La perfección de esa casa instala algo del orden de la puesta en escena. Todo lo que sucede en Los secretos que ocultamos está contado desde una pulcritud, una prolijidad como si desde la dirección de Per Fly (el mismo de Borgen) nunca se buscara invadir demasiado el relato.

La serie que puede verse en la plataforma Netflix está estructurada como un policial: Ruby (Donna Levkovski), una inmigrante filipina que trabaja como au pair en la casa de una pareja de millonarios daneses integrada por Katarina y Rasmus, desaparece y el conflicto que abre la ausencia de esta mujer joven y extremadamente menuda, que parece tener el cuerpo de una niña (un dato del casting muy acertado que tiene un valor narrativo) pone en crisis la organización social de esa comunidad adinerada. Ruby no se llevó su pasaporte ni ninguna de sus pertenencias y la noche anterior le pidió a Cecilia (Marie Bach Hansen), la dueña de la casa vecina que la deje quedarse porque no puede convivir más con su familia anfitriona.

Pero en esta reseña no voy a hablar de la trama policial y no se trata aquí de obedecer a la tiranía del spoiler (con la que no estoy para nada de acuerdo) sino en considerar que mantener el enigma es fundamental para poder disfrutar de la serie. Lo que me importa es hablar de los elementos sociales y políticos que estallan con elegancia en el desarrollo del guión creado por Ingeborg Topsoe y de varios desus procedimientos. La protagonista de esta historia es Cecilia (de hecho vemos la serie desde su punto de vista) una mujer perfecta. Es millonaria, hermosa, tiene una profesión, un marido guapo y dos hijos. Para que esa mansión idílica en la que vive con su familia se vea tan impecable necesita de una au pair que en Dinamarca se contrata bajo un sistema reglamentado por el estado. Por supuesto estas mujeres son inmigrantes pobres y prevalecen las filipinas porque, como dice Katarina (Danica Curcic) son más dóciles.

Ángel (Excel Busano) es la au pair de Cecilia y se ocupa de la crianza de su niña más pequeña y también de Viggo (Lukas Zuperka) su hijo preadolescente que muestra un afecto hacia Ángel mucho mayor que el que manifiesta por su madre. Cecilia no es entonces tan perfecta: necesita tomar pastillas para dormir y tuvo una depresión cuando nació su hijo mayor con el que le cuesta comunicarse. Pero la decisión de darle el protagónico a Cecilia y no a Ángel o Ruby, cambia la lógica de la historia. Cecilia es una mujer privilegiada y sensible: le permite a Ángel compartir la mesa familiar durante las comidas, se preocupa por su bienestar y repite que Ruby siempre es bienvenida en su casa como amiga de Ángel. Si bien sus compañeros de trabajo la critican por contratar una au pair (una práctica que consideran colonial) ella se defiende diciendo que es la única manera en la que las mujeres pueden ocupar espacios de trabajo profesionales.

Los secretos que ocultamos está planteando un problema de clases. Las mujeres adineradas hacen lo que quieren con sus vidas a costa de las mujeres pobres que trabajan como empleadas en sus casas. Las au pair son explotadas en todos los sentidos: no solo crían a los hijos sino que limpian y preparan la comida. La familia anfitriona de Ruby, la chica que desaparece, tiene todavía más plata que Cecilia y Mike (Simone Sears) que trabaja como abogado en la empresa de Rasmus. Katarina es la típica esposa trofeo que si bien es amiga de Cecilia, funciona como su contracara (como el personaje que nos lleva a valorar a Cecilia). No tiene una profesión, sólo se ocupa de su apariencia y no expresa la menor sensibilidad hacia Ruby. 

Las resistencias que esta familia anfitriona muestra al momento de interesarse y cooperar en la investigación sobre la desaparición de su au pair parecen explicarse desde la desaprensión de clase y también desde una dosis de culpa de la que saben que podrán desprenderse por su situación privilegiada. Cecilia se convierte en una suerte de investigadora o detective hacia el interior de ese mundo de familias amigas en los suburbios de Copenhague en paralelo con Aicha, la mujer policía interpretada por Sara Fanta Traore que al ser afrodescendiente se toma esta investigación como una causa política. 

Para Cecilia enterarse que Rudy estaba embarazada, sospechar de Rasmus (Lars Ranthe) o incluso de su marido implica indagar sobre sí misma, empezar a ver el mundo que ella conoce con ojos extraños, al mismo tiempo que los datos que recopila Aicha permiten saber que Mike estuvo preso por violación cuando era muy joven. El hecho que esa pareja de Mike y Cecilia esté conformada por dos personas que vienen de universos sociales diferentes también cobra un nuevo sentido a partir de la desaparición de Ruby. Lo que quiere develar Cecilia no es sólo qué pasó con Ruby sino quienes son las personas que están a su lado, quién es el hombre con el que se casó, quienes son sus amigos, quién es su hijo pero también quién es Oscar, el hijo adolescente de Katarina y Rasmus que se pasa las horas en su casa y que establece con su hijo una relación de dominio, aunque los adultos no parecen notarlo. Cecilia empieza a experimentar una sensación de ajenidad al mismo tiempo que entiende que la organización social de su vida familiar implica ciertos peligros.

Cecilia podrá ser muy sensible y progresista, podrá parecer más humana que su entorno pero nunca pierde su posición de clase. El guión de Topsoe tiene una cualidad típica de los guiones bien escritos: sabe hasta dónde llegar con los diálogos, cuando los personajes tienen que callarse y no completar la frase porque esas palabras que faltan ya están resonando en la cabeza de los espectadores. También consigue narrar con imágenes, con la composición de los cuerpos en el espacio, en alianza con la dirección de Per Fly

Cecilia pone como condición para contratar su au pair que no tenga hijos porque nunca aceptaría que una mujer descuidara a sus propios hijos para cuidar a su familia. Lo que para Cecilia es un rasgo noble implica el desconocimiento de la realidad de muchas de estas mujeres que deben abandonar su hogar para poder enviarle a sus hijos un dinero que les permita un mejor porvenir. Cuando Cecilia descubre que Ángel le mintió y que tiene un hijo en Filipinas con el que solo habla por videollamada la decepción de Cecilia no puede ni compararse con el drama de Ángel y no existe en Cecilia la capacidad de ver esa distancia ni de entenderla.

Los secretos que ocultamos dialoga con la serie Adolescencia. Oscar (Frode Bilde) incita a sus compañeros a realizar y compartir videos donde las chicas son sorprendidas en un baño o mostrando ropa interior sin darse cuenta cuando se agachan o realizan alguna actividad cotidiana. Por supuesto que las au pair también caen dentro de esta captura de imágenes, especialmente Ruby ya que la familia había instalado una cámara en su cuarto escondida en un osito de peluche. La forma compulsiva en la que los más jóvenes comienzan a vivir su sexualidad genera una violencia a partir de esas imágenes que vienen a reemplazar a la experiencia y que elimina todo componente crítico y moral. La serie tiene dos líneas fundamentales. La trama policial que se resuelve pero que encuentra una artimaña jurídica para evitar el castigo y una trama psicológica y social donde Cecilia se convierte en ese personaje que quiere ir hacia la verdad pero que cuanto más investiga más cerca está de desmembrar todo su universo afectivo. La ambigüedad del personaje hace que intente salvar su tranquilidad familiar extirpando a la au pair como un elemento externo. 

Ese gesto que pone fin a la ficción de la igualdad no evita que ella termine siendo la extraña, la traidora a su clase. A la vez, las prácticas que sus hijos instrumentan en el mundo digital, pero que tienen como objetivo y presa a mujeres reales que pasan a alimentar más una perversión que un deseo erótico, no se aleja demasiado de los modos en que los adultos se relacionan y construyen sus vínculos. Los secretos que ocultamos tiene uno de los mejores finales porque en una imagen cuenta esa separación y esas complicidades de su entorno. Cecilia sabe bastante poco de cómo funcionan las alianzas entre su marido y la casa vecina pero responde a su clase mejor de lo que cree. La decisión del guión de darle a ella el protagonismo es una manera de reconocer que son los sectores privilegiados los que manejan la acción social

Los momentos en que las mujeres filipinas podrían haber tomado cierto protagonismo en relación con la desaparición de Ruby se desvanecen. En Cecilia habita la sorpresa, la posibilidad de ver realmente un funcionamiento que ella reproduce aunque no se reconoce como parte de ese sistema. El guión no realiza ningún tipo de discurso sobre este tema, prefiere darnos a nosotros como espectadores los recursos para que a través de los comportamientos, podamos analizar una mecánica social que no se limita al mundo escandinavo.