Hace quince años dijimos “Sí, quiero”. Y ese sí fue colectivo.
No nació en la intimidad de una promesa, sino en la intemperie de una lucha.
Fue un puño en alto, una bandera, una canción, un abrazo frente al registro civil.
Fue memoria, fue orgullo, fue calle.
Y fue también, contra todo pronóstico, hogar.
Amar no fue nunca inocente. Nos enseñaron a temer lo que deseábamos, y nos ofrecieron la vergüe