Gisèle Pelicot, la mujer que fue sometida durante diez años a violaciones orquestadas por su marido y de la que participaron al menos 51 hombres, habla de su suerte. Dice: "tuve la suerte de tener las pruebas porque en general las victimas de violación no las tienen". Dice: "tengo mucha suerte porque recibí un sostén, muchas marcas de afecto y no todas las víctimas tienen eso". Su voz llega a través de uno de sus abogados, Stéphane Babonneau, quien llevó adelante este juicio emblemático en Francia no solo por lo horroroso del caso sino por la cantidad exorbitante de acusados contra una sola víctima, en una entrevista pública, organizada por la Red Mujeres para la Justicia y la Embajada de Francia en Argentina.

En el juicio, que duró unos cuatro meses, Dominique Pelicot fue condenado en diciembre a 20 años de prisión por haber pasado 10 años violando sistemáticamente a su mujer dormida con somníferos, y ofrecerla a otros violadores. También fue declarado culpable de capturar imágenes sexuales de su hija y de sus nueras. El resto de los acusados enfrentan penas de entre 3 y 15 años. Muchos de ellos apelaron la resolución de la Corte. De 51, 17 apelaron, y sobre los 17, 13 abandonaron la apelación. Hoy solo 4 mantienen el recurso, y la audiencia para tratarlo está prevista para el 9 de octubre. Que la mayoría haya aceptado la condena es vivido como un triunfo por Babonneau, quien habló, vía virtual, para público argentino en el marco del Ciclo Argentina–Francia, coordinado por María Eugenia Chapero, presidenta de la Red Mujeres para la Justicia.

"Que la vergüenza cambie de bando" fue la frase que rodó por el mundo luego de salir de la boca de Gisèle Pelicot. Con ella, la mujer que hoy tiene 72 años se convertía en una heroína para tantas mujeres que nunca lograron que sus violadores fueran condenados y para cualquiera que tenga un poco de sensibilidad ante el sufrimiento humano de las mujeres. Todo lo hizo sin buscarlo. Si bien ella no tenía una visión política sobre el tema, contó Babonneau, “cuando vio el impacto de su caso en el mundo entero decidió tomar la responsabilidad de representar a las víctimas en este juicio. Recibía correos de muchas personas, hasta las personas que asistían al juicio le pasaban un mensaje, una carta, unas palabras… pudo darse cuenta de la profundidad del fenómeno de las violencias sexuales y decidió enfrentarse a estos 50 hombres en el juicio”. Su búsqueda fue que todos fueran condenados por la violación, más allá de las penas.

“Ese concepto de vergüenza es muy importante para nosotros y Gisèle Pelicot. De nuevo, se puede pensar que Gisèle Pelicot es un ser superior que supo superar ese sentimiento y que otra gente no podría lograrlo y es lo que ella no quiere que la gente piense”, dijo el abogado.

Antes de septiembre de 2024, contó, no existían fotos de Gisèle en las redes sociales y vivió toda su vida sin cruzarse con un periodista, sin exponerse. “Es alguien público que tenía amigos, familia y que no compartía mucho de su vida personal. Cuando cayó esa revelación sobre las espaldas quería desaparecer”. En 48 horas dejó la casa que habitaba con el marido. Se fue a vivir con sus hijos un par de meses y después decidió instalarse en otro lugar, sola, para “encontrarse ella misma y no le contó a nadie lo que había pasado”. Le preocupaban las opiniones que seguramente tendría todo el mundo: cómo es que una persona vive violaciones durante 10 años y no se da cuenta, eso no es normal; esa gente debe tener relaciones raras. Ella no quería ser conocida por algo como esto. “Pero a lo largo del proceso logró manejar esa vergüenza, sobre todo al enterarse de la posición de los imputados, que empezaron a declararse inocentes y decían que no estaban seguros de que ella no supiera lo que pasaba o que habían caído en una trampa y ellos también eran víctimas”, dijo Babonneau. Entonces “cuando vio esto y vio los videos sobre todo --agregó--, nos dijo no ‘entiendo por qué me tiene que dar vergüenza a mí, ellos tienen que tener vergüenza’, entonces nació la idea de que el juicio podía ser público”. Es decir, cambió de opinión cuando se dio cuenta de que esa vergüenza podía dar lugar a la impunidad. “Entonces tomó esa decisión, que a nosotros nos sorprendió mucho, de hacer el juicio público, y de esta manera tomó el poder sobre su propia historia”. El abogado explicó que uno de los derechos más importantes de la víctima es escoger que el juicio sea público o no y Gisèle Pelicot decidió ejercer ese derecho y “cambió totalmente el equilibrio de la historia”.

Preguntado por cómo fue acompañar el fortalecimiento de Gisèle Pelicot para poder enfrentar a sus 51 agresores, Babonneau dijo que ella “es una mujer muy fuerte, con mucho coraje". Pero Gisèle Pelicot siempre quiso que la gente supiera que era una persona normal. Lo que vio la gente en el juicio fue el resultado de un proceso que empezó casi 4 años antes. Para muchas víctimas el tiempo es demasiado largo pero para Gisèle ese tiempo fue necesario. El abogado asumió su defensa un año y medio después de empezar el proceso. Seis meses antes del juicio se dio por primera la proyección de un video de violación. Ella sabía de los videos pero no se había sentido lista para verlos. “Se fue preparando porque no sabía si iba a querer verlos, si iba a querer asistir al juicio y si iba a querer que fuera público el juicio, y eso fue madurando en esos tres años”, contó.

Al principio su mundo desapareció en un segundo, su familia explotó, perdió a su pareja con la cual había vivido 40 años. Después de haber perdido todo eso hubo un tiempo en el que no sentía en ella misma la fuerza de enfrentarse con el caso. Luego contó que durante 3 años fueron siendo arrestados uno tras otro los acusados “y las revelaciones de las circunstancias fueron cayendo una tras otra pero Gisèle Pelicot tuvo esa decisión de tomar distancia del caso al principio para concentrarse en la reconstrucción de lo que podía ser una vida normal”.

Consultado acerca de cómo fue llevar adelante un juicio de semejante magnitud, con tantos acusados, respondió: “Fue un reto. En Francia no había pasado que hubiera que juzgar a 50 personas. La comparación fue con casos terroristas con 10 o 15 acusados y muchas víctimas. Pero no algo así. Y 4 meses para este juicio, tampoco había pasado".

"Entonces hubo muchos retos… Cómo garantizar la publicidad del juicio porque era en Avignon. Entonces decidieron hacer trabajos en la sala principal de la Corte de Avignon, y esto hizo que nosotros estemos a un metro de los acusados”, lo cual hacía el ambiente irrespirable.

Uno de los signos de la fortaleza de Giséle Pelicot fue que asistiera a todas las jornadas de un juicio tan extenso. Según el abogado, no fue algo pensado, más bien fue otra sorpresa que les dio la mujer, ya que no querían que ella sintiera la presión de tener que asistir a todas las jornadas. Ella quería ir pero había gran incertidumbre sobre lo que iban a encontrar, si iba a haber protestas, por ejemplo. Además ella ya no vivía en esa región. “Entonces lo importante para nosotros era que Gisèle Pelicot pudiera ser escuchada y poder hacer al menos una exposición. Estaba prevista para la primera y segunda semana y pensamos que si ella iba dos semanas al juicio ya era una victoria. Ese era el objetivo y le dijimos a ella eso. Su presencia no era obligatoria ni indispensable. Pero cuando nos encontramos ahí y hubo esa atención mundial, ese sostén que empezó a llegar y el comportamiento de los acusados… Gisèle Pelicot decidió quedarse una semana más, y después otra más y así hasta final del juicio”.

Una de las preguntas del público fue si temieron que en el proceso la Corte naturalizara estereotipos de género. Y lo hizo, pero eso no pudo contra la templanza de la mujer que ya contaba con el apoyo popular. “El presidente de la Corte, que era sabio y experimentado pero nunca se había enfrentado con algo así --dijo Babonneau--, al principio otorgó que los videos fueran proyectados de manera pública y después del primer video fue tal el shock que dijo que era indigno y decidió frenar las difusiones públicas. Eso Gisèle Pelicot lo vivió muy mal porque podemos proyectar videos de atentados, de asesinatos, pero esto no. Entonces pusimos una petición para decir que el presidente no tenía derecho de cerrar la audiencia porque Gisèle Pelicot decidió que fuera pública. No es indigno el video, lo que es indigno es la violación misma. Fue una victoria más de Gisèle Pelicot”.

En todo el proceso, Gisèle Pelicot hizo solo dos declaraciones para la prensa. La primera fue para agradecer las manifestaciones de la gente después de la primera semana de juicio. Fueron 30 segundos. Y la segunda, al final. Fueron 25 segundos. Muchos periodistas le reprochaban esto. “Cuando nos dimos cuenta de que no paraba la cobertura decidimos hacer nuestro trabajo como si no hubiera periodistas, intervinimos para la Corte, no para los periodistas.”, explicó. Él mismo hizo solo un par de declaraciones y ahora no está dando entrevistas.

Este caso puso el debate sobre el consentimiento en el centro de la escena social y leganl en Francia, país en el que la necesidad del consentimiento en una relación sexual no está tipificada legalmente –como sí lo está en la legislación argentina que penaliza los abusos sexuales (artículo 119 del Código Penal)-. A la mayoría de los agresores de esta ama de casa francesa no les parecía que tener relaciones sexuales con una persona inconsciente, es decir que no pudiera consentir esas relaciones, implicara una violación. En ese sentido, el abogado explicó que “esto existe en Francia hace 40 años y nadie dejó de ser declarado culpable porque no exista esa palabra en la ley”. El cree que no va a cambiar nada para una mejor defensa de las víctimas el agregar esa palabra, pero consideró que como las leyes son para la ciudadanía “si la gente lo entiende mal, es necesario cambiarla”. Así y todo dijo que “cambiar la ley no cambia nada si la sociedad no cambia con la ley”.

--¿Cómo está Gisèle Pelicot hoy? --preguntó Página/12.

--Va bien. Gisèle Pelicot dice que tiene mucha suerte porque recibió un sostén, muchas marcas de afecto y no todas las víctimas  tienen eso. Para ella es muy importante decir que las víctimas se encuentran muy solas. Ella sabe que tuvo suerte en su desgracia de recibir este sostén. Hoy está escribiendo un libro, recibió miles de cartas del mundo entero pero no puede responder a cada una, con la ayuda de una periodista está escribiendo.

Hoy trata de volver a una vida lo más normal posible pero con conciencia del impacto y de la responsabilidad del caso.