Desde Manchester, Gran Bretaña
"Están totalmente locos, y los amo", sintetiza Liam, y la multitud ruge, empapada de lluvia mancuniana pero también de la energía de lo que está viviendo. Es uno de tantos momentos cumbre de Oasis en su tierra natal, el último de una serie de cinco shows agotados en Heaton Park. Es una banda en llamas.
El recorrido comenzó en julio del año pasado, cuando Oasis anunció su regreso: en agosto se pusieron en venta las entradas del tramo europeo y finalmente la banda se reencontró en un escenario el 4 de julio en Cardiff, con dos noches colmadas: la apertura de Oasis Live '25, una gira que ya tiene los tickets agotados desde Gales hasta Brasil.
El 11 de julio se instalaron en Manchester para los cinco conciertos, y la ciudad que los vio nacer acompaña con un compromiso total y absoluto el evento. Los patios de comida y las plazas de cemento entre shoppings se convirtieron en fogones que cantan sus propias versiones de los clásicos del grupo. Pero el centro de toda la atención está donde sucede la cosa verdadera, el mítico Heaton Park.
Es domingo al mediodía y el tránsito está tranquilo. El clima mantiene su pronóstico: llovió el sábado y el cielo sigue gris. Se ven pilotos y gorros, pero sobre todo se ven cientos de "Oasis" por todos lados. No importa desde dónde salgan los trenes o los micros. Tampoco interesa dónde está ubicado el bar para hacer la previa: en todo el recorrido habrá feligreses.
Los micros "Shuttle", el servicio que se dispuso exclusivamente para el traslado del público al recital, está distribuido por distintos puntos del Centro y a la altura de Piccadilly ya acumula pasajeros. Gigantografías de Liam y Noel atestiguan cada movimiento. La parada se localiza muy fácil: es el fortín de camisetas del City o de remeras oficiales del show. "Son fans de Oasis", le dice un nene a otro en perfecto mancuniano.
Si el viaje se realiza en tranvía, hay indicaciones en la calle y también dentro de la estación. Y si aún así uno estuviera perdido, sólo debe alzar su cabeza para encontrar una horda de fans que comparten sendero hacia el mismo destino. Son solo un par de estaciones hasta Heaton Park. Allí, la caminata hasta al predio no es extensa. Hay vallas, runners domingueros, policías y carteles que advierten no acercarse si aparecen animales porque muerden.
La fila de ingreso es un encuentro de Naciones Unidas: españoles, argentinos, italianos y otros que hablan un inglés casi inentendible. En un momento la fila desaparece y por un instante hay desconcierto; para los argentinos "es raro no hacer fila". El grupo de la mañana se amontonó y quedó pegado al portón de ingreso.
Juan tiene una bandera albiceleste que dice "Buenos Aires, Londres, Manchester". Es un pasaporte público que pone al descubierto sus planes a futuro. Es que hubo argentinos en todos las fechas, desde Azzaro hasta Santiago Motorizado, pasando por personas que usaron sus ahorros para vivir lo indescriptible de la música en tiempo real. En lo virtual hubo transmisiones en vivo desde Tik Tok, Instagram y YouTube, entre otras plataformas y redes sociales. Esta historia la está escribiendo el 5G.
Las puertas están por abrirse y la organización advierte: "Ahora todo depende de ustedes". Hay corridas, celulares con sus QR listos y scaneos corporales. Y luego de superar esa etapa el escenario todavía está escondido. Hay puestos de comida, bares, venta de merchandising y baños en todo el horizonte. Y un Oasis en el fondo, que después de más de una década deja de ser un espejismo.
El campo está dividido en dos. El delantero, normalmente considerado VIP, esta vez no se puso a la venta: el beneficio se designó por sorteo. El césped del parque ya es puro barro y las tres tiras de las zapatillas comienzan a desaparecer. "Es el momento que esperé toda mi vida", cuenta Tobías, un hincha de Boca llegado desde Berazategui. "Los escucho desde los 11 años, gracias a mi mamá, y sueño con verlos en vivo desde esa época". Hoy tiene 24 y cumplió su objetivo, que se repetirá en noviembre en River.
Todo está cronometrado: las puertas se abren a las 14, Cast toca a las 18, Richard Aschcroft a las 19, Oasis empieza a las 20.15; si las nubes lo permiten comprobar el sol se pondrá 21.24 y la cita terminará a las 22.15. En cuanto al té de las 17, se cambia por una cerveza a 6 libras. También hay disponible sidra o comida griega. Hay música, algunas personas durmiendo y chicos corriendo.
Cast hace un show corto pero certero, y cumple con su tarea: pasan los minutos, corre el agua de la lluvia y se acumulan los vasos de cartón. Para el turno de Richard Ashcroft el predio ya está casi lleno. El ex The Verve hace los hits que todos quieren escuchar y con siete temas resume ese pedacito de los 90 que le pertenece. El momento de la noche para los argentinos llega cuando le dedica "Lucky Man" a Maradona, en un set que se completa con "Sonnet", "Drugs don't work", "Bittersweet Symphony", "Weeping Willow", "Space and time" y "Break the night with colour".
Se acerca el momento para la familia real de Manchester, y la arenga previa encuentra una perfecta banda de sonido con "My Generation" y "Town Called Malice". "Esto no es un simulacro" dicen las pantallas: la espera terminó. Son las 20.15 y la luz natural sigue ahí. Liam y Noel salen mostrando cariño y gratitud, con una actitud de hermandad que en el pasado hubiera sido impensada. Pasaron 16 años de peleas, discos solistas y divorcios.
2 horas y 23 canciones es lo que dura el show. Los siete recitales realizados hasta el momento siguen una pauta estricta: abren con "Hello", cierran con "Champagne Supernova" y todo vuelve a comenzar en la noche siguiente. Y esa fórmula es la que el público quiere: una oda a sus dos primeros discos, un par de Lados B, dos canciones de Be Here Now y una de Heathen Chemistry. Y en todo instante una coreografía del público en la que volaban botellas, vasos, pilusos, entre bengalas de todos los colores.
El público celebra cada tema, pero el podio del pogo se lo llevan "Supersonic", "Rock and Roll Star" y cada canción a cargo de Noel. Es el momento en que Liam, en una de varias interacciones en la velada, larga su "Están totalmente locos, y los amo". Antes de "Cigarettes and alcohol" vuelve a demostrar que ciertas cosas no saben de banderas al mencionar a Maradona.
La formación es un dream team: Paul Arthurs (miembro fundador) y Gem Archer en guitarras, Andy Bell en el bajo, Joey Waronker en bateria (el único miembro nuevo) y Christian Madden en teclados. Entre abrazos, Liam y Noel son los capitanes. El escenario es austero, pero tiene todo lo necesario: un Pep Guardiola tamaño real y pantallas en toda su extensión para que los 85.000 presentes puedan seguirlo, además de cantarlo a los gritos. También permite el avistaje para quienes lo miran, sin entrada, desde una colina al lado del parque.
Y la lluvia, un plus siempre certero para la épica, que convirtió la noche en una experiencia plenamente "Manchestah", sin el calor ni el sol del debut. Ultimas postales de una ciudad que se revolucionó con el regreso de sus hijos pródigos, y ellos respondieron: en cinco noches mostraron que la casa está en orden. La banda tomará el próximo tren a Londres para cerrar la etapa inglesa del tour, para luego seguir por Escocia e Irlanda. En noviembre será el esperado reencuentro con los argentinos en un lugar que, sin saberlo, vivió uno de los últimos momentos previos al parate de 16 años. Sin embargo, acá el tiempo parece nunca haber pasado: será eso de vivir por siempre.