Los Forum Infancias constituidos en 32 distritos del país han propuesto el 6 de mayo como día de las infancias libres de etiquetas, iniciativa que ha contado con aval legislativo en diversos lugares.
¿Por qué decimos que un diagnóstico no es una etiqueta? Porque utilizarlo en base a una clasificación y aplicarlo como un rótulo cierra el pensar en el otro y peor aún, comunicarlo como una verdad indeleble suele generar mayores angustias, problemas y abrir la puerta a la estigmatización y la exclusión social.
Lo interesante del trabajo terapéutico es que lejos de producir un cierre vaya armando una apertura al sentido y la novedad. Allí donde un profesional equivocadamente concluye que tal niño o niña es un ADD o un TEA o un TOC, una verdadera escucha con apertura mental trasciende lo que establecen las siglas clasificatorias ya que estas reducen las problemáticas a lo individual, habitualmente adscribiéndole un origen neurológico, desconociendo o subordinando la consideración de los determinantes psicológicos y sociales. Más grave aún con niveles de pobreza e indigencia desoladores y lamentablemente en crecimiento. Ya en otro momento crítico de la Argentina, Silvia Bleichmar alertaba acerca de que “nosotros no tenemos, en nuestro país, el problema de la era del vacío, sino el de panzas vacías”, señalando lo desacertado de ciertos pensares que derrapaban en abstracciones alejadas de nuestra realidad.
Como dice Alicia Stolkiner, “si la escucha es un acto de hospitalidad, solo es posible desde una posición de desamparo de nuestras certezas”. En tal sentido entendemos que el diagnóstico es indispensable como orientación para la cura desde una perspectiva interdisciplinaria como bien lo define la Ley Nacional de Salud Mental y no como la instalación de un sello identitario imperecedero.
El diagnóstico como parte del dispositivo terapéutico nace de un acto de escucha que aloje a partir de la construcción de un vínculo, dando un lugar protagónico a quienes consultan, que produzca intervenciones subjetivantes posibilitando al despliegue de lo singular donde el síntoma, lejos de resultar el trastorno, revela el íntimo significado de lo que acontece en el sujeto y en el contexto de sus configuraciones vinculares.
Llamemos a los niños, niñas y adolescentes por sus nombres y acompañemos su crecimiento y sus malestares sin etiquetamientos.
Miguel Tollo es psicoanalista. Presidente del Forum Infancias CABA .