La impronta porteña
Más que una cafetería, lo de Polvorín es una toma de posición político culinaria: un lugar que, tres años atrás, en medio del auge de cafés de especialidad, decidió recuperar tradiciones porteñas con mirada de calidad. “Abrían muchos lugares que dejaban de lado lo clásico nuestro, nosotros queríamos revalidarlo”, cuenta Franco, socio junto a Pilar y Ángel de esta apertura. El café que usan es el Colombia Laboyano de Motofeca, con un estilo que la propia tostadora llama “old fashion”, buscando emular una versión de especialidad cercana a los cafés que más gustan en Argentina. Y lo ofrecen bajo dos cartas distintas: la “de antes”, incluyendo lágrima, jarrito, café con leche, café con crema y otros etcéteras (desde $3400); y la “de ahora” con los consabidos flat white, vanilla latte, doppio y otras. Claro, todo viene con vasito de soda incluido.
La comida también juega con estas reglas: hay cremona con jamón y queso derretido ($5800), hay pebete de milanga (con rúcula y cebolla encurtida, $10700), se suman la tarta de calabaza con cebolla caramelizada a $4600 o el pastel de papa a $8000. Más moderno es el budín de mandarinas con amapola ($4400); clásico el fosforito de jamón y queso, la medialuna de manteca (con promo de café con leche y dos medialunas a $6700) o los churros alargados ($4900) ideales para pedir con el submarino. En el medio: cookies de Mantecol ($3200), alfajor de maicena con corazón de frutos rojos ($4600) o la melita (marca comercial de unas conocidas galletitas de miel) hecha casera. Por último, brillan productos llegados directamente de Gino, incluyendo su icónica torta de ricota, a $4500.
Polvorín nació en una esquina de Parque Chacabuco, y hace un año duplicaron la apuesta en otra esquina, ahí nomás de Parque Centenario. Veredas al sol, mesitas dentro y una proclama localista. Todo lo que está bien.
Polvorín queda en Gregorio de Laferrere 1200 y en Aranguren 102. Horario de atención: todos los días de 8 a 20. Instagram: @polvorin.cafe.
Reinado palermitano
El Rey del Panini es un lugar con ADN bien palermitano. El nombre lo deja en claro: su especialidad son los sándwiches italianos conocidos como panini, sumando fiambres, encurtidos, quesos y pickles en combinaciones propias de la casa. El local es simple: una barra exhibidora donde se ven los distintos ingredientes, un fondo donde se elabora, unas mesas altas en la vereda para el que quiera comer ahí mismo. No es necesario más para armar un espacio que supo ponerse de moda en el barrio.
Los sándwiches suelen salir en combos que incluyen papas y bebida sin alcohol (a todos los precios mencionados se les puede sumar $3500 y cambiar así la bebida por una cerveza Patagonia, Gose Island, Corona o Grolsh). El combo Affumicato ($22000) viene con lomo ahumado con pimienta, pesto de albahaca, tomates secos y mozzarella fior di late; el Metallo suma straciatella, jamón crudo, tomates secos, aceitunas con almendras ($23500); el Agrodolce va por el lado de la bondiola a la pimienta negra, con fontina y miel ($22000), entre otros. Hay opciones vegetarianas (como el Di Parma, con zuchini, pesto de alcaucil, provolone y oliva o el de berenjenas encurtidas, parmesano y tomates secos (ambos a $21000). Se comenta que uno de los socios detrás es Valentín Oliva (es decir, Wos), y de ahí se entiende el sándwich Doguito, creado junto a Narda Lepes, relleno de asadito argentino, tomates confitados, morrones asados, cebolla quemada, lechuga, ajíes y mayonesa de chimichurri ($23500).
Los precios están en la franja superior del universo sandwichero porteño, pero lo convalidan con buena calidad de ingredientes (de productores como los tandilenses de Las Dinas, que no fallan) y con un tamaño grande (unos 450 gramos por sándwich), todo en un pan casero simple, que no brilla pero que cumple con su cometido.
El Rey del Panini queda en Gorriti 5061. Horario de atención: martes a domingo de 12 a 1AM. Instagram: @elreydelpanini.
Comodín en la manga
Tyvo cumple con los requisitos que se le pueden pedir a una sandwichería en una zona comercial del barrio de Belgrano. Ricos sándwiches, con buen producto y hechos todos en el momento (a diferencia de muchos otros lugares de alta rotación, donde los sándwiches esperan ya armados, perdiendo así su frescura). Detrás de este modesto local ubicado sobre la calle Ciudad de la Paz hay dos socios amigos, Esteban (atendiendo) y Sebastián (cocinero). Ambos viajaron por sus respectivos lados alrededor del mundo, viviendo varios años fuera de la Argentina, hasta que decidieron volver y emprender juntos con este proyecto.
El formato es el de una típica sandwichería al paso, con una barra que separa el área de producción del lugar donde se pide. No hay mesas, tan sólo un par de lugares donde sentarse en la vereda; la mayoría pide para llevar, en una zona dominada por comercios de todo tipo y color. Algo bueno: los sándwiches se pueden pedir en media porción, con precios que suelen ser de un 60 por ciento de la porción original, lo que facilita el tentempié en momentos de bolsillos flacos.
La carta juega con el nombre del local: el Divertyvo tiene pastrón, pepinos agridulces, queso crema a las hierbas y mostaza antigua ($12000); el Definityvo suma salame, queso tybo, tomate, pesto, queso crema ($12000); hay un Ejecutyvo con mortadela con pistacho, burrata, tomates en conserva, pesto y balsámico ($15000), un Creatyvo con pepperoni, mozzarella fundida, tapenade de aceitunas negras y rúcula ($12000) y un par veganos como el Cautyvo con hummus, aceitunas negras, berenjena en conserva, zucchinis asados y reducción de balsámico ($11500). Hay varios detalles cuidados, como el hecho de tostar los panes o las conservas caseras que utilizan. Un comodín para tener a mano, donde comer rico sin gastar mucho.
Tyvo queda en Ciudad de la Paz 1895. Horario de atención: lunes a sábados de 12 a 22. Instagram: @tyvo.bar.