El año y medio que lleva Javier Milei en el gobierno alcanzó para convertir al cine argentino en un desierto. El vaciamiento del Instituto del Cine (INCAA) y la reducción a cero del aporte estatal hicieron que en ese lapso no se financiara ningún proyecto. En paralelo la película Por tu bien, ópera prima del misionero Axel Monsú, no solo logró terminarse, sino que realizó un exitoso recorrido de festivales. Tras su paso por el Florianópolis Audiovisual Mercosur, participó de la Competencia Argentina del Festival de Cine de Mar del Plata y ganó el premio del público en el Festival de Cinema da Fronteira, en la ciudad de Bagé, Brasil. Su próximo destino es el Festival Cine en Grande, que se realiza del 11 al 15 de junio en Río Grande, Tierra del Fuego.

Por si fuera poco, Por tu bien se estrena este jueves en el Cine Gaumont, Av. Rivadavia 1635, donde tendrá proyecciones diarias a las 14.20, 18 y 21.15. Claro que nada de eso es mérito de la actual administración, sino de la voluntad de sus protagonistas y de un esquema de producción que incluyó incentivos provinciales y otros nacionales otorgados por la gestión anterior del Instituto. “La película fue realizada con inversión privada y pública, articulando fondos del IAAviM (el instituto de artes audiovisuales de Misiones) y el INCAA”, comenta Monsú.

Por tu bien cuenta la historia de Zulma, una adolescente que crece en una familia tradicional en un pueblo rural ubicado en la frontera entre Misiones y Brasil. Ahí deberá superar los mandatos de una sociedad conservadora, donde el peso moral de lo religioso vuelve asfixiante la vida cotidiana. Presa de ese núcleo machista que le impone destinos por la fuerza, Zulma deberá tomar decisiones para cortar las ataduras que la mantienen sujeta a ese entorno opresivo.

-Por tu bien es una película de frontera donde la amalgama cultural que se produce en los territorios limítrofes es muy reconocible. ¿Sentiste algún tipo de mandato como misionero para que tu primera película estuviera marcada por esa identidad?

-Mandato, no. Sí una necesidad personal de hablar de paisajes, de situaciones y de una cultura que hacen parte de mi vida y de mi entorno. Tal vez la fascinación por las virtudes y tragedias del paisaje y cultura a las que pertenezco me lleva a querer narrarlo y ficcionar.

-Dentro de ese deseo, ¿identificás los motivos que te impulsaron para que la película estuviera atravesada por temas como el rol de la mujer o la incidencia de lo religioso en las clases rurales?

-Esos temas me atraviesan desde niño. Crecí en una comunidad rural pequeña donde estas situaciones me marcaron. Luego, viviendo en otras ciudades, fui atravesado por historias similares. Me interesan esas situaciones (que están allí, sucediendo todo el tiempo pero parecen invisibles) y usar el cine para abrir a las palabras ahí donde hay silencios. Porque esta es una historia que narra etapas claves y decisivas de los personajes y habilita en ellos la posibilidad de hacerse preguntas como: ¿quién soy?, ¿quién quiero ser?

-La trama incluye situaciones de violencia. ¿Enfrentaste dilemas al filmarlas?

-Fue una preocupación y un trabajo muy cuidadoso que se dio mediante un proceso creativo con el elenco y el equipo artístico. Generamos instancias de intercambio con terapeutas para pensar su puesta en escena, definir y ensayar registros corporales cómodos y seguros para el elenco. Buscamos que desde lo visual las acciones de violencia no fueran lo central en la escena, sino que estuvieran tomadas desde lejos, dando mayor peso a lo emocional y lo psicológico de la representación.

Por tu bien.


-Hoy se le reclama al cine mayor compromiso para visibilizar relatos que representen a las minorías, pero al mismo tiempo se impugna cuando esa tarea la asumen individuos identificados con la mayoría masculina, blanca y de clase media/alta, en la que a priori estás incluído. ¿Cómo te paraste frente a esa aparente paradoja para filmar una película con una protagonista que es mujer, mestiza y de clase baja?

-Pasa que la historia de la película no me excluye. Es una historia propia, cercana a mí, de vivencias y represiones en modelos patriarcales ancestrales que trascienden incluso las clases sociales. Crecer en un pueblo chico y educarme en la escuela pública me brindó la posibilidad de sentir todo el tiempo las diferencias y privilegios, propios y ajenos. La película nace como parte de una cultura mestiza, diversa y de clase trabajadora. Además, el proceso de escritura fue intermitente, entre 2003 y 2022, atravesando momentos sociales e históricos en los que el movimiento feminista avanzó en conquistas para todes y nos dio a las masculinidades la posibilidad de hacernos preguntas. La escritura fue parte de esa deconstrucción que, por ejemplo, me llevó a tomar conciencia de que caminar por la calle sin sentir temor es, lamentablemente, un privilegio del varón. Hay un modelo de masculinidad que nos subyuga a todos, instalando prejuicios sin importar clases sociales.

-Como en otros ámbitos, el cine argentino está signado por la desigualdad. ¿Qué desventajas enfrentan quienes filman lejos de Buenos Aires?

-Producir una película es muy difícil más allá del lugar en el que te encuentres, pero hacerlo desde la periferia hace que nuestros procesos sean más lentos. La falta de herramientas de financiamiento es una de las mayores trabas. Por tu bien atravesó diversas estrategias, inclusive se planteó como una coproducción con Brasil. Pero el corte de los fondos en ese país en el gobierno de Jair Bolsonaro hizo que esta posibilidad se cayera y tuviéramos que comenzar de cero.

-A pesar de ese punto de partida desventajoso, ¿hay alguna ventaja con la que cuentan quienes deciden filmar desde ahí?

-Quizás una mayor libertad creativa. En nuestro caso, la decisión de trabajar con un elenco conformado por actores con más trayectoria, como Gastón Ricaud, y otros noveles de nuestra provincia. O vecinos integrantes del teatro comunitario “Murga del Monte” y de Colonia Alberdi. También el hecho de retratar la diversidad de lunfardos o tonadas que existen en nuestro lugar fronterizo, con su diversidad de lenguas, de comunidades originarias e inmigrantes. Elegimos pintar esto en el paisaje sonoro, asumiendo el riesgo de que esta particular manera de hablar de los personajes pudiera generar extrañeza en el espectador.

-¿Qué hacen los artistas del cine fuera de Buenos Aires para cambiar esa cultura porteñocéntrica?

-En Misiones el sector audiovisual se organizó para consolidar leyes provinciales y herramientas que abrieron la posibilidad de hacer cine local. Fue un proceso de casi 15 años. Antes de eso para una PyME federal era prácticamente inviable hacer una película desde y en Misiones.