, como Odio Cósmico, El Perro Llamador, esas cosas”, completa el panorama Marcelo Pulido, de la comiquería La Fábrica de Historietas y la distribuidora especializada Che.

“Hay que tener en cuenta es que en la Fábrica de Historietas no se vende tanto Eternauta porque el que viene acá ya lo tiene”, advierte el librero. La obra derivada del Eternauta, destaca, sí vende bastante bien en el último tiempo y de hecho él fortaleció la presencia de esos títulos en la web del local y de la distribuidora. “No vende en cantidades exorbitantes, pero sí en dos semanas se han vendido más cantidades de ejemplares que en los meses anteriores”, celebra. También, observa, se acercó muchísimo público del barrio que antes pasaba por la puerta y no se frenaba. Y sumó nuevos consumidores en la tienda online. “De hecho, estoy haciendo envíos a clientes nuevos”.

Un colega suyo, Pablo Ventura, de la comiquería Fans Choice, explica que tampoco hizo agite con la salida del Eternauta, principalmente porque no tenía acceso a los libros. “La edición anterior se agotó en febrero, marzo y hasta la semana pasada no llegaron más que tres copias, que las saqué de la caja y las vendí en el mismo día”, comenta.

El impacto de la serie, cuentan todos los consultados, es indiscutible. Marcos Vergara, de la editorial LocoRabia, cuenta que pasó a ser tema de conversación en el ámbito laboral, con su familia, entre los pibes de la escuela donde trabaja. “Nosotros la única movida de comunicación que hicimos fue felicitar a los autores de nuestro catálogo que laburaron ahí”, detalla, sobre la presencia de algunos historietistas en el trabajo de post-producción de la serie.

Pulido cita a Javier Doeyo, histórico editor del Eternauta y sus derivados desde el sello Doedytores. Pero Doeyo lleva años con un pie más en España que en la Argentina y, según confió a este diario, sólo conserva los derechos de El Eternauta: el regreso. “Yo en España no me enteré del boom, pero me pasó que en unos días me empezaron a mandar mensajes de tipos que me compraban cuando yo lo publicaba, mayoristas de saldo, clientes, todos para ver si me quedaba algo porque Planeta no estaba entregando ejemplares”, cuenta. “Ahí me enteré que había un boom”, confiesa. “Además un montón de amigos, parientes, gente que no es del ambiente, todos me llamaban para preguntarme qué me había parecido la serie, qué sé yo: de un día para el otro estaba todo el puto mundo hablándome del Eternauta cuando desde hace un montón que ya no lo mencionaba nadie”.

En épocas de viralidad y redes sociales, la primera parte del posteo de Percivale gana relieve: “A mí lo que más me emociona de toda esta semana es ver el timeline lleno de viñetas de historieta nacional”. Quizás ahí hay una búsqueda posible para los editores locales. Un viento de cola para aprovechar la presencia en pantalla y recordarle al gran público que la historieta argentina no terminó en 1957, sino que tiene un legado rico y emocionante para descubrir.