Tevez jugó con una entrega que inevitablemente obligó a pensar en una despedida, después de conocerse el anuncio de una oferta de 40 millones de euros para jugar una temporada en el fútbol chino. “No sé todavía qué voy a hacer”, había dicho en una conferencia previa al Superclásico y habrá que creerle, pero después de lo que hizo en la cancha contra River quién se animaría a hacerle algún reproche si propone irse por un tiempito, y volver a fin del año que viene para despedirse con la azul y oro. Después de todo, en el 2017 Boca no tiene ninguna competencia internacional en el horizonte.

El partido que en los papeles iba a girar en torno de lo que hiciera Fernando Gago y de lo que propusiera River para evitar su fútbol, tuvo otros dos protagonistas centrales: Tevez, por el lado de Boca, y D’Alessandro, por el lado de River.

Tevez hizo dos goles, metió un pase de gol, fue importante en los mejores momentos del equipo (en los primeros 20 minutos), y fundamental cuando Boca parecía perdido y entregado, y terminó redondeando una producción fenomenal, para convertirse en el mejor jugador del Superclásico. De acá a la China, si se permite la obvia metáfora jugada con la actualidad.

En el primer gol de Boca recibió la pelota en tres cuartos de cancha, retrocedió un par de casilleros, avanzó tres (los defensores de River lo miraban haciendo acordar a aquel gol de Palermo en muletas), y la metió en cortada para dejarlo a Bou mano a mano con Batalla. 

En el segundo fue inteligente para calcular el pique de una pelota, tocó para Bou y fue a buscar la devolución (una chilena), que le llegó un poco larga y le puso el cuerpo a la floja salida de Batalla. Lo demás fue empujar la pelota a la red.

En el tercero recibió de Pavón, después de una buena gambeta de Centurión, y no pensó mucho para meter el chanfle con el pie abierto para colocar la pelota lejos de las manos del arquero. Palo y adentro. Un golazo que se recordará por mucho tiempo. 

El delantero/volante/jugador de toda la cancha de Boca había jugado un partidazo la semana pasada contra Racing y repitió. Aquella vez, Gago le había dado fluidez a la circulación y recibió siempre con mucho espacio; en esta oportunidad los espacios se los procuró solo e hizo todo obligando al reconocimiento general, Gallardo incluido.

El otro viejito piola del Superclásico fue Andres D’Alessandro, quien jugó como para dejar el mejor recuerdo entre los hinchas de River, en su presunta despedida para regresar a Brasil. Con su ductilidad para tocar, ponerle el necesario freno al vértigo y hacerse eje de los encuentros con Driussi, Alario y el Pity Martinez, la rompió. En el arranque del encuentro parecía muy preocupado en lo que pudiera hacer Gago, pero con el 0-1 se dedicó hacer lo que más le convenía a su equipo. Con D’Alessandro en la cancha, River se puso 2-1 y pareció que podía ampliar la distancia, pero el DT de River lo sacó prematuramente, antes del primer cuarto de hora del segundo período. Gallardo dijo que lo veía cansado y lo quería preservar para el partido contra Central por la Copa Argentina, pero con la chapa puesta quedó la sensación de que se equivocó  el entrenador al sacar al jugador que mejor podía defender el resultado con la posesión de la pelota. Una y otra vez le preguntaron a Gallardo por los cambios (lo de Driussi tampoco se entendió mucho), pero el entrenador escapó por dos tangentes: el partido contra Central, en el que dijo tener centradas sus preocupaciones, y en su convicción de que River generó más situaciones de gol que Boca y mereció otro resultado.

No se sabe si Tevez se va a ir a China, es casi seguro que D’Alessandro regresará a Brasil, pero si se van el fútbol argentino lo va a lamentar mucho.