El primer ministro francés, François Bayrou, propuso este martes un plan de ajuste fiscal de 43.800 millones de euros (unos 50 mil millones de dólares) en 2026 para reducir su déficit público y financiar el alza del gasto militar. Entre las medidas anunciadas figura una reducción del número de funcionarios públicos, la congelación de las pensiones en 2026, una "contribución de solidaridad" por parte de los más ricos y la supresión de dos días feriados. "No podemos continuar sin hacer nada", afirmó Bayrou en una larga comparecencia en la que planteó un oscuro panorama de futuro para el país si no se ataja el ritmo de endeudamiento.
"Esta es nuestra hora de la verdad", aseguró el primer ministro de Francia, en referencia a las arcas públicas que registraron un déficit público del 5,8 por ciento del PBI en 2024 y una deuda pública de casi el 114 por ciento en marzo, la más alta de la Unión Europea detrás de Grecia e Italia. "Desde 1945, la libertad no había estado tan amenazada", sostuvo Bayrou, quien subrayó la "amenaza duradera" que, a su juicio, supone Rusia para Europa desde su invasión de Ucrania en 2022. Ya el domingo el presidente francés Emmanuel Macron había urgido al gobierno a aumentar a un total de 6.700 millones de euros (unos 7.775 millones de dólares) el gasto militar de 2026.
"Año en blanco"
"Todo el mundo deberá participar en el esfuerzo frente a la magnitud del desafío. Es ilusorio pensar que una categoría u otra pueda cargar sola con el peso", indicó el primer ministro de la segunda economía de la Unión Europea. Bayrou anunció un "año en blanco" en la administración, que se traducirá en que el Estado no gastará en 2026 más que en 2025 en ninguna partida presupuestaria, con las únicas excepciones del pago de los servicios de deuda y del gasto militar.
En consecuencia las pensiones no subirán el próximo año, ni tampoco los sueldos del sector público, donde además habrá un recorte de unos 3 mil puestos aplicando reglas como no reemplazar a uno de cada tres funcionarios que se jubilen. Es un esfuerzo "temporal" pero "exigente", reconoció Bayrou, aunque se compensará con la "casi desaparición" de la inflación, que estará en torno al 1 por ciento.
Otra área en la que habrá ajustes será la salud, con medidas para endurecer la prescripción subvencionada de medicamentos y los procedimientos innecesarios o redundantes. El esfuerzo a realizar afectará a "todas las categorías de franceses", incluidos los más ricos, a los que se pedirá una "contribución de solidaridad", indicó Bayrou. Se complementará, además, con un plan de lucha contra el fraude fiscal.
Trabajar más y reducir los feriados
En paralelo a estos ajustes se pondrá en marcha otro plan para mejorar la producción, que es igual de "fundamental". "Debemos tener la obsesión no solo de reducir los gastos, sino de aumentar la producción", incidió Bayrou. Ese plan pasará por un refuerzo del tejido industrial, pero también por "reconciliar" a los franceses con el trabajo, porque el "desencanto es un enemigo público", especialmente entre los jóvenes, y en general "hay que trabajar más".
El gobierno francés propone suprimir dos días festivos, de los 11 anuales que hay actualmente en Francia, y el primer ministro citó como posibles ejemplos el Lunes de Pascua y el 8 de mayo. Bayrou también planea lanzar un diálogo con los actores sociales para revisar el sistema del subsidio de desempleo. "No somos bastante numerosos trabajando, debemos aumentar la parte de conciudadanos que trabajan", afirmó Bayrou.
"Un presupuesto brutal e inaceptable"
Bayrou reconoció que el plan de ajuste implica serios riesgos para la supervivencia de su gobierno, ya que no tiene una mayoría clara en una Asamblea Nacional muy dividida, y se manifestó abierto a escuchar cualquier mejora que no implique comprometer los objetivos de fondo. La oposición esgrimió inmediatamente el arma de la moción de censura, empezando por la extrema derecha de Marine Le Pen, que es crucial para su estabilidad. "Si François Bayrou no modifica su plan, lo censuraremos", advirtió Le Pen en la red social X.
Desde la izquierda abundaron las críticas, incluido el Partido Socialista, que fue clave para evitar la caída de Bayrou cuando se aprobó el presupuesto de austeridad de 2025 saltándose el voto parlamentario. "Un presupuesto brutal e inaceptable", juzgó el jefe de diputados socialista, Boris Vallaud. El líder de izquierda radical Jean-Luc Mélenchon también llamó a tumbar al gobierno, al considerar que sus propuestas son "destruir el Estado y los servicios públicos para abrir espacio al mercado" y "preservar a los muy ricos".