Durante diciembre, Innsbruck está en uno de sus mejores momentos: la capital tirolesa, uno de los principales centros de deportes de invierno de Europa, brilla en esta época con los colores navideños. Los mercadillos de Navidad, que se consideran entre los más pintorescos de Austria, encienden las noches de la plaza central al pie del famoso Tejadito de Oro, poniéndole animación y calidez a las frías noches invernales a fuerza de vino caliente, bollos fritos y las infaltables salchichas que reinan en toda mesa austríaca. Todo este encanto se transforma con las primeras campanadas del próximo año, como si las carrozas se transformaban en calabazas: empiezan a desmontarse las decoraciones y la ciudad se desliza hacia un ambiente de grises y claroscuros, envuelta en la sombra de las montañas y con las cúpulas de sus iglesias coronadas por la nieve que amortigua los sonidos del paisaje. 

A lo largo de los cortos días del largo invierno alpino, el Tejadito Dorado pena para encontrar los suficientes rayos de sol que le permitan brillar. Este Goldenes Dachl –como lo llaman en la lengua de Rilke y Zweig– está hecho en realidad de placas de cobre: pero no se trata del material sino del ambiente, tan frío y austero como el surrealista ejército de los Caballeros Negros. Estos Hombres de Negro pre-Hollywood se visitan en la iglesia Hofkirche: son efigies oscuras de los antepasados probados y supuestos de los Habsburgo. 

Sin embargo, hay un lugar donde Innsbruck brilla con miles de luces y resplandece incluso en lo más oscuro de la noche. Queda en Wattens, un suburbio a pocos kilómetros del centro de la ciudad.

MUNDO DE CRISTAL

Wattens es sin duda una periferia discreta en la de por sí discreta Austria. Queda a solo 13 kilómetros de Innsbruck y únicamente los muy aficionados al fútbol conocen su nombre por su equipo de fútbol, que juega en la primera división austríaca. 

La razón para visitarla en realidad es otra. Y es prácticamente imperdible: porque aquí se encuentra el Kristallwelten, literalmente "el mundo de los cristales". Un espacio en parte cubierto y en parte al aire libre que es al mismo tiempo una suerte de parque de atracciones, el museo de una empresa (Swarovski, que es también el mayor empleador de Wattens), un centro de exposiciones y un centro comercial dedicado exclusivamente a estas brillantes creaciones que desde el siglo XIX compiten con los diamantes. El conjunto entero, un brillante condensado de poesía mineral, funciona bajo la custodia de un gigante hecho en parte de hierbas, muscos y piedra. El parque se visita así como una atracción y se admira como una obra de arte multifacética. 

Todo empezó cuando Daniel Swarovski patentó la fórmula para crear cristales de manera industrial a fines del siglo XIX. Sus famosos animalitos y otras miniaturas, además de la bijouterie, cristalería y lámparas, se hicieron famosos a lo largo de todo el siglo XX replicados en infinidad de colecciones particulares, todas distintas y todas iguales.

Un siglo más tarde, en 1995, se reveló el mundo creado por el artista André Heller para poner en valor y celebrar aquella invención. Las sensaciones empiezan ya en el parque. En invierno la noche cae pronto sobre el valle del río Inn, y mientras la tarde se va deshilachando, se prenden las luces de árboles y las lanzas de cristal. Al mismo tiempo, los ojos del gigante verde, cuya cara está tapizada de césped y musgos, se encienden como dos diamantes resplandecientes. La boca del personaje misterioso, que luce como un pariente estilizado y lejano del ogro del Parque de los Monstruos en Bomarzo, suelta un chorro de agua que va alternando los colores, mientras la oscuridad se hace cada vez más envolvente. Durante el día los visitantes se pierden estas sensaciones mágicas, pero pueden comprobar en cambio cómo la naturaleza y las artes logran aquí una armonía pocas veces vista.

CRISTAL INTERIOR

Aunque sea el momento del atardecer, falta un par de horas para que cierre el Kristallwelten. Y sobre todo falta mucho por descubrir. Porque si en los mejores cuentos de hadas y de gigantes los tesoros están escondidos bajo tierra, lo mejor del Kristallwelten está debajo de la colina. A lo largo de varias salas se recrearon varios mundos de sensaciones distintas, todos usando el recurso de los cristales y su brillo. Cada uno es distinto y exalta las sensaciones; cada año hay muestras temporarias y nuevas atracciones que se agregan o reemplazan las anteriores. La instalación más clásica es la gran pieza tapizada de grandes cristales que da la sensación de entrar en el medio de un desproporcionado caleidoscopio. Hay proyecciones, obras de artes, juegos de luces y reproducciones de monumentos en bloques de cristal. 

Graciela Cutuli
La especialidad local: cristales mínimos para la recreación minuciosa de seres naturales.

Este año en particular, hasta el 14 de enero, numerosos personajes de cuento refulgen en el parque, diseñados por el holandés Tord Boontje, que recrea el legendario mágico del mundo invernal. La otra novedad es un pabellón de invierno de ocho metros por ocho, compuesto por tres cubos, que cuenta con una iluminación especial y una escenografía rica en elementos visuales y acústicos. Y un video relata la historia de The Winterstar, que Boontje escribió expresamente para las instalaciones Swarovski de Wattens, Innsbruck y Viena, visibles hasta  marzo de 2018. 

Por supuesto, la navidad también se tematiza. El árbol de Navidad en los Mundos de Cristal ya tiene una larga tradición y está coronado por Crystal Star sobre la punta, a diez metros de altura. Para verlo, hay que recorrer el Kristallwelten hasta el 14 de enero del año próximo. 

Por otra parte, no hay que esperar nada acerca de cómo se fabrican los brillantes de Swaroski. No se trata de una visita de fábrica, aunque la sede de la empresa esté en el predio vecino, del otro lado de la cerca del parque del Gigante. El recorrido termina en una gran tienda. Los precios son los mismos por lo general que en el otro negocio de la marca en el centro de Innsbruck (frente al Techito de Oro); sin embargo Wattens es la meca de los coleccionistas de las famosas figuritas de cristal, porque es la más grande del mundo, y por ende, la mejor surtida.

Desde su apertura hace más de 20 años, el Mundo de los Cristales se ha convertido en uno de los sitios más visitados de Austria. Y mientras tanto, el pueblito de Wattens trata de retener al público con su Museo Municipal, dedicado a las dos principales industrias locales: la fabricación de cristales y la de papel para cigarrillos, el Wattenspapier, exportado a todo el mundo.

DATOS ÚTILES

* La entrada a Kristalwelten cuesta 19 euros por persona; niños de 6 a 14 años: 7,50 euros. Gratuito para menores de 6 años.

* El sitio está abierto todos los días de 9.00 a 19.30. Se puede ingresar solamente hasta las 18.30. Queda en Kristalweltenstrasse 1. Además de la tienda, hay un sector de juegos para chicos y una confitería. 

* Más informaciones en www.austria.info y www.kristallwelten.swarovski.com.