Estrenada en la ciudad de La Plata en mayo de este año, País de nunca (Ajedrez fantástico) es la última obra escrita y dirigida por Guillermo Parodi. Estructurada como un cuento fantástico, o una sucesión de sueños y pesadillas con referencias visuales y verbales a Alicia a través del espejo, la novela de Lewis Carroll, la obra se está presentando en el Teatro del Pueblo con la actuación de Inda Buh, Gran Calibán, Guillermo Flores, Lucía Palacios, Marcelo Rodríguez y Lorena Szekely, y la participación de Juan Pablo Martini en piano y Nicolás Lastra en bandoneón. El vestuario es de Jorgelina Herrero Pons, la escenografía, de Fernando Díaz, la iluminación, del propio autor y director.

“La fui escribiendo a lo largo de dos años pero esta obra está hecha para ser vista hoy”, dice Parodi. En principio se interesó en producir un cruce entre el teatro y la magia, en parte tentado por el mismo Gran Calibán, actor y mago que integra el elenco: “Tenía la inquietud de trabajar con la tensión que existe entre la ilusión y el engaño -explica el autor y director-, y con la idea de reclamar el derecho a soñar, a proyectar un futuro para crecer y progresar”. Cuando estaba todavía en el proceso de escritura, se sumó al conjunto un poema que el mismo autor había escrito a los 9 años al que su madre, Teresa Parodi, le puso música y llamó Canción de siempre. Y si allí ya estaba la idea de atravesar un muro, esta imagen lo fue conduciendo finalmente a la novela de Carroll. En suma, la obra se define como “una travesía poética, política y onírica que interpela a nuestra historia reciente y desafía al espectador a soñar colectivamente, aun en medio del desencanto”.

Nacido y criado en Corrientes, Parodi siempre echa mano de elementos propios de la cultura del NEA. En su obra, una muchacha del litoral llamada Irupé despierta en un paisaje que desconoce, atrapada detrás de un muro que no puede ver. Allí comprende que el lenguaje, tal como ella lo conocía, no existe más, y el tiempo tiene otro transcurrir. En ese nuevo mundo, la protagonista se deja conducir por diversos personajes que entran y salen de puertas y espejos mágicos. Hacia el final del recorrido, Irupé comprende que todo fue parte de una indagación sobre el verdadero concepto de libertad, habida cuenta de la mordaza feroz con la que intentaban prohibirle pensar, preguntar y hasta reír.

-¿Cómo concebiste el ajedrez fantástico que habitan estos personajes?

-Cuando Alicia sale del espejo, el campo parece un gran tablero de ajedrez. Pensé para la obra en los esteros del Iberá, que es un gran tablero de islas flotantes. Y porque son peligrosas para el que no las conoce, estas islas le daban a la obra un carácter pesadillesco.

-¿De qué habla esta serie de escenas que apelan a la música, el canto y la magia?

-La obra tiene estampas mágicas que son alegorías de nosotros mismos, en tanto somos concebidos como islas, cada uno enemigo y competidor de los demás. Y hablamos de la libertad como un bien al que no tenemos acceso.

-Allí no hay metáforas…

-Claro, sobre eso hablamos con total literalidad. Irupé y el Hada Épuri, su doble, buscan una salida y, en su inocencia, quieren llegar a una tierra sin mal, llegar a lo que sería el espacio mítico de los guaraníes.

-Está presente el Pombero, aunque con otras características…

-Aquí el Pombero es un brujo que está al servicio de un mundo oscurantista, una especie de López Rega. Y el gnomo es un sirviente de la magia entendida como engaño y amenaza, y no como sinónimo de inteligencia y estrategia.

-Junto a la protagonista hay otro personaje que va encontrando respuestas…

-Sí, es Dos Onzas, un personaje fantástico que ayuda a la progresión dramática: de estar cautivo y quebrado, se revela como poeta y filosofa sobre el derecho a tener ilusiones, deseos, imaginación, a ser adultos y valientes.

-Finalmente está la Reina Roja, la soberana Victoria de la Villa Cruel…

-El nombre lo dice todo: es la síntesis del discurso libertario, que es una manera de ver el mundo. Sabemos que con el teatro no vamos a hacer una revolución, pero podemos despertar ideas. La obra funciona como un espejo y la gente sale conmovida. Claro que los que pueden decodificarla son enemigos del neoliberalismo.

País de nunca (Ajedrez fantástico), Teatro del Pueblo (Lavalle 3636), sábados a las 17.

Gobierno vs. INT

Destruir lo colectivo

La batalla que está librando el gobierno en contra del Instituto Nacional del Teatro tiene, para Guillermo Parodi, el objetivo de “destruir todo aquello que signifique algo hecho en conjunto, algo colectivo". "El teatro independiente logró en progresión geométrica la creación de lenguaje, el respeto a lo federal, la necesidad de estar todos presentes en las decisiones. El teatro produce el milagro de poner a actores y a espectadores, cada uno en su lugar, pero como pares", asegura.