En el mes de julio se celebra el “Julho das Pretas”, una campaña anual que honra la resistencia y la trayectoria de las mujeres negras. La fecha remite al Día Internacional de la Mujer Negra Latinoamericana y Caribeña, que se conmemora el 25 de julio. De manera coincidente, Beatriz Nascimento —historiadora, poeta e intelectual cuyo trabajo revolucionó los estudios sobre raza, memoria y territorio en Brasil— también nació en este mes.

Beatriz Nascimento nació en Aracaju (estado de Sergipe) el 12 de julio de 1942 —aunque muchas fuentes señalan el 17 como su fecha de nacimiento, ese es el día en que fue inscripta en el registro civil. Siendo todavía una niña, se mudó a Río de Janeiro, donde desarrolló una trayectoria como historiadora, guionista, poeta, profesora y activista del movimiento negro.

Su pensamiento, desarrollado entre las décadas de 1970 y 1990, atraviesa tanto la escritura académica como la producción artística, proponiendo interpretaciones inéditas sobre la formación de Brasil, centradas en la experiencia negra.

Según el historiador Rodrigo Ferreira dos Reis, investigador de la obra de Beatriz Nascimento, su trabajo parte de una crítica a la historiografía tradicional: “Ella crea lo que llama una historia hecha con manos negras. La historiografía oficial está hecha con manos blancas. La hecha con manos negras está por venir, está por construirse”, señaló en una entrevista con Alma Preta.

Junto a intelectuales como Clóvis Moura y Lélia Gonzalez, Nascimento propuso de forma innovadora el uso de categorías africanas como herramientas interpretativas. Entre ellas, se destacan los conceptos de Ôrí y Quilombo.

Orí: ancestralidad y renacimiento

La palabra Ôrí, de origen yorubá, significa “cabeza” y, según Beatriz Nascimento, representa también la intelectualidad y la espiritualidad. “El Ôrí sería un renacer en vida. Es como si el cuerpo, el alma y la mente se unieran en una misma temporalidad. Un autoconocimiento”, explica Rodrigo dos Reis.

En sus escritos, Nascimento utilizó este concepto como clave interpretativa de la historia negra en Brasil. Su propuesta consiste en reinterpretar la formación de la población brasileña no desde una perspectiva colonial, sino desde la experiencia y la memoria de las personas africanas y sus descendientes. “Ella intentó formular una historia del Brasil desde la perspectiva del Ôrí”, refuerza Rodrigo.

Al adoptar el lenguaje de matriz africana para pensar la historia, Beatriz Nascimento propuso desplazar la centralidad eurocéntrica de la historiografía. “Las palabras africanas cargan revelación, evocación e invocación. Cuando decís quilombo o Ôrí, estás revelando algo”, afirma Rodrigo.

El investigador también destaca que los conceptos africanos no tienen un único significado: son polisémicos. Sin embargo, en la obra de Nascimento, el sentido de Ôrí aparece como “descubrir algo nuevo”.

Quilombo como espacio de libertad

Para Beatriz, el quilombo no era solo un espacio geográfico de resistencia durante el período esclavista. También era un símbolo político, cultural e histórico que conecta el pasado africano con la realidad brasileña. Fue una de las primeras intelectuales negras brasileñas en articular la noción de quilombo con la diáspora africana.

“A partir de lecturas, del análisis de documentación colonial y de un viaje a Angola, estudia los kilombos africanos que son contemporáneos de la formación de Palmares”, explica en una entrevista el geógrafo Alex Ratts, pionero en la creación de recopilaciones con obras producidas por Beatriz Nascimento, entre ellas una publicada junto a la hija de Beatriz, Bethania Nascimento: Todas (as) distâncias: poemas, aforismos e ensaios de Beatriz Nascimento, de 2015.

En las décadas del 70 y 80, eran escasas las investigaciones que articulaban América, Europa y África. Beatriz Nascimento fue pionera al proponer ese vínculo y ampliar el significado del quilombo como experiencia de libertad, territorio y cultura, conectándolo con el presente y con las luchas negras contemporáneas.

Beatriz Nascimento.

Cuerpo, memoria e imagen

Otro eje central en el pensamiento de Beatriz Nascimento es la relación entre cuerpo y memoria. Su enfoque reivindica el cuerpo negro como lugar de saber, reconfigurando los sentidos de la historia a partir de la experiencia vivida. Rodrigo dos Reis señala que esta mirada implica “el deseo del historiador de crear historias y responder preguntas”, incluso aquellas que el propio tiempo parece ya no permitir.

Para el investigador, el “deseo de nunca haber vivido en cautiverio”, expresado por Beatriz Nascimento, es una forma de elaborar un pasado que produzca libertad.

“Ella desarrolla esa idea de nunca haber vivido en cautiverio. El quilombo, ¿no? Porque si lo pensamos bien, esas personas quilombolas no estaban en cautiverio, estaban produciendo libertad. Entonces, si hay un lugar donde podemos imaginar que no se vive en cautiverio, ese lugar es el quilombo”, cuenta emocionado Rodrigo.

Beatriz Nascimento también utilizaba la performance y la oralidad como formas de expresión política e intelectual. Su película Ôrí (1989), dirigida por Raquel Gerber, fue considerada por la propia Beatriz como una tesis audiovisual.

“Ella escribe en primera persona, incluso en textos académicos. Hay toda una performance en eso”, destaca el doctorando. “Se dio cuenta de que la historia tiene limitaciones como forma de expresión. Por eso creó imágenes al escribir, y también a través del cine.”

Género, raza y clase en intersección

En sus escritos y exposiciones públicas, Beatriz Nascimento también elaboró una reflexión pionera sobre la condición de la mujer negra. “A mediados de la década de 1970, Nascimento, al igual que Lélia González, produjo reflexiones y publicaciones sobre la mujer negra desde una perspectiva interseccional entre raza, género y clase”, señala Alex Ratts.

Su análisis sobre las violencias del Estado, las exclusiones estructurales y las imágenes proyectadas sobre los cuerpos negros aportó elementos fundamentales a debates que hoy forman parte de las luchas del feminismo negro y de los estudios interdisciplinarios sobre raza, género y territorio. “Actualmente, su obra se estudia en los campos de la historia, las ciencias sociales, la educación y las artes”, agrega Ratts.

La búsqueda de Beatriz Nascimento por una historia hecha con manos negras no se limitaba a un cambio de contenido, sino también de forma. Al utilizar la primera persona en textos académicos —y así contradecir las convenciones de la historiografía— afirma el lugar de la intelectual negra como sujeto de la escritura y la memoria.

“Ella es consciente de que tiene una misión, una responsabilidad social en el sentido de narrar esa historia —y de incluirse en ella también”, explica Rodrigo dos Reis. “Incluso en su producción científica e histórica, escribe en primera persona. Hay toda una performance en ese gesto.”

La propuesta de Beatriz Nascimento fue reinterpretar la formación de Brasil desde la experiencia negra. Para ello, no solo dialogó con pensadores como Gilberto Freyre, Sérgio Buarque de Holanda y Caio Prado Júnior, sino que también los confrontó.

“Beatriz está en el mismo nivel que esos hombres blancos. Dialoga con esa historiografía para construir otra visión de Brasil. Una formulada desde otros parámetros, con otros lenguajes”, afirma Rodrigo.

Una poeta de la historia

La obra de Beatriz Nascimento se caracteriza por la inseparabilidad entre historia y poesía. “No se puede entender a Beatriz leyendo solo su parte teórica o solo su parte poética. Su poesía es una teoría de la historia”, define Rodrigo dos Reis. Incluso propone nombrarla como “poeta de la historia”.

Aunque no estuvo formalmente vinculada al pensamiento decolonial, Beatriz Nascimento anticipó debates que recién empezaron a cobrar fuerza en las universidades a partir de los años 90. “Ella no es decolonial, pero lucha contra la colonialidad del poder, que sigue presente en nuestras relaciones hasta hoy”, afirma Rodrigo.

Para el historiador, es urgente volver sobre los aspectos menos conocidos de su obra. Uno de ellos es la noción de “paz quilombola”. “Mientras la historiografía hablaba del esclavo rebelde, ella decía: ‘Hablemos de la paz’. Era en el momento de paz que se preparaban para la guerra. Ese es un concepto aún poco explorado”, observa.

El investigador también señala otra línea que merece atención en futuros estudios sobre Beatriz Nascimento: su combate contra el mito de la democracia racial. Una lucha que el movimiento negro viene sosteniendo desde los años 70, especialmente a través del Movimiento Negro Unificado (MNU), fundado en 1978.

“Sería muy valioso investigar cómo fueron desarrollando una idea de conciencia negra. Cuáles fueron los recursos, las ideas, las estrategias políticas que permitieron llegar a una conciencia negra como la que tenemos hoy”, reflexiona el historiador.

Una referencia para el presente y el futuro

El pensamiento de Beatriz Nascimento sigue siendo influyente. Es una figura de referencia para artistas, investigadores y militantes que buscan repensar la historia de Brasil desde otros parámetros. “Estudiándola, uno empieza a repensarse como persona negra en el mundo”, dice Rodrigo. “Las referencias negras son importantes por eso. Estudiando a Beatriz, yo me reconocí”.

Esa fuerza de movilización subjetiva es uno de los motivos por los cuales su obra sigue viva. “Cuando personas negras jóvenes, mayores, no importa la edad, el sexo, el género, nada… cuando vean su imagen, lean sus textos, miren la película Ôrí, cuando se encuentren con Beatriz Nascimento, se van a reconocer. Eso tiene que ver con lo más íntimo y con la experiencia de cada une.”

El legado de Beatriz Nascimento sigue siendo relevante y poderoso, y ha sido rescatado, sobre todo, por mujeres negras. “Quienes mantuvieron viva su memoria fueron la militancia negra, especialmente las mujeres”, concluye Alex Ratts.

Publicado originalmente en: almapreta.com.br