La Cámara de Diputados dio media sanción el proyecto de reforma tributaria, que establece rebajas para el sector empresario y aumento de la carga sobre el consumo. El oficialismo había encarado la sesión confiado en conseguir los votos para obtener la aprobación en la Cámara baja del segundo proyecto del paquete de reformas que envío al Congreso y que se interrelaciona con la controvertida reforma previsional y la todavía no tratada en materia laboral. Para su aprobación, volvió a ser vital el acuerdo alcanzado con los gobernadores en el marco del pacto fiscal para contar con el apoyo del Bloque Justicialista, el Frente Unidos por una Nueva Argentina (ex massismo), el nuevo bloque radical que integra Martín Lousteau, parte del Frente para la Victoria-PJ -con disidencias en el tratamiento de los artículos en particular-y el peronismo federal, y otros partidos provinciales aliados del oficialismo. La semana próxima se tratará el proyecto en comisión en el Senado. El paquete de cambios impositivos busca reducir la carga tributaria sobre las empresas y tiene algunos impuestos nuevos, como el que grava la renta financiera y el que alcanza parte de la indemnización por despido con Ganancias. Las críticas de la oposición se centraron en los artículos que gravan con Ganancias la actividad de las mutuales y cooperativas y el impuesto interno sobre las cervezas artesanales. También se pidió que los pagos por indemnizaciones o retiros voluntarios no estén alcanzados por el impuesto a las Ganancias.

La reforma tributaria recibió 146 votos a favor. En forma negativa votaron 77 diputados y hubo 18 abstenciones.

El inicio del tratamiento del proyecto se vio retrasado luego del cruce que protagonizaron el jefe del bloque Pro, Nicolás Massot, y sus interlocutores del Frente para la Victoria-PJ, por la vinculación de su familiar con la última dictadura cívico-militar. Massot presentó una cuestión de privilegio para asegurar que “estaba orgulloso de su familia” y que esperaba que el resto de los diputados “hagan honor a sus apellidos”, como él, en la actividad parlamentaria. Quien salió a responderle fue el kirchnerista Juan Cabandié, quien aclaró que su crítica no se centra en la persona del diputado macrista pero dijo: “la familia Massot es responsable de la desaparición de mis padres”. 

Tras varias dilaciones por cuestiones de privilegio, el tratamiento sobre tablas comenzó con la presentación del proyecto por parte del diputado Luciano Laspina (PRO), quien aseguró que la iniciativa es un punto de partida para reducir el déficit, algo que el Gobierno no logró en los dos años de gestión. Por el contrario, elevó el rojo presupuestario. La venta del proyecto incluyó la reducción en la carga tributaria que aplicó el gobierno pero que recayó en menores impuestos a exportadores de granos, mineros y a los grandes patrimonios. “Tenemos elevados impuestos al trabajo y la baja es para nuevos trabajadores se integren a la actividad formal”, aseguró Laspina.

Quien precedió la palabra fue el diputado Axel Kicillof (FpV-PJ), quien aludió a la definición de “novedoso” que esbozó Laspina sobre el proyecto de reforma fiscal. “No tiene componentes nuevos. No, es neoliberal y noventista. Estas medidas se probaron en los 90 y décadas anteriores. Pero además ya sabemos que fracasaron”, contestó el ex ministro de Economía. El legislador insistió en que este proyecto “forma parte del paquetazo de reformas neoliberales que mantuvo escondido el Gobierno hasta después de los comicios y pretende que se dé ahora trámite exprés”. Tal como manifestaron otros diputados, Kicillof hizo hincapié en que la propuesta “le perdona impuestos a los que más ganan e intenta trasladar esa carga a los que menos tienen”. “Ustedes están poniendo en crisis a este país. En la Anses había superávit y ustedes lo hicieron deficitario y ahora recortan los aportes”, concluyó. 

Con la tibieza que caracterizó al massismo, Marco Lavagna (Frente Unidos por una Nueva Argentina), aseguró que la reforma no es buena y se queda a mitad de camino. Pero inmediatamente aclaró que “incorpora alguna cosas buenas”. “No trabaja sobre el fondo de la cuestión, que es cambiar la matriz impositiva en Argentina”, aunque aseguró su voto a favor en general. Se sumó también al pedido de que se elimine el impuesto a la cerveza artesanal y que mutuales y cooperativas no paguen Ganancias. Entre los aspectos que destacó como positivos, mencionó la implementación del impuesto a la Renta Financiera. No obstante, cuestionó que se rebajen aportes patronales “sin tener en consideración el efecto que puede tener sobre el sistema previsional”. Con la misma tónica se manifestó Martín Lousteau (Evolución Radical) y pidió entre los presentes que levante la mano el que conocía el impacto de las reformas fiscales en las provincias que representa. Nadie levantó la mano. 

Del bloque Justicialista, Diego Bossio, opinó que “hay que exigir a los empresarios que pongan lo que tienen que poner”. “Si no hay una vocación real del Ejecutivo y del sector empresario de invertir en Argentina, no hay ningún beneficio que alcance”, dijo el titular de la Anses. Al igual que Lavagna, también sostuvo que la reforma se queda a mitad de camino. “No termina de ser lo suficientemente agresiva”, observó Bossio, aunque se sumó al discurso oficial de que el límite “son los 638 mil millones de pesos que tenemos de déficit”.