Era la medianoche del 14 de julio de 2008 cuando los policías bonaerenses Fabián Ramos y Gastón Bravo, de Tres de Febrero, realizaban tareas de patrullaje y fueron alertados del robo de un auto, con su conductor como rehén. En la esquina de Espora y Firpo lograron interceptarlo e hicieron bajar del vehículo al dueño del vehículo y al autor del robo, Héctor Brian Sotelo, de 16 años.
"Encontrándose dominada la situación, con el sospechoso controlado, luego de un interrogatorio, y sin que hubiese motivo, le aplicaron al menos cuatro puntapiés, afectando las regiones céfalo-cérvico toráxica con suficiente entidad como para provocar un trastorno circulatorio tromboembólico que impactó a nivel pulmonar, ocasionando la asfixia y muerte de Sotelo en forma inmediata", dijo la fiscal Alejandra Alliaud cuando elevó la causa 3757 a juicio oral, que culminará este martes cuando el Tribunal Oral en lo Criminal 2 de San Martín emita su sentencia. La acusación es por homicidio calificado y apremios ilegales (torturas), delitos agravados por ser la víctima menor de 18 años y los victimarios, agentes del Estado.
El sinuoso camino recorrido en tantos años de instrucción del expediente hizo que el policía Bravo fuera sobreseído en 2017, de modo que Ramos quedó solo en el banquillo de los acusados. Además, el TOC 5 había dictado una condena de 2 años y 8 meses de prisión, pero Ramos y la fiscalía presentaron un recurso de casación. Esa instancia determinó en 2020 que había que realizar un nuevo juicio, que fue postergado hasta este año. En las audiencias del juicio que comenzó en junio estuvo presente, y seguramente estará también, la madre de Sotelo, Zulma Judith Romero. Junto a otros familiares y amigos ratificarán su exigencia de que haya justicia en este caso.
Aquel 14 de julio de 2008 en la localidad de Loma hermosa, los policías Bravo y Ramos habían logrado interceptar el auto robado, un Volkswagen Gol, en el cual Sotelo había tomado al propietario como rehén. El acta policial describió: "Persona caída en el piso, de cubito ventral con ambos brazos extendidos aparentemente sin vida, tratándose de una persona joven, delgada, de cabellos cortos teñidos con claritos, campera deportiva de color negra, pantalón de gimnasia de color gris, zapatillas de color negras y remera blanca, verificándose la existencia de manchas hemáticas a la altura de la boca y nariz, así como por sobre el brazo izquierdo".
También consignó que el policía Bravo le dio un golpe al sujeto, en la cabeza, valiéndose de su arma reglamentaria, logrando así reducirlo, y le aplica una patada en el pecho. A las 01.30 horas se hace presente la ambulancia de Medicardio, y el médico certificó el fallecimiento de quien habían esposado momentos antes. Según los testigos, los policías le repitieron que se tranquilizara, que uno alto y calvo preguntó a Sotelo dónde estaba el arma, y dónde estaban sus compañeros, y también lo pateó. Los principales testigos son vecinos del barrio donde ocurrió el hecho, que al escuchar el despliegue de corridas y sirenas espiaron por sus puertas y ventanas. Esos testimonios fueron coincidentes en describir al agresor y la acción de patear el cuerpo de la víctima.
Tras una primera autopsia que determinó una muerte no traumática, la médica forense Virginia Creimer realizó una reautopsia. "Surge sin embargo con claridad de la operación de reautopsia, que la víctima de autos ha recibido momentos previos a su muerte, múltiples y secuenciales traumatismos a nivel cefálico, cervical y torácico por lo cual considero temerario destartar de plano que la muerte de Sotelo se hubiera producido en forma no traumatica", escribió en su informe. Creimer ratificó sus conclusiones durante una declaración testimonial, la semana pasada.
En el juicio oral participó como veedora en todas las audiencias la Comisión Provincial por la Memoria (CPM), en su condición de Mecanismo Local de Prevención de la Tortura y a través del Programa de Monitoreo de la Justicia.