Para la Generación Z -aquellos nacidos entre mediados de la década de 1990 y los primeros años del 2000- la inteligencia artificial ya no es una herramienta del futuro: es parte cotidiana del aula, del escritorio y del celular. Así lo confirma una encuesta realizada por la plataforma estadounidense ScholarshipOwl, que consultó a más de 12.000 estudiantes secundarios y universitarios. El 97% admitió haber usado herramientas de IA para resolver tareas, escribir ensayos o preparar exámenes.

Aunque el relevamiento no especifica su alcance nacional, permite tomarle el pulso a una tendencia que se expande en colegios y universidades de Estados Unidos. El 66% usa IA para estudiar, el 56% para preparar exámenes, un 46% para tomar apuntes y el 35% para completar tareas escolares. Además, un 31% confesó haber escrito ensayos completos con ayuda de estas aplicaciones antes de ingresar a la universidad.

De copiarse a automatizar el estudio: el uso de IA entre estudiantes

"Lo que antes era sinónimo de hacer trampa, hoy se disimula tras una pestaña de navegador". Así lo reconoció Roy Lee, exestudiante de la Universidad de Columbia, quien admitió haber escrito el 80% de sus trabajos académicos con ChatGPT. La historia tuvo final previsible: fue suspendido tras crear una app para automatizar entrevistas laborales. Hoy dirige una startup que vende “soluciones automatizadas para todo”.

En este nuevo escenario educativo, las aplicaciones más usadas son ChatGPT, Grammarly, Brainly, Quizlet y Google Gemini. Algunos estudiantes aseguran combinar hasta seis herramientas a la vez para escribir, organizar y resolver tareas en tiempo récord. Y mientras tanto, las redes sociales se llenan de tutoriales, challenges y videos virales que explican cómo recibirse con la ayuda de la inteligencia artificial.

Los riesgos educativos de la inteligencia artificial, según el MIT

Detrás de la fiebre por la IA en la educación, también suenan las alertas. Un estudio del Massachusetts Institute of Technology (MIT) advirtió que los estudiantes que dependen de ChatGPT para redactar ensayos muestran menor actividad cerebral, reducen su capacidad de análisis y tienden a copiar sin procesar los contenidos. La advertencia no apunta a demonizar la tecnología, sino a revisar los métodos de enseñanza.

Para Richard Clark, director de admisiones de Georgia Tech, el problema no es solo tecnológico, sino estructural. “El sistema de evaluación quedó anclado en el siglo pasado y no supo adaptarse a los entornos digitales. El desafío es actualizar la forma de enseñar y evaluar, no criminalizar a los estudiantes”, explicó.

Seguí leyendo: