“En Argentina no hay una industria del porno aunque muchos intentaron llevarla adelante. Para mí nunca la hubo: la industria del porno la va a llevar adelante la disidencia sexual. Con Cherry Veccio, Juan Ejemplo, Paola de la Cruz y José Carlo Henríquez, que nos conocemos todos porque ejercemos el trabajo sexual y militamos por los derechos de lxs trabajadorxs sexuales, hablando de pornografía un día nos miramos y dijimos: tenemos que hacer algo. Nuestro primer paso fue hacer un corto”, dice María Riot, puta, feminista y actriz porno, que ahora suma una etapa de realizadora con un colectivo, que ya es parte de la renovación queer del cine porno. Presentaron Oniria,  en el Festival Asterisco, y tenemos ganas de ser una colectiva, crear pornografía juntxs y separadxs y llevar adelante un Festival de Porno en Buenos Aires. 

Una escena propia

Es verdad que la disidencia sexual está llevando adelante una revolución queer a través de cortos y largos en los que el sexo explícito se juega por fuera de las reglas del heteropatriarcado y de los modelos de la dietética corporal del erotismo magro. Uno de los mejores ejemplos se encuentra en Oniria donde los cuerpos de María Riot y Cherry Veccio se encuentran en un bosque para cumplir una fantasía bucólica, mientras entre las ramas de los árboles dos maricas se trenzan en otra performance sexual. Estos creadores se remiten de algún modo a las raíces del género: pornografía viene etimológicamente de escritura de prostituta. Se trata de un un grupo de trabajadorxs sexuales disidentes que ponen su propia caligrafía al cine porno. Un ritmo disco, juegos eróticos con el bondage y otras variaciones.

Hay que tener en cuenta que Internet funciona como una ventana que permite ver experiencias de industrias extranjeras o de porno casero global de una manera muy accesible. "Consumo porno desde que tengo acceso a internet en casa; en cuanto a hacerlo, empecé a trabajar como camgirl a los 21 y parte de ese trabajo es producir mi propio porno amateur", dice Cherry Vecchio, una de las que conocieron al porno en versión 2.0, la misma forma de apertura a las posibilidades de la performance del sexo explícito que tuvo Riot: "Conocí el porno en Tumblr. Mirando gifs de lesbianas, buscando las cosas que yo quería ver. Ahí encontré un mundo muy amplio y empecé a darme cuenta de que no solo me daba placer lo que veía sino que me interesaba desde otro lugar. Una entrevista a Sasha Grey en la Rolling Stone también me había hecho mucho ruido, me acuerdo irme a dormir pensando en cuánto la admiraba por la libertad que veía en ella. Después cuando empecé a buscar información sobre trabajo sexual, ya haciendo shows en webcams y ejerciendo la prostitución descubrí propuestas pornográficas que mostraban otra forma de experimentar la sexualidad, diversidad de cuerpos y en general un concepto artístico que me atrajo mucho en conjunto con un discurso político y feminista me hicieron decidir: 'Yo voy a ser parte de esto.'"

"Más allá de que cada unx tiene sus propios intereses y deseos, hay algo que nos une: visibilizar que hay cuerpos que pareciera ser que no desean, como los cuerpos gordos, cuerpos con diversidad funcional, cuerpos trans o cuerpos que no encajan con el imaginario de aquellos cuerpos que transitan la pornografía, es político. Queremos apropiarnos de nuestra sexualidad y que otros lo vean para que ellxs también puedan hacerlo: nuestra sexualidad es nuestra, propia, pública o privada y con ella vamos a hacer lo que queremos más allá de lo que digan, piensen o quieran otros", dice Riot replicando los preceptos de la histórica Annie Sprinkle, aquella mujer que pasó de actriz porno a protagonista de una concepción feminista de la pornografía. 

María Riot, que ha compartido experiencias con productores de cine porno en festivales extranjeros, pone el acento en la necesidad de una escena propia más que una industria: "No soy historiadora ni experta en porno pero lo que podemos ver en Argentina son dos directores hombres cis y heterosexuales haciendo su propia pornografía (uno de ellos, el que dice que la creó, además subestimando a quienes queremos crear otras cosas) su propia visión de la sexualidad y muchas veces los mismos clichés y estereotipos. Hay una demanda de parte de mucha gente que está cansada de ver siempre lo mismo, quiere ver otros tipos de prácticas, de deseos, de placeres, de cuerpos, que se apueste más al arte y no tanto a lo comercial: muchas personas hacen porno para vender, y está bien, pero yo quiero hacer porno para excitar, hacer pensar, construir y deconstruir. Lejos del imaginario que muchos tienen, hacer porno le da plata a unos pocos. Monetizarlo es una de las cosas más difíciles hoy en día. Pero el crear una escena pornográfica en Argentina para mí va a ser muy fácil, no hay competencia básicamente, no hay mujeres, no hay identidades haciendo porno de manera constante, teniendo proyectos fuertes que perduren en el tiempo. Hay proyectos eróticos como publicaciones o gente que hace videos, hubo y hay una movida importante de posporno pero aún no hay una industria, escena o como lo queramos llamar. Alguien tiene que crearla, y quiero que seamos nosotrxs."

El bosque de Dionisos

Antonio Zucherino es realizador y parte del equipo de programación de Espacio Queer, un festival de cine y arte de La Plata. Como Oniria, su corto La disyuntiva transcurre en un bosque y también tuvo su estreno mundial durante el festival Asterisco en noviembre pasado. El recorrido de dos jóvenes que se internan en la profundidad de un bosque (que en La Plata está ligado al sexo) para tener sexo está narrada desde una mirada experimental, donde el sexo explícito entra en una dinámica estética muy particular. "Mi acercamiento al porno surge un poco como una excusa. En La disyuntiva quería trabajar desde la forma en relación a la superposición y el fundido de imágenes, y me interesaba filmar cuerpos. Podrían haber sido cuerpos bailando o en otra situación, pero elegí filmar a dos chicos teniendo sexo, y construir una historia detrás de eso. Creo que de eso se trata un poco: había una necesidad en mí de romper ciertos tabús a la hora de filmar a dos personas cogiendo. Y si iba a filmar a dos varones teniendo sexo, no podía concebir la idea de censurar a esos cuerpos. En un mundo que nos caga a trompadas todo el tiempo, el sexo es la mejor manera de no sentirnos solos. Es necesario pensar el sexo desde lo cotidiano y romper con tanto pudor."

Una búsqueda del nuevo porno tiene un sentido artístico, interrogando a las formas que tenemos de ver los cuerpos sexuados. "Trato de pensarme filmando sexo explícito de la misma manera en la que filmo cualquier otra situación. En La disyuntiva hubo muchos ensayos  antes de la escena de sexo (incluso filmamos una escena muy parecida a la de la película antes). Pienso siempre en una planificación previa, más allá de si filmo a dos personas tomando mate o cogiendo. Soy partidario de que lo trash en sí mismo no te hace más revolucionario o disidente de lo que no lo es. En cualquier manifestación artística, me parece necesario plantarse siempre políticamente. Filmar sexo es un acto político. Desde dónde miramos, cómo miramos, que proponemos poner delante de la cámara y que no." 

A su modo, Zucherino confronta la repetición de ciertas formas de corporalidad y masculinidad del porno industrial más reaccionario, con una película en el vértigo de la superposición, donde la imagen distorsiona los cuerpos, volviéndolos rompecabezas que no encajan, como si la misma penetración estuviese deconstruida. Cuerpos viriles con imágenes fantasmáticas que los multiplican, los confunden, los deforman. El cine mira el sexo para imprimirle otras formas de mirar el deseo. Lo apolineo roto, viva Dionisos. "Mi búsqueda está en romper con la representación sesgada que existe de la sexualidad. Pensar en cuerpos disidentes, y romper cierta mirada preciosista o estetizada que abunda sobretodo en el cine de temática gay de varones. A veces, es un poco cansador ver nuevamente la historia de los varoncitos con sus espléndidos abdominales, o la atracción homoerótica de dos supuestos "machos". A la hora de filmar sexo explícito (o incluso en cualquier película), creo que es necesario estar atentxs a no caer en ciertos clichés de la representación de los cuerpos."

Disidencia, cámara, acción

"El acercamiento al porno se vuelve inevitable en una época de mega consumo virtual. Es más complicado no llegar al porno que llegar. La pornografía es un género que definitivamente marcó, influyó y predispuso nuestras identidades sexuales. Qué nos gusta, cómo nos gusta y por qué nos gusta son preguntas que llegaron posteriormente a la avalancha de imágenes pornográficas. Es decir, el acercamiento al porno como consumidoras es inevitablemente el motor de nuestro interés por trabajar el tema, bajo una mirada crítica hacia el discurso pornográfico impuesto, discurso que construye sentidos y estándares de normativización a nivel global. El tema no es únicamente cómo se llega sino más bien desde qué lugar se lo consume, cómo se lo interpreta, qué se espera de él y la pregunta: ¿puede proyectarse ahí dentro?", sostienen Paloma Orlandini Castro y Zoe Fahler, quienes evidentemente se acercan al porno para interrogarlos desde distintos ángulos. Para eso están montando Ob Scena, una película que se propone trazar un porno reflexivo, casi como un meta-porno, si vale la expresión. "Ob Scena nace como una reacción grupal ante un modelo pornográfico impuesto. Un proyecto reflexivo que busca conciliar la forma narrativa con el contenido que se expone. Es un material que nace como respuesta a un discurso naturalizado, y que se propone descomponer los agentes que hacen a esa naturalización. La convivencia del lenguaje documental y ficcional sienta las bases de esta primera intención. Trabajamos ficción porque queremos proponer nuevas miradas dentro de la pornografía; trabajamos documental porque nos interesan las subjetividades que componen ese nuevo discurso."El juego con las posibilidades cruzadas del cine es clave, pero sobre todo para descomponer la unívoca forma de consumir, excitarse y satisfacerse con el sexo explícito. "Nuestro proyecto tiene su fuerte en el registro documental del proceso de producción pornográfica, incorporando así a las realizadoras como personajes y a actores y actrices como autores de su propia imagen. La propuesta gira en torno al diálogo de las partes, puja que obliga a la negociación constante y evolución del discurso que se construye en conjunto. El respeto por la identidad sexual de los sujetos representados es la base de nuestro trabajo. De ahí en más podemos comenzar a construir. Lo que vuelve particular a esta propuesta es, justamente, el trabajo con actores/trices sociales que cumplen un rol activo dentro del proceso creativo de la escena", presentan así su proyecto porno las realizadoras, que ponen el cuerpo delante de cámara, visibilizando quienes miran y construyen detrás de cámaras, porque el ojo voyeur también tiene cuerpo y voz interrogativa: "Nos preguntamos si es posible representar el placer. Nuestra búsqueda no parte hacia lo explícito necesariamente. Sí rehúye de la genitalidad en el centro de la escena. Quedan fuera de campo las manifestaciones obvias de los cuerpos sexuados. La posibilidad de trabajar con no actores que presentan corporalidades disidentes y diversidad en materia de género (cis, trans, fluido) nos abre el paso a ampliar la geografía erótica y así combatir la ética y estética del porno mainstream. En línea con el tratamiento documental/ ficcional que plantea la película, disponemos a los cuerpos y artefactos cinematográficos como un mismo dispositivo, con el objetivos de evidenciar la artificialidad de los sexos, géneros y deseos y su sistema de representación". Conciencia en el nuevo porno de cuerpos y formas del género disidentes, con la salvedad que para ambas hay algo medio cyborg en el porno audiovisual, porque propnen una fusión del cuerpo con los artefactos. Las secuencias de su película, aún inconclusa, ya muestran una tendencia a incorporar como ruptura el fuera de campo del cine porno, una suerte de backstage del deseo que su título promete.

Orgasmo místico

"Mi acercamiento al porno surgió a través de películas homoeróticas que cambiaron mi forma de ver el cine: Pink Narcissus (1971) de James Bidgood y las del místico Kenneth Anger. Las películas experimentales que se miran por horas como si fueran una pintura con movimiento siempre me fascinaron, nunca necesite una trama rebuscada para sostener la visión sino a los detalles en el arte que hacen rica e interesante a una toma. Había descubierto un género que me imaginaba produciendo", recuerda Juan Herbojo, que evoca las fantasías barrocas y recargadas de pop de ambos cineastas y que son el punto de partida para crear su estilo propio en su última obra Mefistófeles, que es la segunda parte de un tríptico que comenzó con La conquista del deseo (2014). El de Herbojo es un porno que se nutre de la tradición del cine experimental y underground donde el homoerotismo circulaba hipnótico y explícito entre finales de los 60 y principios de los 70. 

La dimensión estética de la imagen acompaña el trip sexual y a veces impone su protagonismo, un poco proyectando al sexo a representaciones más ligadas a lo religioso o las experiencias de éxtasis de las drogas, una suerte de viaje por la mente de los personajes durante las performances eróticas."Si bien el sexo explícito y la penetración ocupan gran parte del tiempo en mis películas me gusta creer que no es solamente excitante sino que estas escenas sirven para explicar de forma distinta lo que el personaje principal está atravesando. El tema del sexo explicito surgió como una excusa para poder obtener una imagen más interesante y atrayente sin la necesidad de generar un contenido o una trama rebuscada, pero a lo largo del proceso nos encontramos con que aun así había que sostener la imagen y el ritmo de la película con otras fuentes que las hagan distintas al porno grotesco que encontramos en internet, por ejemplo, que se utiliza para otros fines. También es un canal para contar algo propio. En La conquista del deseo era justamente la sed y los miedos, Mefistófeles tiene que ver más con el horror vacui y el desamor".

Hay algo también en Herbojo de devolver el interés en el sexo explícito, bastardeado por la proliferación de videos en internet, adosando una cuota de artisticidad, de artificio audiovisual para volver de nuevo voluptuosa su presencia, reinscribiendo el erotismo perdido en el porno: "Ciertamente la desnudez y el sexo explícito ya no son actitudes transgresoras entonces se pueden disfrutar como imágenes vistas por su detalle artístico. Como cuando se admira un desnudo en pintura o una escultura, por esta razón muchas veces defino mis películas como eróticas cuando igualmente veamos penetraciones. Hay una búsqueda que tiene que ver mas con cuestiones de estética y arte que van por fuera del género y se van consolidando a lo largo de las películas."

Porno guerrilla

Una especialidad de la obra pionera queer de Goyo Anchou es el cine guerrilla: salir con las cámaras a las calles, a los espacios públicos, embestir distintos lugares para buscar poner en escena películas urgentes, combativas, impiadosas, punks. Desde su primer corto, Supositorios de LSD, el cine de Anchou es de un experimentalismo queer alucinógeno, y con su inminente El Triunfo de Sodoma va a ir por más, haciendo alianza con personas dedicadas al posporno: "Estamos todos sumergidos en el porno, porque por más que no seamos personalmente consumidores, no podemos evitar la impregnación de nuestras vidas por la pornografía, ya que ésta condiciona la actividad sexual de gran parte de las personas con algún tipo de acceso a internet. Condicionar la actividad sexual significa también condicionar el inconsciente. Así que no es tanto cómo es que nos acercamos al porno, como las maneras en que nos plantamos ante su omnipresencia. Podemos decir que la pornografía industrial ha llegado a unir los inconscientes de todo el planeta más efectivamente que cualquiera de las grandes religiones humanas. Y si la pornografía fuera la gran religión de la era web, nuestra manera de plantarnos ante ella no podría ser otra que la de una herejía. A esa herejía llamamos posporno."

Todo el nuevo porno local está teñido de posporno, de alguna manera u otra, especialmente por la utilización de los lugares públicos como bosques o museos para realizar actos sexuales. Anchou ya había comenzado a incluir el sexo explícito en Heterofobia, que este mes sigue en exhibición en el Malba, donde había sido pionero en la influencia del posporno. "En mi vida el posporno aparece junto al 1er Festival Posporno, en el ArteCinema de Constitución, creo que por el año 2012, donde ayudé a hacer un catering vegano para las organizadoras (tortas veganas para las tortas veganas, era el slogan) y presenté un boceto de la secuencia inicial de Heterofobia, mi primera incursión con el sexo explícito, para así comenzar a testear la peli con una audiencia más o menos afín. En un artículo editado en la revistita que sacó el festival para esa ocasión, despuntaba mi vicio de historiador, relatando cómo la exhibición de sexo explícito había corrido la misma suerte que el uso de las drogas, desde su planteo como práctica liberadora en la década de 1960, hasta su institucionalización como dispositivo de control represivo, que aísla a los cuerpos en compartimientos mentales estancos, diseñados por la necesidad de mercado."

La puja contra el patriarcado y la heteronormatividad está presente en la nueva obra de Anchou en el registro feroz de una perfomance posporno en un museo, un contraste entre las estatuas de cuerpos desnudos y la acción feminista que condena el orden de esos mismos cuerpos en el entramado sexual y erótico. Porque es necesario descomponer la pornografía como el arte en función de librarnos de opresiones estéticas, de género y sexuales, tanto como económicas: "Es muy grave la incidencia que la pornografía está manifestando en la educación de la juventud. Nuestres hijes y sobrines púberes están despertando al sexo con la visión clandestina del porno industrial, que reduce todo deseo a un nicho de consumición y todo cuerpo a una mercancía de intercambio. La circulación de material explícito con una carga liberadora resulta así más urgente que nunca. Videos webs que permitan encontrar una opción disidente a la mercantilización de las relaciones sexuales. Infiltrarnos en las mentes de la juventud, para mostrarles que existen alternativas a la sumisión por guita de los cuerpos. Es por esto que, a diferencia del porno, que siempre se hace por dinero, para generar ganancia en la espiral autodestructiva del capitalismo, el posporno es una militancia por la vida y la liberación."