Quizá pocos lo sepan, pero Bambi originalmente no es un cachorro de ciervo de cola blanca, sino un corzo. Si bien en la animalia son parientes, estos últimos no existen en Estados Unidos. Sucede que la novela en la que el film está inspirado, Bambi, una vida en el bosque, tampoco es norteamericana: fue escrita en 1923, en Austria, por Felix Salten. Con ella, su autor intentaba suponer lo que los animales salvajes pensaban acerca de los seres humanos. Sin embargo, lo que nunca supuso el escritor germanohablante es que la adaptación en el cine, más allá del éxito que alcanzó, traumaría a generaciones de niños y niñas, a causa de su agresiva literalidad. Y lo más lamentable es que un siglo después de su creación, los animales salvajes demostraron que tienen mucha más humanidad que los propios seres humanos.
“Fijate que hoy no hay mucha diferencia entre lo que pasa en la película y lo que sucede en Palestina”, argumenta Karol Zingali. “En algún punto, te rompe la ingenuidad. La historia es qué hacemos con eso: nosotras ponemos en la mesa otra forma posible de hacer el mundo”. Quien habla es la cantante de la banda punk femenina Pequeño Bambi, apéndice inimaginable de la novela de Salten y de la cinta de Disney. Es por eso que este jueves 17, a las 20 y en La Tangente (Honduras 5317), será una oportunidad ideal para disfrutar de uno de los mejores secretos del under cordobés, algo próximo a una institución de esa movida. Al tiempo que adelantarán material del que será su segundo álbum, Femme Fontaine, cuya salida está prevista para octubre próximo.
“Pequeño Bambi es una mirada en la forma de vida, y de cómo hacer las cosas, pero nosotras siempre fuimos muy abiertas”, afirma la frontwoman. “De los 21 años que tenemos de actividad, en los últimos cinco nos comportamos más como banda. No comenzamos como un grupo musical, sino como una cosa de las artes plásticas”. A lo que Vivi Pozzebón (amén de baterista de este laboratorio artístico, es una de las mejores percusionistas de este país, lo que evidencian sus 30 años de trayectoria) añade: “En medio de las perofromances, la banda tenía apariciones. Justo cuando acabábamos de grabar nuestro primer disco, que lo hicimos en Buenos Aires en 2020, llegó la pandemia y cerraron las fronteras. No tuvimos la posibilidad de ponerle el cuerpo”.
-¿Por qué luego de todos estos años de carrera decidieron instalarse en Buenos Aires, poner el foco en la arista musical y salir del anonimato?
Karol Zingali: -Creo que tiene que ver con que siempre nos guía el proceso creativo, para mí es como una luz. En este caso, la apuesta de estar en Buenos Aires y del que proyecto tome forma en la industria de la música tiene que ver con nuestro encuentro con Andrés Mayo (productor de su inminente álbum). Quizá el público no sabe que nuestro primer disco (titulado de forma homónima y lanzado en 2021) era de versiones trabajadas, y ése fue un poco el leitmotiv. Pero ahora apostamos por crear canciones nuevas, por la calidad de sonido y grabación, por la forma y por el desarrollo de las canciones. Yo estoy súper tranquila con esta etapa de la banda, porque está apoyada en una pata que tiene que ver con la creatividad y el arte.
“Cuando las vi por primera vez, me volaron la cabeza”, evoca Mayo (además de producir la secuela del quinteto, es uno de los ingenieros de sonido más notables de la música popular contemporánea nacional), quien acompaña a Zingali y Pozzebón en la entrevista. “Eran simplemente ellas, sin ninguna parafernalia de luces, ni de sonido. El lugar sonaba trash, pero me encantaron. Tenían tres cosas que para mí eran importantes: una es la cosa sensual, erótica, que para mí hoy en una banda es hasta renovadora. Puede ser tan zarpado como sugerente. Y eso es recontra punk. Por otro lado, está la postura política. Ellas plantan bandera, y dicen lo que sienten. Aunque no soy queer, yo me enganché con lo que proponen. En el escenario, desaparece la cuestión de género y también la cuestión de su lugar de origen”.
-Lo queer incomoda, ¿por qué aspirar a la normatividad?
K. Z.: -Estamos dando nuestros primeros shows en esta etapa. Tenemos ganas de explorar qué pasa estando acá. Hay mucha red de amigas y amigos, y de colegas. Si se quiere, aún estamos construyendo ese “territorio bambi”. O más bien, reconstruyéndolo de a poquito. Nuestro deseo es que todo el público pueda escuchar un disco hecho por una banda queer, formado por mujeres y lesbianas.
Vivi Pozzebón: -La mirada de la mujer y de lo queer tiene algo especial, tratamos de curarlo y empatizarlo en la música. Si bien la banda en su mayoría siempre estuvo compuesta por mujeres, esta vez somos todas mujeres. Hubo un proceso de deconstrucción en la banda, y ahora también hay integrantes de Buenos Aires entre nosotras. Tenemos otros tiempos y queremos trabajar a nuestra manera.
-La etiqueta punk es la que mejor define su estética sonora. ¿Pero qué es ser punk en esta época?
K. Z.: -En Argentina, ser punk es vivir y ser artista. Y más en este contexto de país. Ciertamente, nuestra música está atravesada por la estética punk. Pero, como todas las músicas, está atravesada por metamorfosis. Hay muchos grupos de la escena argentina que están atravesados por el punk, por la estética y el espíritu, y no necesariamente suenan al punk que escuchábamos en los años 90 o en los 2000. Es punk y post punk, mezclado con algo de electrónica y con cosas de la poesía.
V. P.: -También solemos decir que hacemos un “punk elegante”, nos encantan, en realidad, sonidos más finos. Nos gusta jugar con los sonidos, que las voces se escuchen. Como la banda es una de las tantas aristas de Pequeño Bambi, lo del punk es más una actitud.
El primer álbum de la banda incluye apropiaciones de clásicos como “Vivir así es morir de amor”, de Camilo Sesto (antes de que Nathy Peluso la versionara); “Como una loba”, de Valeria Lynch; y “¿A quién le importa?”, de Alaska y Dinarama. No obstante, el grupo ahondó esta vez en temas de su autoría. “Trabajamos de forma colectiva”, explica la cantante. “Traje muchas letras, poesías, escritos, y eso lo fuimos puliendo en vivo con la banda. Íbamos tirando ideas, y se fueron tomando forma. Creo que logramos reflejar el ‘imaginario bambi’, que tiene que ver con el bosque, las formas de erotismo y la venganza. Con la situación política y el contexto que tenemos, incluso a nivel mundial, que genera mucha impotencia, el mito de Bambi sirve para actualizar al proyecto”.