No sin argumentos, sostiene Roxana Amed que Luis Alberto Spinetta, Charly García, Fito Páez y Gustavo Cerati han inaugurado, “aún en distintas cronologías”, el fuego sagrado del rock argentino. Es por ello que su reciente disco, destinado a recrear canciones de ellos cuatro en clave de jazz, lleva por nombre Todos los fuegos.  “Después de escuchar mucho, de elegir cuidadosamente lo que funcionara con un lenguaje jazzístico sin perder su esencia como canción, los 'fuegos' resultaron ser Charly, Spinetta, Fito y Cerati, aunque no es tarea fácil reunir en un álbum -o aún en dos o en tres- las voces más poderosas de un género tan diverso, creativo y transgresor como el rock argentino”, sostiene Amed.

-Tal vez te haya afinado un poco la búsqueda que las canciones de Spinetta, por tomar un caso, tengan afinidad con el jazz, tu género.

-Spinetta tiene “naturalmente” una estructura armónica y melódica más abierta, menos diatónica, más asociada al jazz moderno y muchos de sus temas fluyen bien en nuestro lenguaje jazzístico. No se rompen con los cambios de compases al agregar colores a los acordes, quiero decir, como tampoco se afecta mi voz al momento de cantar melodías imprevisibles, porque está entrenada para eso en el jazz.

-¿Cuál fue el criterio para elegir los temas del “Flaco” que quedaron?

-Bueno, “La sed verdadera” representa la intimidad del creador, su búsqueda con la “verdad” de su obra, su obsesión desolada con poder reflejar su voz. Y eso me encanta. “Asilo en tu corazón” tiene por su lado un desenlace vocal que también me encanta.

Los tres ejemplos, más “Vida siempre”, son las cuatro versiones que Amed encara del primus inter pares del rock argentino. De García, en tanto, los escogidos fueron dos de Seru Giran: “Cinema Verité” y “Salir de la melancolía”, bajo intervenciones de Leo Genovese en piano y arreglos, el bajista Tim Lefebvre y Kenny Wollesen en batería. “Charly tiene una creatividad melódica y pianística basada en sus manos que son maravillosas de cantar. Tiene un movimiento fluido armónico y estructural que no está en las canciones con más contenido pop o folk de otros músicos. Igual que Fito, de quien se me impusieron 'Dejaste ver tu corazón' (Spinetta-Páez) y 'Ciudad de pobres corazones', en este caso por su agresividad vocal, tímbrica y rítmica. Es uno de los temas más difíciles de respetar en ese sentido; lo abordé con un sonido más cercano al blues”, cuenta.

Radicada en Estados Unidos hace una década, Amed se gana la vida allí como profesora en la Universidad de Miami y en la Frost School of Music. También como compositora y cantante, claro. En su anterior disco, Los trabajos y las noches, lo alquímico pasaba por fundir jazz y poesía con la pluma de Alejandra Pizarnik como vehículo. Pero había sido con Unánime que se había hecho acreedora a un Premio Gardel, por el que volvió a competir con Todos los fuegos. “Siempre es importante producir música para mi país, música que se remite de algún modo a la Argentina. Cuando esto se refleja con un reconocimiento como los Premios Gardel y ahora con mi distinción en los Premios Konex, me alegro mucho, porque es algo que me conecta con los colegas, con los amigos, con la gente. Creo que sobre todo en este género que no es masivo, nosotros mismos tenemos que proteger la visibilidad y la difusión de nuestros trabajos”.

-De todas formas, pese a que hacés base en el jazz, tus discos suelen desmarcarse de las etiquetas. Siempre aparecen viñetas fuertes de otros géneros.

-Es que el jazz me deslumbró cuando llegó a mi vida -y aún lo hace- por su innovación, la sorpresa, lo impredecible de los abordajes, la belleza de sus melodías, la improvisación, la exigencia de la creatividad y de la técnica. Y esto por supuesto conlleva la flexibilidad para poner a disposición todo ese lenguaje en el momento de abordar otros géneros. Lo he hecho desde hace muchos años, a veces con el rock nacional del que me enamoré escuchándolo en la radio, cantándolo en la escuela o en las fiestas. También con el folklore y las versiones que hice del “Cuchi” Leguizamón, con los trabajos sobre Ginastera, y mínimamente con el tango. En esas convivencias es en donde me reconozco.