Teo

¿Hay dios? La pregunta, formulada

mientras cae una pelota de goma

escalón por escalón hacia la calle,

suena cierta en tu imaginación,

pertinente.

No sabés por qué formulaste la pregunta

cuando en tu cabeza la pelota de goma

rebotaba de escalón en escalón.

y mientras probás construir la imagen

de una puerta situada al final de la escalera

-un manchón de luz- tenés la certeza

de que la pregunta se extingue

aunque la pelota no deja de rebotar

y no llega nunca a la puerta.


La poesía era un bello país

lo que no lleva el agua lo que queda en la pileta

dando vueltas negándose girando resistiendo

cáscaras de un huevo peladuras de papas

lo que insiste en quedarse lo que no entra

basuras restos lavados resistiendo

lo que se pega y despega

lo lavado no chupado girando

las cáscaras lo exterior resistiendo


Rimadito

no se puede escribir con un revólver en la cabeza

más vale escribir con un revólver en la cintura

alcemos la torre con flaqueza, con mal de dientes,

dolor, premura

ah todos morirán, morirán deslumbrados

ante la luz de la muerte, la certeza

de haber vivido apuntalados

por escaso fervor, por pena dura

Jorge Aulicino falleció el pasado lunes 21 de julio. Poeta de una obra frondosa y figura de referencia para la poesía local desde los años 70, autor de libros fundamentales, sobre todo, para entender las derivas del objetivismo en los 90 o el tono del periodismo cultural de principios del siglo XXI, también se encargó de dejar una amplia cantidad de traducciones, siendo su versión de la Divina Comedia la más recordada. Su poesía es erudita y de parroquiano a la vez, casi con el susurro de una voz antigua.