En el corazón de Veracruz, México, se erige una imponente escultura que es un grito de memoria y dignidad. El Monumento a Gaspar Yanga, o “El Yanga”, realizado en bronce y piedra, es un recordatorio vivo de la lucha de la población afrodescendiente por la libertad en un continente que durante siglos negó su humanidad.
La figura de Yanga domina el paisaje con la cabeza en alto y su porte firme. Llevada a cabo por Erasmo Vásquez Lendechy, la escultura representa al líder cimarrón como un hombre de pie sobre una base que eleva su historia al nivel de los héroes de la patria. Sus ojos, miran hacia el horizonte, como si aún vigilara los caminos por donde, en vida, emboscaba a las caravanas coloniales para liberar a los suyos del yugo de la esclavitud. Acompañada por una placa que dice:
“El Yanga”. Negro Africano precursor de la libertad de los negros esclavos. Fundó este pueblo de San Lorenzo de Cerralvo (hoy Yanga) por acordado del virrey de nueva España, Don Rodrigo Osorio Marquez de Cerralvo, el día tres de Octubre del año 1631 por mandato del virrey trazó el pueblo el Capitán Hernando de Castro Espinosa, H. Ayuntamiento Constl. 1973-1976. El Yanga ver agosto 10 De 1976. Primer pueblo libre de América.”
Gaspar Yanga fue secuestrado de las tierras africanas, y traído encadenado a las costas del Golfo de México alrededor del 1579, para ser mano de obra esclavizada. Gracias a su resiliencia y valentía, lideró una rebelión de esclavizados en las montañas de Veracruz, donde, junto a otros cimarrones —como se conocía a quienes lograban escapar de las plantaciones—, desafió por más de tres décadas al poder colonial español.
Yanga y quienes lo acompañaban no sólo escaparon: construyeron una comunidad. San Lorenzo de los Negros, fundado oficialmente en 1609 tras arduas batallas, fue un espacio donde las personas afrodescendientes podían vivir como hombres y mujeres libres. Allí se sembró una semilla de libertad que se adelantó siglos a los procesos abolicionistas que vendrían después. Fue una osadía y una victoria que resquebrajó la lógica de dominación de la época.
La gesta de Yanga no fue fácil ni pacífica. Los ataques de los cimarrones a las haciendas y a las caravanas que cruzaban la ruta México-Veracruz desestabilizaron la economía colonial. Las autoridades respondieron con violencia: enviaron milicias, intentaron destruir el palenque, y, cuando lograban capturar a los cimarrones, los descuartizaban y exhibían sus restos como castigo ejemplar. Aun así, Yanga resistió, defendiendo a su gente en las montañas y desafiando al Imperio español en su propio terreno.
La memoria de Yanga, sin embargo, fue silenciada durante siglos. No figura en los relatos tradicionales de los “próceres” latinoamericanos. No está en los libros de historia. Su historia es la de la resistencia africana en América, una parte del relato que, como tantas otras, fue escondida bajo el peso del racismo.
Hoy, Yanga es reconocido por la UNESCO, forma parte de la Red de Lugares de Memoria vinculados a la Esclavitud y la Resistencia. El monumento es un símbolo de resistencia para la comunidad afrodescendiente y para todas aquellas personas que luchan por una sociedad libre de racismo.
La ciudad que alguna vez se llamó San Lorenzo de los Negros hoy lleva el nombre del lider: Yanga. Allí, cada 10 de agosto, se conmemora la fundación del primer pueblo libre de América, y su legado sigue vivo en las voces que exigen verdad, justicia y reparación histórica.
En tiempos donde el racismo persiste, recordar a Yanga es mucho más que un acto de memoria colectiva: es una afirmación de su legado continua en la resistencia del pueblo negro.