Suele ocurrir que una chispa, un acto aislado pero contundente, encienda algo mayor. Tal vez inesperado. Hacía dos años que Gran Martell, sin dudas de las mejores bandas de rock argentino que apareció en este siglo, no se juntaba a tocar. Jorge Araujo, baterista y cantante, andaba metido en cosas de Electro carne y hueso, su tercer disco solista. Tito Fargo, el guitarrista, subido a esa especie de gira interminable que encara la Kermesse Redonda con exintegrantes de Patricio Rey. Y Gustavo Jamardo, bajista y cantante, hundido en una búsqueda distinta, contrabajo mediante. Así las cosas, hasta que un productor uruguayo los contrató para tocar en la Sala Magnolio de Montevideo y, fruto de ello, encendió la chispa. “Sinceramente, la pasamos tan bien entre nosotros y con el público que decidimos repetir en Buenos Aires”, asegura Araujo confirmando la vuelta del trío a escena porteña, el martes 1° de julio en el Café Berlín de Avenida San Martín al 6600. “Exacto -refuerza Jamardo-. Cuando fuimos a Uruguay se vio que volvimos a tener algo fresco, entonces aprovechamos esa impronta para volver a tocar y estar en la experiencia Gran Martell, que es una experiencia sonora cien por cien”.
Originado en 2004, con cinco discos en su haber publicados entre 2005 y 2016 (Gran Martell, Dos huecos, Un Volcán, Un volcán lado B y 4), más un tardío single llamado “Entra y sale”, el trío vuelve una vez más sobre su habitual e inexpugnable carga sonora. “Esta vez, a diferencia de casi todas las presentaciones anteriores, queremos volver a las fuentes, al power trío de los inicios, ese que nos sorprendió a nivel creativo… aunque, claro, sumado esto al recorrido de tantos años hace las cosas diferentes. Por supuesto, disfrutamos de ambos mundos.”, se planta el exbaterista de Divididos ante un propósito con el que coincide Jamardo. “Después de mucho recorrido y de haber incursionado en distintos sonidos, volveremos a la parte esencial del grupo”, afirma él. “Todo aquello fue un aprendizaje entre los tres para ahora volver a poner las cosas en su lugar, aunque con más experiencia y más desarrollo respecto de la edición de la música en vivo”.
-También hay ausencia de grabaciones, después de otros tiempos más prolíficos del trío, como durante el segundo lustro del milenio. ¿Están preparando disco nuevo o el reencuentro es puntual?
Gustavo Jamardo: -El grupo vuelve a juntarse desde cero y, en base a este transitar, se verá qué cosas se pueden hacer. De entrada, se trata de una juntada que tiene que ver con los 20 años del grupo y lo ponemos en el escenario, que a esta altura no es poca cosa, tras dos años de distanciamiento
-¿A qué atribuyen la distancia?
G.J.: -A situaciones de desgaste que producen tantos años de tocar juntos.
Jorge Araujo: -De todas formas, a Gran Martell hay que esperarlo. Por suerte, disfrutamos mucho tocando juntos y eso hace que siempre quede la puerta abierta. Como pasó durante estos veinte años, jamás tocamos ni grabamos música de la banda si uno de nosotros, por la razón que fuere, no podía estar presente. De esta manera, se generó un vínculo artístico en el que está más que claro que cada vez que se da la oportunidad de hacer algo juntos no tenemos la menor idea de si se va a volver a repetir. Siempre fue así, desde el primer día.
-En una entrevista pasada con Página/12, tras la edición de 4, Fargo dijo: “Creo que cuando la vaca no tenga más jugo creativo, porque no nos reinventamos, tenemos que pensar en aflojar”. ¿A qué distancia están de ahí?
Tito Fargo: -En verdad, hemos pasado por muy diversas situaciones pero que siempre nos han mantenido al margen del negocio y la industria musical durante todos estos años. Pero siempre hemos estado muy firmes, con una idea de trío creativo por fuera de las fórmulas y los estereotipos rock. Aquello que dije no gravita aún, porque justamente podemos encarar un proyecto de estas características en este presente. Un gran logro de nuestra parte, dada una actualidad en la que todo va muy rápido. Hasta las mentiras tienen otra velocidad.
-A propósito ¿cómo conviven con este mundo vertiginoso y desalmado?
J.A.: -Bueno, estamos viviendo un momento muy complejo para los artistas en general. No se destina un peso a la cultura, quiero decir, y entonces el negocio de la música empieza a ganar un terreno muy grande sobre la música en sí. Por suerte, he tenido y sigo teniendo un espacio para que escuchen lo que hago porque son 40 años tocando sin parar, pero los que hoy proponen nuevas formas, lo que se denominaba el under, lo que refresca con aire nuevo, la tienen muy difícil.
G.J.: -Ha cambiado mucho el mundo, y ha cambiado mucho también la modalidad de la información. Y en este contexto, creo que Gran Martell ofrece algo que tiene que ver con la realidad de un género desde el lugar más honesto, que es el del entendimiento de tres músicos tocando y sonando, sobreponiéndose así a un estado de cosas bravo.
-¿Qué hay de nuevo para ofrecer en Gran Martell, entonces?
T.F.: -La cantidad de canas que aparece en las fotos actuales (risas). Bueno, ahora más en serio, también hay un material nuevo que está esperando ver la luz en algún momento que el reloj de la banda lo indique.
-¿Palabras que acerquen?
G.J.: -Improvisación y dance, que es lo que vinimos incorporando desde “Entra y sale”.