A Rita la encerraron doce años en un neuropsiquiátrico porque no entendían lo que decía y como no lo entendían dijeron que estaba loca. Rita Patiño Quintero fue una pastora de ovejas, una mujer rarámuri originaria de la Sierra Tarahumara, Chihuahua, México, que llegó a la ciudad de Manter, en el oeste de Kansas, en junio de 1983.
No sabemos cuántos kilómetros caminó y cuántos días estuvo sin comer, pero sí sabemos que cuando se refugió en una iglesia metodista un pastor llamó a la policía y la encerraron. Un supuesto traductor que no sabía hablar la lengua de Rita aseguró que podía ser una indígena de algún país de Latinoamérica y que sus palabras no tenían ningún sentido. A ella nadie le explicó nada, la acusaron de golpear a un policía mientras se defendía y llevaron su caso a la corte para que la corte confirmara lo que el traductor ignorante había decretado. Para la justicia Rita era un peligro. Ella estaba en peligro. Tres meses después un abogado de oficio que nunca se presentó ni la defendió la condenó con su ausencia. Rita ya estaba medicada. ¿El diagnóstico? El diagnóstico decía que era una mujer peligrosa para los demás y para sí misma.
Encerrada sin que pudiera comprender los motivos soportó años de violencia médica y jurídica. Rita migrante y empastillada, vivió en la invisibilidad y cada día más enferma. El hospital la enfermaba. Le costaba caminar y le dolía la cabeza. Un chihuahuense y hablante del rarámuri que la conoció en el hospital y una organización de Kansas (hay diferentes versiones sobre quiénes iniciaron el rescate) la sacaron del encierro. La abogada designada por la organización para defender a Rita, cuenta en el documental La mujer de estrellas y montañas de Santiago Esteinou (2022) que desde el primer momento Rita había indicado que era de Chihuahua y que era una indígena tarahumara: "eso estuvo en su expediente médico prácticamente por todo el tiempo que ella estuvo ahí. Aun así, habían pasado diez años y ella seguía ahí. Ellos seguían diciendo: 'no sabemos de dónde es ni qué idioma habla'. Nadie había hecho ninguna gestión para sacarla a pesar de que consta que un trabajador social había informado su internación al personal del consulado mexicano”.
Después de un proceso judicial muy difícil y una demanda por US$10 millones Rita fue dada de alta y volvió a México en 1995. En el documental de Esteinou Rita mira el horizonte y dice que es feliz conviviendo con la naturaleza mientras algunas voces eligen a su modo reconstruir el pasado de la mujer que cayó del cielo (como se llama la obra de teatro que escribió Víctor Rascón Banda).
¿Qué cuentan esas voces? Cuentan que Rita era una partera, herbolaria, artesana y lavandera que regalaba a quien lo necesitara los quesos que producía, que había nacido en Piedras Verdes, que tuvo una pareja y un hijo que después le sacaron y que un día se convirtió en una “apestada” a la que le robaron el rebaño y acusaron sin pruebas de haber asesinado a su marido: "Rita Patiño no mató a Jerónimo Renterías. A Rita Patiño le robaron las chivas, le robaron las cobijas, le robaron los borregos", dice un hombre frente a la cámara.
Su caso jurídico terminó recién 2001 a través de un acuerdo establecido por la corte de US$90.000 de los cuales solo 32.641 le hubieran correspondido a Rita si no se los hubiera llevado la monja que la corte designó como administradora. La burocracia jurídica que tardó en encontrar a la monja fugitiva y designar a nuevos administradores gastó el dinero que quedaba. Rita murió en 2018, la cuidaba su sobrina Juanita. En ritual festivo su comunidad celebró su muerte para que Rita trascendiera en el viaje hacia el origen, ahí donde están las estrellas que alumbran las montañas de Tarahumara.