Tres amigas 6 puntos
Trois amies, Francia, 2024
Dirección: Emmanuel Mouret
Guion: Carmen Leroi y Emmanuel Mouret
Duración: 117 minutos
Intérpretes: Camille Cottin, Sara Forestier, India Hair, Damien Bonnard, Vincent Macaigne, Gégoire Ludig, Mathieu Metral, Éric Caravaca.
Estreno exclusivo en salas.
Desde hace 25 años, el cineasta francés Emmanuel Mouret muestra un empecinado interés por un asunto que, 13 películas más tarde, constituye el alma y soporte de su filmografía: los vínculos románticos. Sus obras pueden transcurrir en los recargados escenarios clásicos del siglo XVIII, como en Señorita J (2018), o a comienzos de este, durante las vacaciones de dos jóvenes millennials (Venus et Fleur, 2004). O interesarse por la relación de una pareja en particular, como en Crónica de un affair (2022), retratar los pormenores específicos que tienen lugar cuando el amor atraviesa géneros, étnias y clases sociales, como en Une autre vie (2013), o perderse en las complicaciones de una estructura coral, como ocurre en Tres amigas, su nuevo trabajo.
Acá la obsesión se renueva por partida triple, al abordar los recorridos de las mujeres del título por los caminos del amor y el deseo que, como en la vida misma, están lejos de ser llanos. Mouret tiene la habilidad de utilizar a estas tres figuras para exponer distintas hipótesis de conflicto. Mientras Joan (India Hair) no sabe cómo hacer para decirle a su marido que el amor se terminó, Alice (Camille Cottin) prefiere vivir con el suyo, al que quiere pero no ama, porque le resulta más cómodo que afrontar la inestabilidad de enamorarse de verdad. Por su parte, Rebecca (Sara Forestier) es feliz en su romance con un hombre casado, con la esperanza de dejar de ser el plan B en algún momento.
Si bien el drama es un ingrediente importante dentro de las recetas cinematográficas de Mouret, su fondo de cocción es la comedia. Ambos elementos están presentes en Tres amigas y el director logra establecer un buen balance entre ellos. No se trata de una comedia que pretende exponer a sus personajes a la vergüenza con tal de hacer reír, pero tampoco condenarlos a tragedias sin salida para conmover al espectador a toda costa. En ese equilibrio, las historias se desarrollan a la par de sus protagonistas, que se enfrentarán a las situaciones a las que sus propios sentimientos y decisiones las irán exponiendo.
Quizás el elemento en común que enhebra las historias de estas tres amigas es cierta cualidad neurótica. Una categoría freudiana en términos psicoanalíticos, pero que desde el punto de vista dramático y de la puesta en escena cinematográfica tiene como obvio punto de referencia la obra de Woody Allen. La trama que Mouret construye remite de forma elocuente a los tragicómicos laberintos emotivos que el neoyorquino supo patentar, subrayada por el uso de arquetipos muy reconocibles del multiverso alleniano. Y aunque mencionarlo pueda parecer exagerado, hasta el diseño de la secuencia final de títulos e incluso la tipografía elegida para ellos resultan familiares. Aunque grata en términos generales, a veces Tres amigas no logra ir más allá de esa cáscara.