Ya a mediados del siglo XX, desde los Estados Unidos de Norteamérica motorizaron, financiaron y organizaron a través de la CIA y los múltiples organismos existentes en ese país, para trabajar en nombre de la libertad, lo que a posteriori se conoció como golpes blandos. Fue la forma de planificar y lograr los mismos objetivos de dominación de manera solapada, sin pagar el costo de lanzar bombas atómicas, destruir instalaciones de desarrollo de cualquier tipo, si es que ello pone nerviosos a los intereses del imperialismo o sus aliados, o invasiones a países que osaran atisbos de soberanía o directamente apoyar de todas las maneras posibles a golpes de estados de militares nativos a sus propias democracias y países.
Esas formas que muchos años después supimos que fue un trabajo de laboratorio encargado, propuesto y pensado por Gene Sharp, se instrumentó con la terminología de golpe suave, golpe encubierto o golpe no tradicional, un conjunto de técnicas no frontales y principalmente no violentas de carácter conspirativo, con el fin de desestabilizar a un gobierno y causar su caída.
De acuerdo con Sharp, la estrategia del "golpe blando" puede ejecutarse a través de cinco etapas jerarquizadas o realizadas de manera simultánea.
La primera etapa es promover acciones no violentas para generar y promocionar un clima de malestar en la sociedad, destacando entre ellas denuncias de corrupción, promoción de intrigas o divulgación de falsos rumores.
La segunda etapa consiste en desarrollar intensas campañas en “defensa de la libertad de prensa y de los derechos humanos”, acompañadas de acusaciones de totalitarismo contra el gobierno en el poder.
La tercera etapa se centra en la lucha activa por reivindicaciones políticas y sociales y en la manipulación del colectivo para que emprenda manifestaciones y protestas violentas, amenazando las instituciones.
La cuarta etapa pasa por ejecutar operaciones de guerra psicológica y desestabilización del gobierno, creando un clima de “ingobernabilidad”.
La quinta y última etapa tiene por objeto forzar la renuncia del presidente de turno, mediante revueltas callejeras para controlar las instituciones, mientras se mantiene la presión en la calle. Paralelamente, se prepara el terreno para una intervención militar, mientras se desarrolla una guerra civil prolongada y se logra el aislamiento internacional del país.
Las denuncias y experiencias existentes en América Latina están llenas de estos mecanismos creados por Sherp. Honduras, Paraguay, Brasil o Bolivia son solo algunos ejemplos de la caídas de gobiernos en donde más allá de la blandura de su acción siempre fueron financiados de manera benevolente por la CIA o diferentes ONGs dependientes de la USAID, el organismo pantalla de país del norte que financia operaciones encubiertas.
Ahora bien esta es una de las formas que utilizan los EE.UU. para lograr la sumisión y el control de lo que consideran áreas o zonas estratégicas, y si los golpes blandos fallan, están dispuestos a llevar adelante los golpes militares tradicionales, o las invasiones sin miramiento sin lamento del costo que esto pueda llevar a la población civil o bombardearlos sin miramiento. Es cierto también que las guerras globales que se están dando en este momento no son solo protagonizadas por los EE.UU. pero si participan en todas de una u otra forma.
Parafraseando a Groucho Marx cuando decía "estos son mis principios, pero si no les gustan tengo estos otros", esas usinas de poder para lograr sus objetivos buscan diferentes formas y si no les gusta el golpe blando, tienen el golpe duro, o como hace algunos años se conoció lo que dieron en llamar el poder blando, una nueva forma con el mismo final.
El Poder blando es un término usado en relaciones internacionales para describir la capacidad de un actor político, como por ejemplo un Estado, para incidir en las acciones o intereses de otros actores valiéndose de medios culturales e ideológicos, con el complemento de medios diplomáticos. Así su creador Joseph Nye, explicó que era una fórmula para hacer que los demás quieran lo que tú quieres a través de herramientas no militares como son la cultura, el cine, la educación, los medios de comunicación, la economía, e incluso la gastronomía. Es el poder que no te asusta, sino que te tienta; no te obliga, te convence; no viene con un látigo, sino con una caricia. Con un cambio del patrón de intervención militar a una estrategia más sutil como es la influencia desde dentro, no es necesario cambiar un sistema por la fuerza, basta con cambiar la sociedad misma para que ésta demande el cambio, la gente debe aceptar lo que el imperio quiere, sin sentir que se lo ha impuesto. En otras palabras, poner a la gente de tu lado, que la gente te quiera y te siga.
El Poder blando no cambia el comportamiento directamente, sino que cambia el entorno en el que se desarrolló el comportamiento. Actúa bajo la piel de la sociedad, remodelando su estructura cognitiva, su identidad cultural y su sistema de valores. Las encuestas, los resultados electorales y los estudios psicológicos se han convertido en herramienta para medir su éxito, aunque medirlos, como dice Nye, sigue siendo difícil porque su impacto es intangible depende de las percepciones de otros.
Por eso una vez que finalizan las sangrientas guerras militares usando tanques, cohetes aviones drones, represión, enfermedades, exilios y desplazamientos, causando miles de muertos empieza la guerra de poder blando, una guerra sin manifestaciones, más tranquila y más peligrosa, que se mueve sigilosamente como la brisa y deja huellas como un huracán, dice Mahmud Elalawi embajador palestino.
Este Poder blando -logra que otros quieran los resultados que deseas- cooptar a las personas en lugar de coaccionar, puede ser contrastado con poder duro; es el uso de coacción y pagos. El Poder blando puede ser utilizado por estados pero también por actores en política internacional, como ONG o instituciones internacionales. También es considerado “la segunda cara del poder” que indirectamente permite obtener los resultados deseados. El Poder blando de un país, de acuerdo a Nye, descansa en tres recursos: “Cultura (en lugares que son atractivos a otros), valores políticos y políticas exteriores (cuando otros los ven como legítimos y que tienen autoridad moral)". Una nación puede obtener los resultados que quiere en política mundial porque otros países —admirando sus valores, emulando su ejemplo, aspirando a su nivel de prosperidad y apertura— quieren seguirlo.
En este sentido, también es importante establecer el programa y atraer a otros en política internacional, no solo forzarlos a cambiar por amenazas militares, fuerza o sanciones económicas. Este poder blando —lograr que otros quieran los resultados que tú deseas— coopta a las personas en lugar de coaccionar.
Si a eso sumamos redes sociales, lawfare, falsas verdades con mensajes en medios, en gran parte habría que preguntarse si esta actualidad que hoy sufre la Argentina de Milei, cuánto tiene que ver con el Poder blando que comenzó a implementarse en nuestros países para que amplios sectores de la sociedad compren las proclamas, las ideas, los modelos de los enemigos, durante mucho tiempo lo intentaron hacer con golpes duros y poder duro, han cambiado estrategias y, a medir por el resultado, no les ha ido mal, deberíamos buscar tácticas y estrategias nuevas para contrarrestar tanto horror. Así con la implementación del Poder blando se siguen dando en nuestro continente, fraudes electorales como pasó en el mes de abril el denunciado por la revolución ciudadana de Rafael Correa y Luisa González, última candidata de ese espacio en Ecuador, y procesos electorales que se darán durante este año y que no hay que perder de vista para que no suceda lo mismo en Bolivia, Argentina o Chile.
Hace algunos años también nos enteramos que cerrada la base del Comando sur, conocido como la Escuela de las Américas donde los militares de Latinoamérica se preparaban y eran entrenados por los EE.UU, comenzaron en estos nuevos tiempos a dar cursos, seminarios y enseñanzas, instrucciones y métodos a aplicar contra las referencias populares de nuestro países, a los jueces de nuestros naciones, por allí pasaron jueces de la Corte Suprema argentina, jueces federales y jueces civiles, donde los anfitriones y organizadores van desde el FBI hasta ONG “judicial” a través de Universidades Americanas, todos ellos supervisados por el Gobierno Norteamericano.
Ahora, junto al Poder blando o los golpes blandos, algunos comunicadores y gobernantes de turno quieren hacer aparecer la proscripción y prisión de Cristina Fernández de Kirchner como una proscripción blanda, y habría que mostrar y demostrar que esa proscripción es la misma que sufrió Perón durante 18 años, como la proscripción por 27 años a Mandela en la Sudáfrica del apartheid, o la proscripción dura llevada adelante por la reina Isabel de Inglaterra al IRA irlandés durante años, en definitiva proscripciones que más allá de los años y condiciones todas tuvieron el mismo objetivo: que los pueblos no tuvieran la posibilidad de elegir, votar, acompañar a sus líderes o lideresas y darle la confianza y seguridad para llevar adelante las transformaciones que los pueblos reclaman. Con lo cual habría que comenzar a preguntarse si este mecanismo utilizado contra Cristina también no está planificado en los laboratorios del poder.
No hay proscripciones blandas, hay proscripciones, mucho más cuando una vez que le quitaron a Cristina Fernández de Kirchner la posibilidad de ser candidata, ahora le quieren sacar hasta el balcón, no dejan de ser medidas con el mismo objetivo, proscribir y eso es siempre salvaje y duro, como sucedió en Brasil y podría suceder en Argentina los pueblos buscan la formas de terminar con las proscripciones por más duras que éstas sean, por eso estas metodologías de proscripción blanda, golpes blandos, poder blandos, está claro que de blando, nada.