Según el presidente Javier Milei, durante su Gobierno salieron de la pobreza 10 millones de personas. Los datos oficiales del Indec reflejan el entusiasmo del Gobierno. Sin embargo, al salir a las calles la realidad muestra su rostro más duro y las estadísticas parecen ir a contramano de lo que se observa en los principales centros urbanos.
En diálogo con la AM750, el investigador del Instituto Gino Germani y director de la carrera de Sociología en la Universidad Nacional de Mar del Plata, Eduardo Chávez Molina, explicó por qué hay una brecha tan grande entre lo que dice el Indec y lo que se ve en el día a día.
Con una metodología muy cuestionada, a la que señala que ya no es acorde para medir correctamente la realidad social, el Indec informó el índice de pobreza del segundo semestre de 2024.
La Encuesta Permanente de Hogares en 31 aglomerados urbanos indicó que la pobreza alcanzó el 38,1 por ciento de las personas y el 28,6 por ciento de los hogares, cuando en la primera mitad del 2024 el índice de pobreza fue del 52,9 por ciento.
Según Chávez Molina, observando los datos oficiales, lo primero que impacta es la reducción de la pobreza. “Muestra una caída. Pero cuando se analizan los datos en profundidad, aparecen aspectos que son necesarios señalar”, dijo.
Datos del Indec
Para el especialista, lo que pasó en Argentina fue que creció la paradoja de la “pobreza circulatoria”: “El descenso esconde fuertes desigualdades y una recuperación heterogénea”.
“Los sectores calificados escapan más rápido, mientras que los informales y los jubilados quedan atrapados en la pobreza. Están los que circulan y los que quedan estancados”, afirmó.
Quienes salen de la pobreza, sostuvo Chávez Molina, es porque lo hacen “trabajando más horas”. “Eso lo vemos reflejado en los datos del Indec con el aumento del pluriempleo: aproximadamente un 12 por ciento de los trabajadores están sobreocupados”, dijo.
Tras ello, advirtió que esto pasa en todos los sectores: “También se da una situación de sobreexplotación: muchos jubilados vuelven a trabajar. En 2024, uno de cada cinco jubilados tuvo que hacerlo, algo que es un récord”.
¿Y el consumo?
Por otro lado, explicó el investigador, el cálculo de la pobreza “se hace en base a la canasta básica, pero esa canasta está bastante desactualizada”. “No capta gastos fundamentales como los servicios (luz, gas, agua), el transporte o la educación”, afirmó.
Paradójicamente –o no tanto– se trata de los elementos básicos para la vida cotidiana que más aumentaron durante la gestión de Milei, a los que se podrían sumar la salud y los medicamentos.
“Por eso hay una diferencia fuerte entre los datos del Indec y los que calcula la Ciudad de Buenos Aires, que tiene una aproximación más directa. A tal punto que los datos del Indec están 10 puntos por debajo de los que informa la Ciudad”, apuntó.
Al final, todo parecería tener que ver con la caída del consumo: “Hay datos que pueden corroborarse en términos de crecimiento. Pero hay un proceso regresivo en términos de distribución”.
“Los trabajadores no logran activar su salario respecto a la inflación. El más afectado es el sector público, comercio y los ligados a la enseñanza”, explicó Chávez Molin, mientras el Gobierno tiene pisados los sueldos por debajo del 1 por ciento de actualización mensual, por debajo de la suba de precios.
En datos, esto se ve con claridad: “En nueve años, la población en promedio pasó de comprar 2,2 canastas básicas a comprar hoy en día 1,5. Hay una disminución muy fuerte de la capacidad de consumo. Están por arriba de la pobreza, pero con mucho peligro de caer en situaciones de pobreza”.