Desde Bogotá, Colombia 

Al cabo de un rato de lluvia, el público seguía ahí: aplasta ver al gigante. Su permanencia viene manteniéndose fenomenal, masiva e histórica. Entre aguaceros, tinticos, un tendal de remeras oscuras y el rugido ensordecedor de unos miles de metaleros, la edición 2025 de Rock al Parque logró juntar a casi 300 mil personas en tres días, a lo largo de leguas y leguas de verde en el Parque Simón Bolívar. Por momentos, el Central Park bogotano se convirtió en una mancha voraz negra, que todo lo deglutía, que todo lo devolvía en rock. En su extenso line-up, el festival presentó 56 bandas, unas 20 de ellas, distritales. Ska, reggae, heavy, punk, hardcore e indie cocinaron un guiso musical, siempre sazonado con la delicada entelequia conocida como "cultura rock".

A su compás, que nunca dejó de ser verdaderamente multitudinario y excesivamente popular, Rock al Parque viene cristalizándose como un punto altísimo entre la efervescencia festivalera de Sudamérica. Y como alguna vez dijo Fito Páez: "Es el bastión universal del rock". Es un vademécum con todas las fórmulas rocanroleras. Es una fuente de consulta para volver a revisar cada vez que alguien se anime a deslizar un egomaníaco, estéril y fláccido "El rock ya fue". "Nos gusta lo sanguinario", aporta el periodista Andrés Durán, conductor de El Expreso del Rock y leyenda de la divulgación rockera colombiana, a propósito de su fuego sagrado.

Cuarteto de Nos, el show más celebrado | Foto: gentileza Rock al Parque


Con casi 30 ediciones sobre sus espaldas (el mítico show de Spinetta en 2004, su cítrica edición popera de 2014, Juanes haciendo "Seek and Destroy" de Metallica en 2019), Rock al Parque convive espiritualmente con otros monstruos de la región como el Festival de Viña del Mar, el Rock in Río o los argentinos Cosquín Rock y Quilmes Rock. Y es considerado como el festival gratuito y al aire libre más importante de América Latina, una cucarda que se cuelga con orgullo. Una distinción que, a fin de cuentas, se merece por su naturaleza de mega-evento.

En lo formal, Rock al Parque está dirigido por la periodista y gestora cultural María Claudia Parias, y forma parte de un entramado de diez festivales que componen los "Festivales al Parque", una política cultural de la ciudad de Bogotá cuyo propósito anida en promover el arte en sus distintas expresiones y, de paso, brindarles una oportunidad high level a sus artistas locales. Por lo demás, es un evento desarrollado y ejecutado por la Administración Distrital de Bogotá, a través de su Instituto Distrital de las Artes (Idartes), y confirma todos los rumores que lo asumen como uno de los eventos artísticos más importantes de América Latina. Incluso, en épocas de viralidad y post-post-post explosión latina en MTV, viene siendo clave para la consolidación rockera de la región.

Reencarnación, pioneros del "ultra metal" | Foto: gentileza Rock al Parque


Lo mejor de Rock al Parque 2025

Desde sus tres escenarios y su Zona de Experiencias (que se posiciona, incluso, como un cuarto escenario más informal y juvenil), Rock al Parque despachó su edición 2025 con su ya clásica interseccionalidad, aunando a los vascos de Parabellum (con una actividad complementaria en la librería La Valija de Fuego, en la que hablaron sobre punk y Medio Oriente), a los pioneros del "ultra metal" y el ruidismo crudo de Reencarnación (cultores de un subgénero extremo nacido en Colombia) y a los suecos de Dismember, íconos del metal escandinavo ("Nunca pensamos en ser pioneros", dijo el bajista Richard Cabeza, en medio de un show a puro headbanging). "Aquí nació el metal extremo. Bogotá fue el epicentro del ultra metal, un concepto que se le debe a la gente", aporta Piolín, líder de Reencarnación. "Hoy los jóvenes tienen más conciencia", amplía.

Además, el festival contó con la presencia de los brasileros Black Pantera ("¡Somos anti-fascistas y anti-racistas! ¡Palestina libre!", gritaron), de los mexicanos Alisson (con su happy punk dosmilero) y de grupos argentinos como Él mató a un policía motorizado (que ya saben dominar partidos como estos, ante 30 mil personas), Los Cafres (gran performance debajo de una fuerte tormenta), Silvestre y la Naranja (una de las bandas favoritas de las chicas bogotanas) y A.N.I.M.A.L. (Andrés Giménez es un titán, en su ¡quinta presentación!). También de los mexicanos El Gran Silencio (con tributo bailable a Celso Piña y su clásico "Chúntaro Style"), de los gringos Madball (enérgicos), de los canadienses Comeback Kid (con su hardcore chévere), de los españoles Derby Motoreta's Burrito Kachimba (una apropiación ultra cool de la cultura gitana, el flamenco y el rock andaluz), de los locales de La Derecha (con sus hipervínculos generacionales y su importancia histórica como uno de los conjuntos más importantes del rock colombiano) y de los uruguayos Cuarteto de Nos (que cerraron el escenario principal convirtiéndose en la banda más aclamada del festival), entre otros.

Los Cafres bajo la lluvia bogotana | Foto: gentileza Rock al Parque


Asimismo, desde hace tiempo, el Rockal convoca a artistas de diversas envergaduras, dándole calce al desarrollo de las distintas corrientes y texturas locales, promoviendo a un convoy de bandas distritales que andan pululando entre sus primeras experiencias, ganando musculatura propia e incluso referenciándose en algunas que están a punto de dar el gran salto al mainstream. Consciente de esa potencia, Rock al Parque tiende lazos con su ecosistema y, en su dimensión política, se devela como un artefacto cultural que busca fomentar la participación ciudadana, la inclusión social y la proyección artística, además de promover debates y reflexiones sobre el entorno (en conversaciones nítidamente contemporáneas, que hasta incluyen el medioambiente y sus devenires, la literatura independiente y los sonidos de márgenes).

A galope de su trote ancho, viene convirtiéndose en una plataforma para bandas independientes y en un espacio de encuentro ciudadano. Rockal es un cónclave de diversidad sonora, una vitrina hacia el mundo, un lugar de proyección artística y un foro de debate, que viene asimilando algunos de los momentos cumbre de la escena alterlatina (el show de Kraken con la Filarmónica de Bogotá en 2005, la locura generada por Charly García en 2012, la vuelta de Aterciopelados en 2014, la comunión de tribus que viene mancillando desde hace una década y contando, et al). Así las cosas, el monstruo gigantesco de Rock al Parque se mira las vísceras y fomenta a su propia cultura underground, poniendo luz sobre la mollera de los artistas jóvenes de su distrito. Y, por consiguiente, se yergue también como una galería de tendencias de sonidos bogotanos y nuevaoleros. El rock que mece la cuna y la vida es un festival.

Swag juvenil bogotano | Foto: gentileza Rock al Parque


El cruce de los unders bogotanos

A través de las convocatorias distritales, en las que se presentaron más de 200 artistas, las bandas destacadas tuvieron la oportunidad de estar frente a una audiencia multitudinaria, compartir cartel con agrupaciones de renombre y formar parte de un circuito musical de alto perfil, incluyendo un encuentro con profesionales, managers, bookeadores, programadores de festivales de diversas latitudes, periodistas especializados y líderes de discográficas. Aquí, entonces, un quién es quién de las bandas distritales de Bogotá, Colombia, a las que vale la pena prestarles atención.

Dead Silence "Fusionamos death metal con todo", apunta el cantante Jonathan Barrios. En su delirio se entrecruzan con una galería de arte comandada por el artista Mateo Castaño. Ya se presentaron dos veces en Rock al Parque (2017 y ahora) y vienen de ganar el concurso Bet Play Rock, donde fueron elegidos por ¡Aterciopelados! "Estamos trabajando por el rock", corona Barrios.

Okinawa Bullets Rapcore, distorsión de voces y metal con influencia asiática. Buenas visuales en escena y una alineación digna de un all-stars del metal independiente de Bogotá. Ah, y un gran nombre.

Keep the Rage "¿Están en el Rock al Parque o en un show de reggaetón?", escupió Leandro Londoño, su vocalista, a los presentes. Con letras en inglés y en español, buscan conectar con un público con aires nostálgicos y algo evocativos del viejo metal. "Criticamos la naturaleza oscura del humano", cierra.

Hermanos Menores Ácidos, setenteros e instrumentales. Su propuesta incluye algunas ediciones en físico (vinilos y casetes) y se presentan a contrapelo de Spotify y YouTube. Tanto es así que su disco Pájaro del futuro infinito se escucha únicamente en Bandcamp. "Nos gusta ir contracorriente", devela Daniel Piedrahita, guitarrista y vocalista. ¿En vivo? Un lindo cuelgue.

Piangua Un poco de data: Piangua es un molusco que vive en la mezcla de agua dulce y salada. Y el nombre de su sello, Manglar Récords, le rinde homenaje a Manglar, el ecosistema de las costas del Pacífico. "Somos una banda que propone diversidad, psicodelia, distorsión, funk y medio ambiente", tira su guitarrista, Felipe Behlok.

Chimo Psicodélico | Foto: gentileza Rock al Parque


Chimó Psicodélico Folklore punk, electrónico y rockero. De lo más freak e interesante de las bandas distritales. Su fusión llanera pretende preservar una cultura similar a la de los gauchos en Argentina. En vivo le meten arpa llanera, bandolera llanera y otros instrumentos autóctonos. "Es un tributo a la diversidad cultural", apunta Daniel Gutiérrez, vocalista y compositor. "Buscamos instalar una conversación política y ambiental. ¡Y despertar conciencias!", sigue, vestidito con eco-moda y gorro llanero.

Herejía Una mujer con máscara de demonio sacude su cabeza y parece que se le va a salir (la máscara y la cabeza). Eso pasa durante el show de esta banda que ya tiene encima un trip internacional por El Salvador, Honduras, Guatemala y México. Orquestaciones ornamentales, vientos y mares: música como de cine, ideal para ambientación climática. El death metal sinfónico está en buenas manos: "Somos la única banda de metal sinfónico de Colombia", se ensancha Fran, su vocalista. ¿Un dato loco? El youtuber colombiano Metal Hero es el guitarrista de la banda.

Metal Sevicia Segunda vez en Rock al Parque y salen a la cancha con el sencillo "Nauthiz", recién estrenado. "Tenemos muchos seguidores de México y Argentina", dice Dolfus Beltrán, cantante. Grabaron en Estados Unidos con Joshua Wickman (productor de King 810, Atlantis Chronicles, Last Of A Dying Breed) y ya llevan casi 15 años en el ruedo.

Piel Camaleón Una de las bandas más sorpresivas del festival y una de esas que, probablemente, ganen kilometraje internacional en brevísimo. Pop simpático y bailable, con hits antes del hit. Gran performance en vivo y un popcito amable con "Volvería por ti".

Piel Camaleón | Foto: gentileza Rock al Parque


Sin Nadie al Mando Skater punk que debería ir derechito para la banda sonora del próximo Tony Hawk's Pro Skater. "Todos los políticos son la misma mierda, no importa si son de derecha, de izquierda o de centro", escupen desde el escenario. Llevan 20 años en escena y entre su público hay pibes con skates y banderas flameantes; y una fuerte vibración en el suelo.

Rex Marte Mezclan hard rock con progresivo, música electrónica y cultura geek. Hubo samples a Mortal Kombat, moshpit y hasta tienen un cantante mezcla entre Kabal y Sektor. Cerraron su show con el ending del animé Gurimu Meisaku Gekijou (los "Cuentos de los Hermanos Grimm", en español) y el 4 de julio lanzarán "Cypher", un tema en homenaje al "traidor" de Matrix. ¡Cultura pop para el pueblo rockero!

Nicolás y los Fumadores Un auditorio joven para la niña mimada de la Zona de Experiencias, un espacio que jugó a las conversaciones, a las mezclas experimentales, a los DJ-sets y que devino en lo más original del festival. "¡Fumadores! ¡Fumadores!", coreaba el público, mientras los pibes de la banda se prendían un puchito. El público –similar fenotípicamente al de Él Mató– canta con sentimiento "Bailando Triste", que es un temón extraordinario.


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